Goya : Autorretrato, 1796-97. Museo del Prado
El Museo del Prado revela en su último Boletín cómo el pintor se sometió en 1794 a una terapia experimental para tratar de paliar su sordera
Sobre la enfermedad se han barajado siempre diversas y variopintas teorías: las mezclas con plomo y mercurio que utilizaba para elaborar las pinturas al óleo, sífilis, meningitis... Sólo en una carta se menciona la apoplejía que para Gudrun Maurer, conservadora del departamento de Pintura Española del siglo XVIII y Goya en el Museo del Prado, es la causa más probable. "Es difícil que habiendo tenido sífilis viviera luego hasta los 82 años. Por otro lado, conocía muy bien el trabajo de la elaboración de la pintura y no es probable que enfermase al elaborar las mismas", explica la experta, la misma que acaba de publicar en el Boletín del museo un nuevo hallazgo: el pintor trató de curarse de la sordera sometiéndose a electroterapia.
El artículo de Maurer, aparecido en el último número de la revista del Prado, es tan breve (apenas tres páginas) como interesante y pone de manifiesto no sólo la esperanza del pintor con respecto a su curación sino también su confianza en el progreso. Y es que según una carta aparecida en el Archivo General de Palacio y fechada en 1794, el propio pintor pedía la utilización de la máquina para curarse: "Francisco de Goya Pintor de Cámara de S.M. ha presentado la adjunta instancia exponiendo la sordera que padece y que para aliviarla le mandaron los facultativos en Medicina le era preciso electrizarse: que a este efecto le franqueo vm la máquina eléctrica", dice la misiva.
Aparato para medir la agudeza auditiva inventado por Sprenger. Estampa de 1802
Como ya sabemos, el tratamiento, consistente "en electrizar el oído durante unos minutos a través de dos electrodos", no funcionó y la sordera de Goya le obligó, pocos años más tarde, en 1797, a dejar su puesto de profesor en la Real Academia de Bellas Artes donde ya no podía oír a sus alumnos. "Goya aprendió el lenguaje de las manos, como hemos sabido por otras cartas a Zapater. Estaba totalmente sordo, algo que se menciona incluso en documentos oficiales, pero nada de esto le impidió seguir pintando como lo había hecho hasta el momento", explica Gudrun Maurer.
De hecho, es en esta misma época en la que estuvo sometido a la electroterapia, cuando Goya recibe dos de sus más importantes encargos: Godoy le pide un retrato ecuestre que no llego a terminar y del que sólo existe hoy el boceto, y la Duquesa de Alba le pide su primer retrato: La Duquesa de Alba de blanco, "un encargo muy importante -explica Maurer- porque marca el comienzo del mecenazgo de los Alba y durante el siguiente año pintará para ellos el retrato de José Álvarez de Toledo, marqués de Villafranca y duque de Alba (con la partitura de Hayden en las manos) y el de su madre, la marquesa de Villafranca. Está en el cenit de su carrera".
Detalle de María Antonia Gonzaga, marquesa viuda de Villafranca, de Goya, h. 1795. Museo del Prado
De ahí también el valor de esta carta que, como dice Maurer, "da luz a su pensamiento", muestra su fe en la ciencia y su esperanza en la curación. Un tema que, por supuesto, se tratará en la Cátedra de Goya que, dirigida por Manuela Mena, comienza en el Prado el próximo 17 de octubre.