Cuando llegue a Madrid escribiré más por extenso sobre artistas y sobre obras pero como ese artículo aún tardará un par de semanas en llegar a las páginas de El Cultural (único medio español, que yo sepa, representado aquí), les ofrezco ahora un pequeño y apresurado adelanto sobre Manifesta 10, la bienal europea de arte contemporáneo que se presentó ayer a la prensa en el Hermitage de San Petersburgo y que se inaugurará oficialmente mañana sábado. Probablemente hayan estado al tanto de las polémicas que ha suscitado la elección de esta ciudad como sede. La libertad de expresión lleva muchos años bajo amenaza en Rusia pero en el último año se han acumulado razones para cuestionar la oportunidad de este evento artístico, con la promulgación de leyes medievales sobre la sexualidad y con la intervención militar sobre Crimea. La comunidad artística estaba dividida: ¿dar la espalda a la bienal como signo de protesta o aprovecharla para denunciar la situación sociopolítica del país? El veterano comisario alemán Kasper König ha ocupado una posición ciertamente difícil y parece un milagro que, pese a todas las presiones que ha recibido desde todos los flancos, haya conseguido sacar adelante el proyecto.



Pero tenía la obligación de componer una exposición sin fisuras, que respondiera a las expectativas no solo artísticas sino también políticas, y no lo ha conseguido. Sabemos que algunos artistas han rechazado la invitación y König dejó caer que otras propuestas iniciales no se pudieron llevar a cabo por razones económicas o porque no "tenían sentido" en el contexto del Hermitage. Es evidente que todas las obras han sido inspeccionadas por la autoridad censora que corresponda y el director del Hermitage, Mikhail Piotrovsky, dejó muy claro que cumplen con las leyes vigentes. Por si acaso, en los carteles de Manifesta 10, se ha incluido la advertencia: "+16". Y no hay nada que resulte "ofensivo" en lo religioso para el conservador público de San Petersburgo, que el año pasado acosó sin piedad la exposición de los hermanos Chapman.



König y Piotrovsky han hecho en los meses previos declaraciones en las que defendían la autonomía del arte y su independencia de la política, en dos sentidos: la libertad de los artistas de crear al margen de los acontecimientos y la protección del arte y de los museos frente a las injerencias del poder. En San Petersburgo, hoy, ninguna de esas pretensiones es posible. Y se refleja en la exposición. Sí hay en las dos sedes, los palacios del Hermitage y su nueva ampliación en lo que aquí llamaríamos Casas de Oficios o edificios administrativos, al otro lado de la plaza, obras que abordan más o menos directamente cuestiones de relevancia social o política. A nuestros ojos quizá parezcan tibias pero hay que tener en cuenta que, en Rusia y en particular en la escuálida escena contemporánea de San Petersburgo, es frecuente que los propios artistas se autocensuren para evitar problemas, por lo que esas obras podrían tener más impacto del que imaginamos.



El gran problema de esta Manifesta 10 es que, como reza el título de la presentación de König en el catálogo, es una "Manifesta without a manifesto". Él se refiere a que renunciaba a hacer un manifesto político pero la realidad es que no hace un manifesto de ningún tipo. Es muy decepcionante escuchar a un profesional del arte con su experiencia decir que el criterio que ha utilizado para hacer la selección ha sido "la intuición". Su objetivo: juntar artistas que son o han sido (nueve fallecidos en una bienal "de arte actual") relevantes en el arte de las últimas décadas. No hay posibilidad de encontrar un hilo. Algunos artistas han respondido a la sugerencia de que realizaran trabajos relacionados con los palacios que conforman el Hermitage. Otros no.



Las medias (medidas) tintas y, sobre todo, la ausencia de un statement artístico sólido hacen que esta Manifesta 10 se tambalee. Ya les hablaré de la significación de que esto se haga en el Hermitage. De momento les avanzo que, en un museo que invita a correr (es asombrosa la velocidad con la que los grupos recorren las filas de salas) y en el que la arquitectura y sus elementos ornamentales tienen tanto peso, las intervenciones sobre la colección permanente, difíciles de localizar, se pierden.



Hoy veré todo lo que pueda del programa paralelo de exposiciones. Ayer, en la antigua escuela militar donde se ha instalado el grueso de los proyectos seleccionados por un jurado internacional, la impresión fue muy buena. Aquí si hay arte ruso actual. Pero tampoco esperen allí una oposición decidida al régimen.