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Escultor minimalista. Poeta visual. Creador inclasificable. Así es Carl Andre y así se divide la primera retrospectiva que se realiza en España de uno de los artistas del siglo XX que revolucionó la disciplina escultórica y la poesía concreta. Carl Andre: Escultura como lugar, 1958-2010 reúne en el Reina Sofía cerca de 400 piezas realizadas en los últimos 50 años. La muestra, que estará disponible en el Palacio de Velázquez y en el edificio Sabatini hasta el próximo 12 de octubre, fue concebida por la Dia Art Foundation de Nueva York junto al propio artista.La obra escultórica de Andre es su cara más conocida pero no se puede entender sin su poesía, tan ligada a su obra plástica como sus piezas a su escritura. La antológica está dividida en tres secciones; la escultura (en el Palacio de Velázquez), su poesía visual y sus obras de difícil clasificación como sus postales o la serie Dada Forgeries, expuestas por primera vez en 20 años (ambas en el edificio Sabatini).
La máquina de esculpir de Carl Andre
Poesía libre o collage virtual es la creación poética de Andre. Su primer poema lo escribió a los ocho años, en los 60 creó 1.300 páginas de poemas y en 1975 dijo que su interés en los elementos en la escultura es paralela a su interés en las palabras como partículas del lenguaje. En ese momento no podía construir algunas de sus más radicales esculturas pero la máquina de escribir le aportó la libertad suficiente para ahondar en lo que le interesaba. Así, su madurez poética llegó en 1957 cuando se trasladó a Nueva York. En sus textos visuales crea esculturas con palabras, frases que crean figuras siguiendo tres esquemas que se repiten en todos ellos, la cuadrícula, el listado y la secuencia matemática.En Dada Forgeries Andre se vincula al arte de Marcel Duchamp. Son temáticas diversas como la historia del arte, el sexo y la religión. Sobre la primera tratan las piezas Margit Endormie, que viaja por el universo de la mujer de Constantin Brancusi y Balzac, sobre una escultura de Rodin. En cambio The sigh of Inmortality y EC. HO son piezas en las que Jesucristo es el protagonista.
Por su parte, Cask of Meats se trata de un libro de crítica literaria con un agujero en el centro que muestra su actitud en contra de los libros. Esta sección que ocupa el edificio Sabatini se complementa con una serie de fotografías que su amigo Hollis Frampton tomó del artista mientras trabajaba en sus primeras esculturas.
Escultura habitable
Antes de la irrupción de los artistas minimalistas Donald Judd, Dan Flavin y Carl Andre, la escultura seguía unas pautas clásicas. Pero el siglo XX reconfiguró los modos de creación volviéndolos más libres y heterodoxos. En los años 60 surgió el minimalismo y se convirtió en una de las prácticas artísticas más influyentes y discutidas al tiempo que marcó una de las grandes rupturas con la tradición anterior. Dentro de estos parámetros, Andre cambió las premisas de la escultura entendida como una obra que apreciar desde fuera, bordeándola como una obra de arte para crear piezas transitables por el espectador. Así, sus piezas de principios de los años 50 se definen por estar realizadas con materiales industriales en las que elimina su huella.A la izquierda EC. HO, a la derecha Margit Endormie
Además, su escultura ha pasado por tres fases diferentes: escultura como forma, escultura como estructura, escultura como lugar. Esta última es, quizá, la fase más interesante en la que Andre convierte sus piezas en lugares habitables. Es decir, las esculturas dominan el espacio creando diálogos con el entorno. Pero sus piezas siempre van más allá y tienen una lectura de fondo. Los materiales que emplea para su construcción, metal o ladrillos, muestran una conciencia política del momento histórico que vive. De modo que la muestra hace un recorrido por sus obras más características e importantes creadas con planchas metálicas, palancas y cintas hasta sus creaciones más reciente y singulares.