James Dean (Lucky Strike) (1957), de Ray Johnson (detalle)

Hacía casi un cuarto de siglo desde la última revisión del pop en España. La hizo, claro está, el Reina Sofía. Corría 1992, María de Corral había llegado en enero de ese mismo año a la dirección del jovencísimo Museo Nacional Centro de Arte y la colección permanente echaba a andar. En el mes de mayo se aprobaba el traslado del Guernica desde el Casón del Buen Retiro al edificio de Sabatini. Y en septiembre se inauguraba Arte Pop, comisariada por Norman Rosenthal y Marco Livingstone y organizada junto a la Royal Academy of Arts de Londres. Mucho ha llovido desde entonces. Las coloristas caras de Marilyn y las Brillo Box de Warhol que todavía sorprendían hace 22 años ya forman parte de eso que llamamos los Mitos del pop. Y de ellos parte esta nueva lectura que el Museo Thyssen presenta hoy y que abrirá al público el próximo martes.



Comisariada por Paloma Alarcó, la muestra reúne más de cien obras procedentes de cincuenta museos y colecciones particulares de todo el mundo, con préstamos destacados de la National Gallery de Washington, la Tate de Londres, el IVAM valenciano o la prestigiosa colección Mugrabi de Nueva York. El recorrido propone una visión renovada de esta corriente artística desde la perspectiva que nos ofrece el siglo XXI. El objetivo, reza la nota de prensa, es mostrar que las míticas imágenes de artistas tan significativos como Warhol, Rauschenberg, Wesselmann, Lichtenstein, Hockney, Hamilton o Equipo Crónica, entre otros muchos, esconden un irónico y novedoso código de percepción de la realidad, un código que aún sigue vigente.





Mujer en el baño (1963) de Roy Lichtenstein (detalle)



Hasta aquí todo según lo previsto. Pero muchos se preguntarán: ¿por qué una exposición de pop en el Museo Thyssen? "La política de exposiciones de Guillermo Solana, -explica la comisaria refiriéndose al director artístico- se centra en tratar temas de nuestras colecciones y el arte pop es precisamente el final de la Colección Thyssen". De hecho, Mujer en el baño de Roy Lichtenstein (1963) es considerada una de las obras maestras del Museo. Y hay más. Frente a los proyectos como los que últimamente han desarrollado la Tate de Londres o el Metropolitan, que empiezan a mirar el pop desde los años 50 y terminan con la actualidad, esta "es una lectura muy distinta que la que haría un museo de arte contemporáneo. Para nosotros es el final, no el principio, y eso ha sido determinante a la hora de armar el argumento. Nuestro papel no es vincularlo al arte contemporáneo", asegura Paloma Alarcó.



Porque el arte pop, y ahí está la clave de la exposición, no sólo miraba al cómic, al cine, a la televisión, a la publicidad. El arte pop siempre tuvo muy presente la Historia del Arte. Y ahí ha amarrado su tesis la comisaria: "Los artistas pop reivindicaron la pintura de historia, la naturaleza muerta, el desnudo tumbado, desde los tiziano a los manet o las Meninas de Velázquez. La vuelta a la figuración les obliga a mirar hacia atrás y esto es precisamente lo que distingue a esta exposición". El pop no es aquí principio de modernidad sino final de trayecto.



La explicación es sencilla. Los artistas en ese momento coinciden con un desarrollo y unos avances técnicos en impresión y fotomecánica que fomentan la popularización de imágenes de la Historia del Arte que empieza a estar por todas partes, "y ellos que son esponjas se hacen eco de esta Historia. Comienza así algo que hoy es habitual: el arte sobre el arte, la revisión de Las Meninas, de Desayuno en la hierba. Un revival de la Historia de la que se habían apartado las vanguardias".





La salita (1970) de Equipo Crónica (detalle)



Los artistas pop no acercan la Historia pero también la publicidad, el cine... Y eso es parte de su atractivo y de la atracción indudable que genera entre nosotros. "Hemos crecido con el pop -reconoce la comisaria-con las imágenes que ellos crearon de la Coca-Cola o de la sopa Campbell. Pero no me gustaría que la exposición se quedase solo en eso, en el atractivo. Porque aunque es cierto que ellos adoptan los mensajes de la sociedad de consumo, también es cierto que había mensaje, crítica, alegoría...". Por el motivo que sea, lo que está claro es la mitificación de de artistas como Lichtenstein, Jasper Johns, Warhol, Tom Wesselmann e incluso Equipo Crónica. Eso, y la obsesión por las imágenes que todos comparten.



La exposición del Thyssen se abre con un grabado de 1992 del famoso collage Just what is it that makes today's homes so different, so appealing? (¿Qué es lo que hace que los hogares de hoy sean tan diferentes y tan atractivos?) realizado en 1956 por Richard Hamilton. Fue la primera vez que apareció la palabra pop (la sujeta el fornido culturista) en una obra de arte. "Él fue un pionero, un iluminado que traza la lista de lo que a partir de ahí iba a ser el arte pop", dice Alarcó. No es de extrañar por eso que el Reina Sofía, que ya se encargó de Roy Lichtenstein en 2004, le dedique ahora una gran retrospectiva. Una interesante coincidencia que pone en valor ambas exposiciones. Así lo han visto también los dos centros, que sacan a la venta por primera vez una entrada conjunta de 13 euros que permite al visitante el acceso a las dos muestras.