Sunflower Seeds (Pipas de girasol, 2009) en el Monasterio de la Cartuja. Foto: CAAC
Ai Weiewei ha enviado este mensaje como saludo a los visitantes de la exposición que hoy se inaugura en el CAAC de Sevilla
De la sala de las turbinas de la Tate, desde donde dieron la vuelta al mundo, a la antigua Capilla de Colón, en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, donde a partir de hoy pueden contemplarse las cinco toneladas de pipas del artista y disidente Ai Weiwei, esa obra de histórica repercusión en la que el chino buscó el contraste entre las técnicas de producción ancestrales y la producción en masa. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo presenta la primera exposición individual en un museo en España del artista, una muestra que abarca la mayor parte de formas de producción de Ai Weiwei, entre ellas instalaciones, cerámicas, videos y fotografías, obras que ocuparán la zona monumental, entre otras salas.
Las diferentes manifestaciones comprendidas dentro de la estética de la resistencia han construido diversas vías de conocimiento en los desarrollos artísticos de las últimas décadas. Ai Weiwei podría singularizar una de las vertientes de esta estética entendida en un sentido no muy lejano a lo que Hal Foster definió como posmodernismo de resistencia: aquel que piensa políticamente las cuestiones referidas al lenguaje y a la representación. En este sentido, su trabajo parte de la tradición formal y lingüística del arte minimal y conceptual, aunque acabe conscientemente pervirtiendo sus resultados.
Por otro lado, como señaló David Harvey, culturalmente no es posible separar las ecuaciones tiempo y espacio. En este sentido, para situarse ante su obra, es necesario ser conscientes del tiempo y del espacio en los que se produce: el tiempo del capitalismo de Estado durante el profundo cambio geopolítico acaecido en China durante las últimas décadas, las mismas en las que Ai Weiwei realiza su obra. La gran mayoría de sus trabajos participan, por tanto, de ese tiempo político y de ese espacio cultural y, al igual que ellos, están en continua y vertiginosa trasformación. Esta es una de sus características: utilizar y pervertir la tradición cultural china y la artística occidental como actos de resistencia política, para los que se vale de todas aquellas herramientas que le son útiles, ya provengan de una u otra tradición, a las que une como singularidad la rapidez en el empleo de las redes sociales que el capitalismo informacional, por utilizar el término acuñado por Manuel Castells, ha ido proporcionando.
La exposición en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo parte culturalmente de un tiempo y un espacio concretos. Por un lado, nuestra contemporaneidad; es decir, el convulso tiempo geopolítico en el que estamos. Por otro, nuestro propio espacio físico, el antiguo monasterio cartujo unido a la expansión colonial, que en el siglo XIX se transformó en fábrica de loza y porcelana china. Por este motivo, esta muestra tiene como protagonistas especiales sus trabajos cerámicos, en un intento de comprender lo que Roger Buergel denominó en documenta12 -la misma en la que participó activamente Ai Weiwei- como migración de las formas.
Ai Weiwei es hoy día el artista chino con mayor proyección internacional. Nacido en Beijing (1957), estudió cine en su ciudad natal, donde fundó el grupo de vanguardia Xing Xing (Las Estrellas) en los años 70. En 1983 se trasladó a Estados Unidos, donde continuó sus estudios en arte y diseño y se convirtió en una figura destacada dentro de la comunidad de intelectuales chinos en el exilio y de la escena cultural neoyorquina, desarrollando un trabajo en la estela del arte conceptual. En 1993 regresó a China donde además de su actividad artística, ha desarrollado proyectos como comisario de exposiciones, arquitecto y una prolífica actividad en internet especialmente a partir de su blog. En los últimos años se ha convertido en una de las voces críticas con el régimen chino más conocidas internacionalmente, lo que le supuso en 2011 ser arrestado por parte de las autoridades de su país, que la mantuvieron en paradero desconocido durante tres meses.