El artista cubano Adrian Melis. Foto: E.C.

Nunca ha tenido un taller físico, ni en Barcelona, donde vive desde el 2010, ni en Cuba, donde nació en 1985. El campo de acción de Adrian Melis está en la experiencia de la calle: "Todas las ideas y proyectos que he desarrollado se me han ocurrido hablando con personas que no son del mundo del arte". Lo dice poniendo de ejemplo el vídeo Vigilia (2005-2006), uno de sus primeros trabajos siendo estudiante en el Instituto Superior de Arte de La Habana, donde se licenció en 2009. El vídeo registra uno de los establecimientos que en Cuba son víctimas del desvío de recursos, una de las carpinterías del Estado. Aprovechando una relación confidencial con uno de los vigilantes, el artista robó madera para construir un puesto de vigilancia en la misma carpintería. "Eso, por ejemplo, era algo habitual en mí antes de hacer esta pieza", añade.



Sale a colación otro proyecto, El valor de la ausencia (2009-2010), título, también, de su gran exposición internacional hasta la fecha, la celebrada esta pasada primavera en la Kunsthalle de Basilea. De nuevo Cuba es el contexto así como la recopilación que hizo Melis de escusas para no ir a trabajar. "Yo compraba la grabación de la llamada que los trabajadores hacían a su centro laboral para justificar su ausencia. Fueron ellos mismos los que hicieron la obra ya que les fascinaba la idea de cobrar sin trabajar. Este punto de complicidad siempre ha sido algo que hace que mis piezas sean entendidas más allá del mundo del arte. En casi todos mis trabajos hay personas involucradas, aunque el resultado sea una serie de fotos o una instalación, siempre intento que el dispositivo visual, sea un telescopio que llegue a otras áreas. Mi metodología de trabajo ha estado siempre ligada a la idea de crear un núcleo, una tesis o una preocupación y, a partir de ahí, las ideas van surgiendo en función del eje central", explica.



Ese eje está en revertir lo improductivo en algo útil a través del arte. De eso trataba Nuevas estructuras de producción, su primera individual en la galería ADN de Barcelona en 2012, por la que ganó el premio a la mejor exposición concedido por la ACCA (Asociación de Críticos de Arte de Cataluña). Y de eso gira también la exposición que prepara en la misma galería en septiembre, Time to Relax. Dice que sus obras se entremezclan casi como parte de una misma serie y que, por encima de todo, lo importante es la investigación, el proceso de construcción.





Plan de producción de sueños para las empresas estatales en Cuba, 2010-2012





La utilidad del fracaso



-¿Qué le interesa del arte? Y, ¿de su inutilidad?

- Me interesa del arte la capacidad que tiene para resolver situaciones o conflictos de la vida real a un nivel imaginario. Desde que empecé a hacer obras en Cuba, allá por el 2004, siempre me llamó la atención la inutilidad del arte. Vengo de un sistema socialista y paternalista en el que encontraba constantemente una inutilidad escandalosa a niveles empresariales. Por supuesto, mi pregunta siempre fue: ¿Cómo puedo ser productivo en el arte si cuando miro a mi alrededor veo a personas y a un sistema administrativo inútil por naturaleza? Ahí me di cuenta de que el arte era la única herramienta posible para resolver este dilema: convertir lo improductivo de un sistema en algo productivo.



- Habla de la idea de valor, utilidad, esfuerzo, fracaso…

- Sí. También me interesa la capacidad que tiene el arte de esconder y difuminar a aspectos de nuestra realidad social o política. Si en la exposición Nuevas estrategias de producción el tema central era la dicotomía entre producción y no producción, en Time to Relax me interesa abordar una cuestión más relacionada con el contexto español: usar el arte como una cortina que pretende esconder una realidad a través de una apariencia de bienestar. Cuestiones como la propia inutilidad forzada o el fracaso de un proyecto político activan un abanico visual que refleja utilidad, una apariencia de que todo va bien.



- El tema no puede ser más oportuno... Time to Relax es el título de la exposición y el de una serie de fotografías de 2013 que documentan las vistas desde 20 pisos que han sido desahuciados. ¿Cómo llevó a cabo este proyecto?

- En esta obra, como en muchas otras de la exposición, me interesa la idea de traspasar la mirada de personas que han perdido su trabajo y, como consecuencia, cómo han sido desahuciadas. Son fotografías tomadas desde la ventana o el balcón de sus antiguos hogares. Una imagen subjetiva que es traspasada primero del ex propietario al banco y luego al espectador. Digamos, una imagen que tiene una trayectoria que se va depurando a nivel emocional: de un paisaje amargo pasa a convertirse en una agradable vista.



-También del trabajo, el paro, y la economía trata The Best Effort (2013)…

- Sí, aquí las personas por su afán de encontrar trabajo participan inconscientemente en una campaña de promoción de supuestos puestos laborales en diferentes ciudades de España. Esta campaña, en la que se da un número de teléfono, tendrá como objetivo activar unos fragmentos de audio de discursos de los cuatro presidentes que han formado parte de la transición española, desde Felipe González hasta Mariano Rajoy. Estos discursos son fragmentos escogidos por su carácter optimista y alentador relacionado con la creación de empleo en España. Durante la exposición no habrá nunca una respuesta a las llamadas. Es una obra en la que la esperanza por encontrar trabajo de las personas activa la voz, de modo irónico y hasta cínico, de un estado político totalmente indiferente hasta las peticiones de la ciudadanía.





Light Off,2013





- Más obras sobre esta crisis económica. Light Off es una instalación conectada con la bolsa. ¿Qué plantea?

- También refleja esta separación entre realidad y arte al crear un link entre la bolsa de comercios de España y unos cubos de luces que pueden ser utilizados para sentarse y disfrutar. Es una obra que traduce a tiempo real los altos y bajos momentos de la economía de España según las luces sean rojas, azules o verdes.



Posición política



- ¿Qué hay de crítica política tras esas obras?

- Nunca me ha gustado el término 'crítica política'. Me suena falso. De hecho, en todas mis obras no hay un posicionamiento político tendencioso. Diría que intento en todo momento ser imparcial, dejar que las situaciones hablen por sí solas. Por ejemplo, en obras como Elaboración de 40 piezas rectangulares para la construcción de un piso (2008) pretendo reconstruir y darle un sentido productivo a una estructura de producción obsoleta. Muchos de mis trabajos son tesis que le sirven al gobierno de Cuba como inspiración en su afán de mejorar el socialismo. Así que más que crítica política, diría que se trata de aprovechar los recursos de un sistema para que éste hable por sí mismo. No creo estar criticando a nadie con mis trabajos. Al contrario, creo que en Cuba o en España hay modos de hacer política realmente alucinante y son verdaderas obras de arte en su afán obsesivo de ser productivos o, al menos, aparentar serlo.



- Otra de las obras que presenta en ADN es Puntos de reposición (2013), fotos de muros que contenían gritos de queja social, borrados por los Ayuntamientos…

- El punto de reposición surge cuando las personas escriben, el gobierno tacha, se vuelve a escribir y se vuelve a tachar, y así todo el tiempo. Esta idea me pareció interesante teniendo en cuenta que España es un país supuestamente democrático. También en esta obra, la idea del objeto ausente está siempre presente. Es una idea que me fascina, ya que siempre tenemos algo que esconder, adornar o simplemente desaparecer. En este sentido, la práctica artística tiene las herramientas para hacerlo: convertir lo improductivo en productivo, lo ausente en mercancía. Sólo nos queda contemplar muros vacíos y un gobierno que se presenta como artista, intentando tachar con pintura intentando acertar con el color original de la pared.





Puntos de reposición, 2013





Todo el trabajo de Adrian Melis tiene como fin hablar de las contradicciones de un mercado centralizado, también el del mundo del arte. El valor del dinero sobrevuela en muchas de sus obras. Él está acostumbrado a producir con pocos medios. El guardia de vigilancia con el que arrancaba esta entrevista aparece justo ahora, en el final. Aquél vídeo en que Melis utilizó la amistad con él para robar madera y construirle una caseta, Vigilia, formó parte del proyecto Bueno, Bonito y Barato y ganó el premio otorgado por la Agencia Estatal de Cooperación Internacional de la embajada española en Cuba.



-¿Puede el artista trabajar con menos medios? ¿Hay un valor positivo en la precariedad?

- Yo he producido piezas con muy poco o nada, eso depende del tipo de proyectos que estás haciendo. Por ejemplo, en Cuba hay muy buenas ideas pero no existe una estructura que incentive a los artistas a realizar proyectos de gran envergadura a no ser que seas un artista reconocido. De hecho, muchos artistas utilizan medios precarios y convierten la falta de recursos en parte de la idea de sus obras. A pesar de eso, creo que es muy importante que existan estructuras institucionales o privadas que ayuden a los artistas a desarrollar sus proyectos. Mientras encuentra buenas ideas y modos alternativos de producción se puede hacer algo.



- ¿Cómo es esa obra que le gustaría hacer y que por cuestiones de dinero no ha hecho?

-Tengo ahí varias ideas. Una de ellas es la creación de una empresa que tuviera como objetivo la contratación de empleados que se dediquen a buscar trabajo allí donde no lo hay. El objetivo es que allí donde fueran, les dijeran lo que comúnmente suele pasar: que no hay trabajo. La idea sería crear empleados que recogieran su propia incapacidad de ser empleados. Algo así como una fábrica de negaciones que utiliza la esperanza y la frustración como motor de una producción objetual que iría destinada a convertirse en mercancía para el mundo del arte.