Palle Nielsen: El modelo, 1968

El Museo Reina Sofía inaugura 'Playgrounds. Reinventar la plaza', una de las grandes exposiciones de la temporada, que reflexiona sobre la relación entre arte, juego y espacio público. Bienvenido Homo Ludens.

Reinventar la plaza, la del museo, es uno de los objetivos de Manuel Borja-Villel desde que llegara a la dirección del Reina Sofía en enero de 2008. Todo su afán está en convertir el museo en un foro público abierto al tráfico de personas e ideas; a los públicos, macros y micros, a los que él siempre se refiere en plural. Pensar el museo como ciudad, como un espacio de contaminación donde llegar a ser algo más que visitantes de paso. Lo que él busca son flâneurs, esos caminantes abiertos a toda clase de vicisitudes que le salen al paso: los avispados, los soñadores, los productores. Lo contrario a la masa. A la plaza del Sol convertida en 15M le dio un puesto de honor entre su top ten de lo mejor en 2011 en Artforum, por proponer nuevas formas de institucionalidad y replantear la tradicional división entre lo público y lo privado, promoviendo en su lugar la noción de lo común. Un acontecimiento cultural lo llamó Ignacio Echevarría en las páginas de El Cultural. Precisamente, esa idea de "lo común" es la clave de Borja-Villel y su equipo para reinventar el museo.



También es el hilo conductor de esta gran exposición que, con más de 300 obras, hace un repaso global a la idea del potencial socializador, transgresor y político del juego cuando está vinculado al espacio público. Todas trasladan la idea de resistencia y diferencia. Un desorden social, característico de la vida moderna, que aparece a finales del siglo XIX y que llega a principios del siglo XXI bajo la conquista de un espacio de ocio en contraste con el tiempo de trabajo. El punto de partida histórico es la Comuna de París, en 1871, donde la tensión y contradicción en el seno de los procesos revolucionarios de la esfera pública alcanzó su punto de ebullición. En 1889, la Feria Internacional de París se convirtió en el precedente de parques de atracciones y temáticos, que transformaron también la idea de feria en un lugar de ensueño, como ejercicio de ruptura con lo útil. Encontramos ahí a Henri Cartier-Bresson (a quien pronto la Fundación Mapfre dedicará una extensa exposición, llegada del Centre George Pompidou de París), las fotografías de Boris Mikhailov y las de Martin Parr.



Tomar la calle

Ese terreno del juego dará pie a las primeras manifestaciones de lo que será el gran estallido de la vanguardia con la llegada del siglo XX. La ciudad se convirtió entonces, en el espacio propicio para el acontecimiento lúdico, en un lugar de posibilidades donde ubicamos la flânerie de Brassaï, las plazas públicas de Giacometti, las nuevas babilonias de Constant o los planos recortados y encolados de la Guía psicogeográfica de París de Guy Debord. Es la revuelta del "homo ludens", término que en 1938 teorizó y popularizó el historiador holandés Johan Huizinga, que fue la base para muchas de las prácticas del Situacionismo. Para ellos el playground pasaba por tomar la calle y la deriva bajo nuevas formas de reapropiación pacífica de lo privado. En esa deriva encontramos un nombre que da forma a toda la exposición, el de Aldo van Eyck y sus Playgrounds en Holanda en la década de los 60. Son campos de juegos infantiles urbanos con los que empezó a optimizar los recursos que le daba una ciudad destruida por la guerra para redefinir plazas y solares; los precursores de lo que hoy conocemos como "parque público". Es una parte de la exposición en la que encontramos planos, películas y archivos.



Otro parque y otro nombre importante en la muestra es el de Palle Nielsen. De 1968 es el que parque infantil que instaló durante tres semanas en el Moderna Museet de Estocolmo. Lo llamó El modelo. Un modelo para una sociedad cualitativa y ofrecía un espacio solo para niños, sin padres ni educadores. Un trabajo que anunciaba los inicios de la crítica institucional y los usos activistas del cubo blanco a través de esta zona abierta al juego y la irracionalidad social.



Carnaval, carnaval

El placer del descanso, de la inercia y la ociosidad lo representa una de las pinturas que llegan también del Pompidou de París, Los placeres del ocio. Homenaje a Louis David (1948-49) de Fernand Léger. Y la ironía llega de la mano del dúo Peter Fischli & David Weiss y El mundo visible, que realizaron para Documenta X en 1997 y con la que reflexionaban sobre el uso masificado de la fotografía como vehículo para retener el mundo. El resultado ofrecía una lectura personal de la idea de atlas (o mejor dicho de antiatlas), como proceso de documentación de pequeños hechos, lugares y momentos de ocio de la vida cotidiana. La concepción lúdica está ligada también al carnaval, cuya actualidad queda cuestionada con obras de Goya y José Gutiérrez Solana.



La exposición cuenta otra historia del arte, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, en la que la obra de arte contribuye a la redefinición del espacio público explorando la ciudad como tablero de juegos, reivindicando el derecho a la pereza, la plaza como lugar de revuelta y descubriendo las posibilidades de un nuevo mundo a partir de sus desechos. El arte como una interrogación ideológica. Es la que se oye en todas las exposiciones de tesis que plantea el Reina Sofía, y que Borja-Villel resume en un escueto: ¿qué es lo contemporáneo? Playgrounds supone el relevo a Formas biográficas, que pudo verse el pasado invierno, y que revisaba la dimensión narrativa del arte en su relación con lo literario, y supone la antesala del próximo capítulo que llegará a finales de octubre: Un saber realmente útil, una reflexión sobre arte y pedagogía.