La 32ª edición de Arco arranca el próximo miércoles. Foto: Antonio Heredia.



Es febrero y ARCO vuelve al primer plano del escaparate cultural español. Las expectativas, en mitad de tanta noticia adversa, no están fijadas muy altas. Toca sobrevivir y confiar en que llegarán tiempos mejores. Aun así, Carlos Urroz, su director, no quiere caer en el derrotismo y sigue buscando por todos los medios que las ferias de esta época incierta no sean de mera transición. Este año concurrirán en Ifema un total de 201 galerías de 27 países (146 inscritas en el Programa General y 55 de otros programas comisariados) y 2.000 artistas. Turquía, como ya sabíamos, será el país invitado.





Hace unos días, Miquel Barceló presagiaba en la inauguración de su última exposición en Madrid que la subida del IVA iba a provocar la debacle de Arco. Urroz está de acuerdo en la dificultad añadida que supone vender arte un precio más alto por imposición legal (21% es el tipo aplicable ahora). "Desde luego el nuevo IVA resta competitividad a las galerías españolas en el contexto internacional. Pero lo más importante son las buenas piezas y la buena gestión de las galerías. Si el coleccionista encuentra una obra que le interesa muchísimo va a hacer todo lo posible por conseguirla", ha señalado durante la presentación de la 32ª edición de la feria, que arranca el próximo miércoles (los Príncipes la inaugurarán el jueves).



"La feria tiene poca razón de ser si no hay negocio", ha sentenciado Luis Eduardo Cortés, presidente de Ifema. Y para que haya negocio es fundamental la presencia de coleccionistas. En ese terreno es donde Urroz está volcando sus esfuerzos. Para esta edición ha conseguido traer a 250 coleccionistas en activo fuera de España. En ellos están depositadas muchas esperanzas. De su respuesta dependerá en gran medida el balance final de la feria.



Para Urroz ARCO está mutando en su propia fisonomía. "La feria es cada vez más internacional [el 66% de la galerías proceden de más allá de nuestras fronteras] y más asentada sobre el coleccionismo privado". Ese cambio tiene una lógica impepinable cuando el dinero público (de diputaciones, ayuntamientos, museos, centros, del propio Estado) se ha replegado y no llega ya al arte contemporáneo. Sin ese respaldo local no queda más remedio que ampliar miras y reclamar la atención de fuera. Eso sí, matiza Urroz, "instituciones como el Reina Sofía, la Fundación Mapfre, el propio Ifema... seguirán jugando un papel clave".



Carlos Urroz afirma que el presupuesto de Arco no se ha reducido este año. "Lo que sí hemos hecho es racionalizar los gastos, como casi todas la empresas de este país. No crean que este año se van encontrar agujeros en el suelo y cosas así". El precio del metro cuadrado se ha mantenido con respecto al año anterior. Aunque sí se han brindado facilidades en el pago para que las galerías que querían estar en la feria no tuvieran que renunciar a ello. A partir de ahora podrán abonar parte las tarifas durante la propia feria e incluso después.



Esa mejora en la condiciones no fue suficiente para un núcleo de ocho galerías catalanas que decidieron en diciembre no asistir a ARCO. Luego, a principios de enero, dieron marcha atrás (siete de las ocho que se habían plantado) y manifestaron su determinación de estar en la feria. El cambio de posición tan repentino invitaba a elucubrar pero Urroz niega tajantemente: "No ha habido ningún trato de favor".