Paul Graham pertenece a una generación de fotógrafos que desde los 80 renovó la imagen documental. Ética y estética se funden en la obra de este artista que acaba de cerrar con una conferencia la exposición de fotografía contemporánea de la colección Fundación Telefónica en Madrid.



Sus trabajos abordan temáticas sociales y políticas, como el conflicto de Irlanda del Norte, Troubled Land en 1986, la reflexión sobre la identidad europea en series como New Europe, 1992, o las particularidades de la sociedad norteamericana en American Night, realizada a partir de su traslado a Estados Unidos. Dos fotografías de esta serie cuelgan, en reproducciones de gran formato, de las paredes de la Fundación Telefónica hasta el 2 de marzo. Ha sido uno de los primeros fotógrafos en introducir el color en el género tradicional de la fotografía documental.



Sus fotografías se han expuesto en diversos museos y centros de prestigio internacional como el Museum of Modern Art de Nueva York o la Tate de Londres -aunque, según nos cuenta en la entrevista, "hace 12 años la Tate decía que la fotografía no era arte y que no la incluiría en su colección". Ahora su obra forma parte de la colección del museo, así como de la del Museum of Modern Art, el Guggenheim Museum, el Whitney Museum of Art de Nueva York, el Stedelijk Museum de Ámsterdam, el Victoria and Albert Museum de Londres, la colección de Telefónica y otras colecciones privadas de Estados Unidos, Europa y Japón.



La exposición de los fondos de la Fundación Telefónica en la que se enmarca la obra de Graham propone un camino que se bifurca: por un lado, la Escuela de Düsseldorf, representada por los Becher, Thomas Strüth, Andreas Gursky o Thomas Ruff; y por el otro, el posmodernismo americano de Cindy Sherman, Jeff Wall o Richard Prince, para luego, según la propuesta del comisario Ramón Esparza, unirse de nuevo en múltiples visiones eclécticas surgidas de la combinación de ambos movimientos.