El Museo Reina Sofía inaugura la mayor retrospectiva hasta la fecha del artista británico Richard Hamilton, por muchos considerado el Pop Art. Vicent Todolí, uno de los comisarios, nos da las claves para deternernos en diez de sus obras fundamentales.

Fue un artista atípico. Un ser sin manías que presumía de su complejidad. Lejos de un estilo reconocible, Richard Hamilton (Londres, 1922-2011) tocaba todos los palos, lo mismo collage, pintura, escultura, fotografía o instalación. Producía muy poco y se negaba a vender sus obras. Antes de que saliera un ordenador o una cámara nueva al mercado ya la tenía, y era un obsesionado por el detalle, un lector de Joyce empedernido y un escritor al que le encantaba esconderse en el pseudónimo. Entre sus referentes estaban Picasso, Schwitters y Duchamp, aunque su capacidad de curiosidad llegaba a Fra Angelico, Velázquez, Courbet, Goya o Balzac, protagonista de su última obra, un tríptico al que no le dio tiempo a titular.



Lo vemos ahora en el Museo Reina Sofía, que inaugura su mayor retrospectiva hasta la fecha, en la que Hamilton trabajó de manera activa junto a Paul Schimmel y Vicente Todolí antes de fallecer en 2011. Una parte de esta exposición la vimos ya este invierno en la Tate Modern de Londres, aunque llega a Madrid mucho más ampliada, con más de 270 obras, recogiendo lo mejor de su producción desde los años 50. Recorremos la exposición con los dos comisarios y nos dan las claves para detenernos ante diez de sus obras fundamentales.



Growth and Form, 1951



Es una de las obras más especiales de esta exposición, ya que es la primera vez que se reconstruye esta instalación de Hamilton de 1951. Se lo habían pedido muchas veces para otras retrospectivas, pero Hamilton eludía siempre de esta obra en particular. Según explicaba, era una tarea imposible: las labores de investigación y de producción ya habían sido complejas en 1951, y rescatar el material original parecía extremadamente difícil. Sin embargo, todo cambió en 2011, cuando el artista recuperó una importante colección de fotografías inéditas de la instalación original, documentos de archivo y películas de 16 mm. Es una obra de una densa red de relaciones visuales, formales y espaciales, que deja claro hasta qué punto se inspiró en el Surrealismo y el Dadaísmo, en las técnicas literarias de Joyce y los motivos de Duchamp. Una auténtica declaración de intenciones.




This is Tomorrow, 1956



La exposición This is Tomorrow (1956) nació de la iniciativa de la revista Architectural Design, que invitaba a artistas, arquitectos y diseñadores a desarrollar varios proyectos. Hamilton trabajó junto al artista John McHale y al arquitecto John Voelcker en la instalación The Fun House, con imágenes procedentes del cine de Hollywod, la ciencia ficción, la publicidad y otros estímulos sensoriales y ópticos. Para el cartel y catálogo de This is Tomorrow, Hamilton creó su hoy célebre collage ¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas? (1956), que también encontramos en Mitos del Pop, en el Museo Thyssen-Bornemisza. La obra, que constituía una crítica a la cultura consumista, aunaba el interés de Hamilton por el diseño y por el efecto de los interiores en la vida de la gente así como su preocupación acerca del impacto de la televisión y, sobre todo, atestiguaba la apropiación de las imágenes procedentes de los medios de comunicación. Una grabadora, un culturista, una modelo en topless, el cartel de una novela barata, las luces de neón, entre otros elementos, señalan el inicio del pop y su aproximación a la cultura visual de masas.




Man, Machine and Motion, 1955



Tras este título se esconde, también, una exposición formada por unas 200 fotografías, adquiridas por el Museo Reina Sofía este mismo 2014 y que Hamilton presentó en 1955 en la Hatton Gallery de Newcastle y en el ICA, lugar donde Hamilton había fundado, junto a otros compañeros, el Independent Group. La muestra refleja la fascinación del artista por la historia de la tecnología y por el modo en que los medios de transporte habían alterado toda visión y vivencia del mundo y por la manera en la que los medios de comunicación nos permiten acceder al mundo que se encuentra más allá de nuestro entorno inmediato.




$he, 1958-61



Es una de las obras pop más icónicas de Hamilton, una pintura al óleo y collage en la que estudiaba la imagen sexual de los anuncios de aparatos de uso doméstico. "Lo peor que le puede suceder a una chica, según los anuncios, es que no logre sentirse totalmente a gusto en el exquisito entorno de sus electrodomésticos", explicaba el artista. Esta obra habla de cómo el papel de la sensualidad en el diseño contemporáneo y en la publicidad se convierte en el elemento central del primer acercamiento del artista a las imágenes de la cultura popular.




Interior II, 1964



"Todo interior es una colección de anacronismos, un museo", escribió Hamilton a propósito de esta obra. Una de sus preocupaciones era comprobar si la pintura era capaz de incorporar imágenes diferentes, pero también épocas diferentes. Hamilton también afirmó en una ocasión que cada detalle del interior de Las Meninas de Velázquez "es un testimonio de la historia de España", algo que se puede decir acerca de sus propios interiores en relación al mundo contemporáneo, alterados ya para siempre por la presencia de objetos dispuestos a ofrecer información como el teléfono o el televisor. Su visión de Las Meninas las dejó patentes en 2010 en el Museo del Prado.




My Marilyn, 1965



Hamilton se interesó por unos contactos fotográficos en los que Marilyn Monroe había tachado las imágenes que no correspondían a la construcción de su imagen pública. En esta obra, en un nuevo duelo con la fotografía, el artista trasladó a la pintura las marcas que Monroe había señalado y, en algunos casos, recubrió completamente con capas pictóricas las imágenes tachadas. Indagaba así sobre el placer visual que el cine de Hollywood ofrece a la mirada masculina y sobre la confusión entre la persona y su representación orientada al consumo masivo.




Swinging London, 1968-1969



Hamilton recoge en estas obras las dos caras del llamado "Swinging London", el apelativo con el que se popularizó la capital británica durante el estallido del pop y el rock durante la segunda mitad de la década de 1960. En esta serie, el artista alteró por diversos medios una fotografía de Mick Jagger esposado junto a Robert Fraser, su galerista, tras su detención por posesión de drogas. Al convertir el "Swinging London" (el Londres libertino) por "Swingeing London" (el Londres severo), Hamilton refería la "severidad" de la condena judicial contra el vocalista de The Rolling Stones.




Retrato del artista por Francis Bacon, 1970



En 1968 Hamilton comenzó a invitar a otros artistas y amigos a retratarle con una cámara Polaroid. En la exposición pueden contemplarse 128 instantáneas realizadas hasta el año. De entre las Polaroids que le retrataban, Hamilton se sintió intrigado por la realizada por Francis Bacon. Decidió convertirla en un colotipo e imitar, sobre ella, las manchas propias de la pintura de Bacon. Ensayó una manipulación en un doble sentido: la alteración del aspecto original de la fotografía y la conseguida emulación del gesto y técnica de otro pintor.




The Citizen, 1982-83



Remite a un reportaje televisivo en el que se mostraba a unos presos del IRA que, en señal de protesta, habían untado las paredes de sus celdas con sus propias heces. El uso del cuerpo como forma de protesta y los perfiles del preso escogido por Hamilton establecen una conexión cristológica de particular impacto visual. The Citizen conecta con otras dos obras acerca del conflicto de Irlanda del Norte: The Subject (1988-1990) muestra a un miembro de la Orden de Orange en Irlanda del Norte en uno de sus desfiles ante un inquietante estallido lumínico que sugiere un contexto de violencia política urbana. De modo similar, The State (1993) muestra a un soldado británico patrullando dubitativo las calles, en sentido opuesto a un camino difuminado de incierto final.




Descending nude, 2006



Como un "iconoclasta de sí mismo", Hamilton alteró a lo largo de los años la naturaleza original de sus imágenes de interiores incorporando nuevos elementos. Regresaba así al collage como estrategia y volvía a dialogar con la obra de Duchamp mediante la introducción de desnudos que, en los casos de Descending nude de 2006 o The Passage of the bride de 2004, suponen nueva referencias explícitas a las duchampianas Desnudo bajando una escalera y El gran vidrio respectivamente.