Vista de la exposición de Tris Vonna-Michell en la galería Jan Mot (Bruselas)

Si la intención de esta edición del Turner Prize es, como dice Penelope Curtis, directora de la Tate Britain y presidenta del jurado de este año, mostrar al gran público el trabajo de artistas no tan conocidos como en ocasiones anteriores, el primer paso está muy bien dado. Fuertemente consolidado en el imaginario colectivo británico, el premio de arte contemporáneo más popular del mundo cumple ahora su edición número treinta. La exposición que precederá al fallo el día 1 de diciembre se celebrará desde el 30 de septiembre en las salas de la institución londinense, que acoge de nuevo el premio tras la decisión de sacarlo de Londres y mostrarlo en otras ciudades del Reino Unido (la pasada edición, que coronó a Laure Prouvost, se celebró en Derry-Londonderry, Irlanda del Norte).



Este año, los finalistas son Tris Vonna-Michell, Duncan Campbell, James Richards y Ciara Phillips y lo cierto es que tras el resultado del año pasado, en el que Tino Sehgal partía como gran favorito y acabo desbancado por Prouvost, uno no sabe qué pronóstico ofrecer. En principio, los más conocidos y los que más han cuajado en el escenario internacional son los dos primeros, cuyos trabajos han sido vistos en los contextos más importantes.



A mí es Vonna-Michell quien me resulta el más interesante de los cuatro. Su obra es innovadora y personal. Habla sobre la narración, sobre el modo en que se cifran las experiencias propias o ajenas. La manera de contar es sistemáticamente analizada, desde una tendencia a la fragmentación, la repetición y la subversión de la norma. Su forma de contar es performativa, es decir, te lo cuenta directa y literalmente, lo que hace que uno se sienta en el verdadero centro del asunto. En la galería de Jan Mot, en Bruselas, pudo verse un buen ejemplo de su quehacer en un extraordinario trabajo basado en las memorias de la infancia de su madre en Berlín. La intensidad con la que el artista se dirigía a sus interlocutores estaba acompañada por una seductora sucesión de imágenes encontradas. Las imágenes eran el germen de todo, la estructura a partir de la se definía la narración. Es joven aún Vonna-Michell -nació en 1982- pero ya ha escuchado el aplauso internacional.





It for Others de Duncan Campbell



Nacido en Dublín, residente en Glasgow y diez años mayor que Vonna-Michell, Duncan Campbell es un reconocido artista de video que ya ha pasado también por las grandes citas internacionales. Su trabajo se centra en la inspección de personajes siguiendo un estilo que podría asemejarse al del biopic cinematográfico. Sus videos son ambiciosos en su estructura y en su cadencia narrativa, con imágenes también encontradas con las que construye relatos en torno al desarrollo de modelos de mercado en el marco del capitalismo (Make it new, John, 2009), episodios históricos de su país o el vidrioso asunto del imperialismo en el ámbito cultural. Este es el asunto sobre el que versa It for Others, el trabajo por el que ha sido seleccionado, que participó el año pasado en el Pabellón de Escocia de la Bienal de Venecia y que viene a ser una alternativa histórica al filme Las estatuas también mueren, dirigido en 1953 por Alain Renais y Chris Marker.





Rosebud de James Richards



También seleccionado para la Bienal de Venecia del pasado año con su película Rosebud (2013), que pudo verse en el Arsenale, el galés James Richards apenas ha superado la treintena. Muchos recordarán esas sugerentes imágenes acuáticas de Richards, que alternaban con imágenes de libros que habían sido censurados por las autoridades japonesas por su contenido subversivo. El vídeo de Richards versa sobre el tratamiento de las imágenes, sobre la tactilidad de las superficies tratadas cuando son censuradas y, en definitiva sobre la visión y sobre su propia negación.





Vista de la exposición de Ciara Phillips en The Showroom (Londres)



Por último, Ciara Phillips nació en Ottawa, Canadá, en 1976, está afincada en Glasgow y ha sido seleccionada por su exposición en The Showroom, su primera individual en Londres. Es la única de los cuatro artistas que tiene un perfil más tradicional, más artesanal, pues trabaja con grabados, sola o en colaboración, y con textiles, con los que crea instalaciones de cromatismos vibrantes y complejos patrones, a veces orgánicos y otras geométricos. Uno nunca sabe cuál puede ser el veredicto final pero extrañaría que Phillips, cuyo trabajo es el más digerible de todos, se llevara el gato al agua. No tendría sentido haber convocado a Vonna-Michell, Campbell y Richards, con su perfil más denso, más sesudo y menos inmediato -lo cual, como se está diciendo en la prensa inglesa, parece querer marcar un giro en el premio- y que ninguno de los tres recibiera el galardón. Pero nunca se sabe, y más después del fallo del año pasado. Yo, en cualquier caso, me quedo con Vonna-Michell.