Gerhard Richter: I.G. (790-3), 1993

Arte, dos puntos, comisariada por Bartomeu Marí y Nimfa Bisbe, reúne 400 obras de 125 artistas

Desde que el MACBA y la Fundación "la Caixa" unieron sus fuerzas (y sus fondos artísticos) para convertirse, en 2010, en una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes de Europa, con más de 6.000 obras de arte de los últimos 60 años, las dos instituciones han realizado muestras en las que se podían ver obras de ambas juntas, como si lo hubieran estado siempre, como las parejas perfectas. ¡Volumen! en el museo barcelonés fue la primera de una serie de tres que paseó la feliz unión por CaixaForum (La persistencia de la geometría en Madrid y Barcelona) y luego por el Guggenheim de Bilbao (El espejo invertido). Entre 2011 y 2012 también viajaron juntas por Asia y Latinoamérica. Pero es la primera vez que montan una exposición como esta: 400 obras de 125 artistas en las dos sedes barcelonesas.



También esta vez se han involucrado los dos responsables máximos del conjunto, el director del MACBA, Bartomeu Marí, y la directora de la colección de la Fundación "la Caixa", Nimfa Bisbe. Con ambos hemos hablado mientras ultimaban los detalles finales del montaje de Arte, dos puntos. Barcelona vive el arte contemporáneo, que así se llama la muestra. Un título que, literalmente, se refiere a la conexión de dos puntos físicos en la ciudad, dos edificios emblemáticos unidos por el arte. El icono del modernismo industrial catalán de principios del siglo XX que representa CaixaForum, instalada a los pies del Montjuïc, en una antigua fábrica textil del arquitecto Puig i Cadafalch, y la construcción de Richard Meier levantada en 1995 para albergar el MACBA en el corazón del Raval. Unos 25 minutos andando.





Tony Cragg: Sin título, 1993



Pero hay más en este título un tanto extraño. Y es que, como dice Marí,: "A partir del arte todo es posible". "El arte podría estar relacionado con todos los ámbitos de nuestra vida. El visitante podrá pensar qué debería figurar después del signo ortográfico de 'dos puntos' que incluye el enunciado", añade Nimfa Bisbe. En cualquier caso, la muestra es un recorrido por el arte del siglo XX desde la perspectiva de la creación actual. "De alguna forma, hemos intentado construir un relato inusual. No es estrictamente cronológico sino que relaciona obras de diferentes periodos que hablan de un mismo tema", dice Bisbe.



Aunque ha habido diálogo antes de abordar el montaje, lógicamente cada comisario ha tenido libertad para realizar su propio planteamiento. Mientras en el MACBA veremos un recorrido cronológico muy amplio, desde finales del siglo XIX hasta, fundamentalmente, 1995, CaixaForum, con una muestra más pequeña también en tamaño, se centra en el arte producido a partir de los años 80, que transmite el fin de una era, el fin de un siglo y el fin de milenio.



En el MACBA dos hitos históricos centran el discurso: la Exposición Universal de 1888 y la Exposición Internacional de 1929. "Nuestra intención es hablar de la historia del arte contemporáneo desde Barcelona con artistas catalanes, españoles e internacionales. Buscamos la especificidad de nuestro relato en un elemento geo-cultural. Y la nuestra es una tradición en la que vanguardia y modernidad no han ido siempre de la mano, al contrario. Nos interesa señalar las fricciones y las tensiones, quizá también las contradicciones, de nuestra ciudad como banco de pruebas de la producción artística", explica el director que ha reunido 350 piezas de 90 artistas como Ignasi Aballí, Joan Brossa, Eduardo Chillida, Tony Cragg, Pep Duran, Öyvind Fahlström, Richard Hamilton, Joan Hernández Pijuan, Jenny Holzer, Muntadas, Juan Muñoz, Martha Rosler, Dieter Roth o Jeff Wall, entre otros.





Jannis Kounellis: Sin título, 1985



En CaixaForum, en cambio, "conviven dos tipos de obras: las que surgen de un espíritu más existencialista e introspectivo -y en algunos casos místicos- y que todavía plantean elementos de transformación de la sociedad, con otras que han renunciado a las utopías y que hablan de las diferencias de identidad, de género... También hablan de trauma, de dolor, y cuestionan el discurso estético occidental, burgués y masculino que ha dominado durante la modernidad", comenta la responsable de la colección. Aquí vemos 55 obras de 35 artistas en un recorrido "puntuado por grandes instalaciones que no dejan indiferente al espectador", como las de Joseph Beuys y Jannis Kounellis.



Una muestra que pone más que nunca de manifiesto el poderío de la unión de estas dos colecciones. Dos conjuntos que, como dice Bartomeu Marí "son tan distintos que se benefician mutuamente. Se complementan a la perfección y permiten desarrollar discursos y narraciones muy variados. Desde las opciones más militantes y críticas a las lecturas más líricas".





Antoni Tàpies: Rinzen, 1992-1993



También las últimas adquisiciones se verán en esta exposición. Desde 2010, las compras se realizan coordinadamente. Juntos discuten las propuestas de adquisición teniendo en cuenta la identidad de cada una de las colecciones. "Todas las compras están muy bien argumentadas para establecer una convivencia con lo que ya poseemos. Tenemos muy en cuenta el arte emergente pero siempre que tenga una relación con el conjunto de la colección", asegura Nimfa Bisbe. Una colección, puntualiza Marí, orientada hacia el futuro y en la que las piezas más "jóvenes" llevan la firma de Oriol Vilanova (Manresa, 1980), Bestué y Vives (Barcelona 1980 y Barcelona, 1978) e Ignacio Uriarte (Alemania, 1972).



Y, quizá, con exposiciones como ésta, la ciudad tome conciencia del potencial del arte contemporáneo y, como dice Marí, " sitúe sus valores en el centro de su identidad, de su vida cotidiana". Estaría bien que Barcelona recuperase parte del protagonismo perdido en cuanto a centro de arte y de experimentación que tuvo y que parece que esta muestra, desde el propio enunciado (Barcelona vive el arte contemporáneo) quiere reanimar. "El arte contemporáneo es un ámbito creativo que al ciudadano todavía le queda por descubrir -continúa el director del MACBA-. Las instituciones artísticas somos todavía muy jóvenes, si nos comparamos con los teatros o instituciones como el Liceo o el Palau de la Música Catalana. Y si, sería muy bueno que Barcelona recuperara ese espíritu arriesgado y rompedor que formó parte de su identidad antaño".