Asier Mendizabal junto a sus nuevas obras

Sus obras son enigmáticas y difíciles de desentrañar y hacen que la anécdota se convierta en un hecho que actualiza el pasado. Un pasado en el que la historia del arte y la ideología de las formas tienen un peso fundamental. Asier Mendizabal (Ordicia, 1973) habla constantemente de "formatear". Rescata varios hechos concretos al hablar de su exposición en el nuevo espacio de CarrerasMugica titulada Toma de tierra. Un pequeño busto de Unamuno, colocado en 1984 en la plaza que lleva su nombre en Bilbao, fue el germen inicial de la exposición: "Las modestas dimensiones del busto, del tamaño de una cabeza, debieron sugerir al encargado de diseñar el monumento la solución de recurrir a elementos arquitectónicos genéricos para garantizar cierta monumentalidad, una columna de 4 metros que actúa de peana. La extraña relación de escala entre la columna y la cabeza, casi inaccesible a la mirada desde el suelo, hacen pensar que, quizás, el alejar tanto el busto del suelo atendió también a otras urgencias".



-La función del monumento es uno de sus intereses principales, como hemos visto en la actual Bienal de São Paulo, donde mira, de nuevo, a Oteiza como heredero de la tradición escultórica vasca. ¿Cómo lo aborda en sus nuevas obras?

-En la exposición, desplazo el énfasis del monumento a la peana que lo sostiene. Me interesa cómo la convención construye los símbolos de lo institucional y del poder civil. De ahí nace la serie La columna infame, el centro de mi propuesta en la galería.



-El título de la muestra, Toma de tierra, se lo ha robado a Baudrillard. ¿Con qué idea?

-Baudrillard hablaba de la masa como una "toma de tierra", como un pararrayos que desvía hacia el suelo todas las energías. Evocaba algo muy físico y me recordó a la peana. Una función del monumento era la de reunir a gente a su alrededor. Umberto Boccioni tiene un dibujo de una figura ecuestre rodeada de gente que está muy presente en estos trabajos. La marea de brazos en alto forma una ambigua representación de la fuerza, y la masa lo mismo parece sostener la figura que derribarla.



-El "fenómeno de la masa" aparece en una nueva versión de las obras que expuso este año en la Secesion de Viena.

-Esta nueva obra responde al título de El azar y el proceso. Es un sistema modular sobre el que hay grabados que remiten a dos fuentes: los grabados a partir de fotografías utilizados para ilustrar la prensa en el siglo XIX, donde las congregaciones de la gente aparecían sin detalles, como una imagen de "masa informe", y grabados extraídos de un catálogo de motivos de la revolución cultural china referidos a una idea simbólica del paisaje.



-Tildan su trabajo de críptico. Haga un ejercicio de síntesis: ¿cuál es la idea de fondo?

-Me niego a aceptar que mi trabajo sea críptico. Contiene más referencias, más aparato textual y más evocaciones a problemáticas del propio arte de las que a veces me gustaría; hasta el punto de que siento pudor tener que explicarme demasiado. Lo que trato de evitar es que la recepción del trabajo descanse en certezas previas. Me interesa crear una especie de resistencia a la lectura, para aplazarla y hacer aparecer los elementos que damos por hechos en la construcción de esos significados.