Henán Cortés
Es una de las grandes exposiciones que pueden verse en Madrid, en el Centro de Arte Canal de la Comunidad de Madrid, hasta el 3 de mayo. Es un proyecto ambicioso sobre el Itinerario de Hernán Cortés, con 400 piezas, entre cuadros y documentos procedentes de 47 museos. La ruta de otra gran conquista.
Con el objetivo de valorar en su justa medida y con rigor histórico el papel que estos hombres jugaron en el primer contacto entre la civilización europea y las civilizaciones americanas, Centro de Arte Canal, en colaboración con la Real Academia de la Historia y el Instituto Nacional de Antropología en Historia de México, dedica una exposición al conquistador extremeño Hernán Cortés (Medellín, Badajoz, 1485 - Castillejo de la Cuesta, Sevilla, 1547), quien atravesó selvas, desiertos y montañas para protagonizar la legendaria conquista de México y derrotar al emperador azteca Montezuma en la heroica toma de la ciudad de Tenochtitlán. "Sin embargo, el objetivo de la muestra no es dar una imagen positiva o negativa de Hernán Cortés", explica Martín Almagro-Gorbea, comisario de la exposición y Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. "La idea es poner la documentación al servicio del visitante para que saque sus propias conclusiones".
Vista de la exposición
Itinerario de Hernán Cortés es un ambicioso proyecto con más de 400 piezas procedentes de 47 museos que se despliegan en un elaborado dispositivo narrativo que invita a contemplar las peripecias del conquistador desde todos sus ángulos. Varios elementos convierten el recorrido, lineal y dividido en siete capítulos, en una experiencia sensorial absorbente. Una compleja instalación acústica dota a todo al conjunto del nervio y la tensión propios de una banda sonora y elementos escenográficos tales como la recreación audiovisual de las largas travesías marítimas o la construcción en una de las salas de la enorme estructura de una pirámide escalonada azteca, ayudan a la inmersión del visitante en la narración. El resultado, de manera sorprendente, recuerda a la épica de una novela de aventuras aunque, más allá del envoltorio, la exposición también destaca en un sentido tradicional. Las vitrinas presentan objetos, armas, documentos, maquetas y obras de arte, muchas de ellas nunca antes contempladas en España.La exposición se inicia con un prólogo que presenta al hombre como un animal colonizador. "La historia del ser humano es la historia de las colonizaciones", añade Almagro-Gorbea. "Ese el marco en el que hay que interpretar la obra de Hernán Cortés si no se quiere caer en un mera visión biográfica y descontextualizada". Cortés nació en 1484 en Medellín, una población en la que se superponían ya las distintas culturas que colonizaron las Vegas del Guadiana a lo largo de la historia. En ese momento, la sociedad de Castilla estaba inmersa en continuas luchas y guerras, tanto intestinas como de reconquista del territorio que todavía pertenecía a los musulmanes. En 1492 se completaba este proceso tras la toma de Granada y, al tiempo, Colón desembarcaba en América. Este es el caldo de cultivo que originó una figura tan compleja como el conquistador extremeño.
Antes de emprender la travesía al Nuevo Mundo, el joven Hernán Cortés adquirió conocimientos jurídicos y burocráticos en Salamanca y Valladolid que le serían de gran ayuda en sus posteriores aventuras. "También aprendió latín para lo que debió leer por lo menos La Guerra de las Galias de Julio César y probablemente estudió la vida de Alejandro Magno", explica el comisario de la exposición. "Esto se ve en su actitud posterior en América y en la idea, aprendida del emperador romano, de pactar con los enemigos de tu enemigo para que te ayuden a hacer la guerra". El increíble éxito de Cortés en la toma de Tenochtitlán, al frente de poco más de 400 soldados de fortuna, fue producto de estas tácticas y de la determinación de un hombre decidido a cumplir sus metas.
Desde Veracruz, la expedición tuvo que atravesar los parajes más inhóspitos hasta llegar a la capital del Imperio Azteca. Allí los españoles quedaron maravillados con el exotismo y la complejidad de la ciudad regentada por Montezuma. La exposición evoca aquí la grandeza de la urbe a la que apodaron la Venecia del Nuevo Mundo y se adentra en las particularidades de aquella floreciente cultura mostrando utensilios domésticos, múltiples representaciones de sus dioses y armas y atuendos guerreros. "Era un imperio en formación pero que contaba con su organización social, ritos, religión, grandes monumentos...", comenta Almagro-Gorbea. Sin embargo, no estaba técnicamente tan desarrollada como la cultura europea, sobre todo en el arte de la guerra, y presentaba costumbres de extrema crueldad como el canibalismo.
Hernán Cortés, de nuevo siguiendo las tácticas de Julio César, sabía que tras la conquista era indispensable la colonización. Tenochtitlán fue reconstruida como la capital del México colonial y el Imperio Azteca se transformó en el Virreinato de Nueva España. Más allá de la leyenda negra, cimentada sobre la vertiente más negativa del conquistador, el resultado de sus acciones tuvo una repercusión fundamental en la configuración del mundo actual, que encuentra su origen en la conexión de dos mundos, el Pre-hispánico de América y el Europeo de la Edad Media.