Michael Dean, entre la voz y la forma
Jumping Bones, instalación de Michael Dean en Extra City, Amberes, 2015
El artista inglés, uno de los más relevantes de su generación, presenta una sus últimos trabajos en el espacio belga de Extra City
Michael Dean trabaja siempre con hormigón, o al menos con ese material realiza sus piezas escultóricas, aunque antes de iniciar cualquier proceso formal, Dean se detiene primero ante el lenguaje. Toda la obra del artista se funda en el tránsito entre el lenguaje y la forma. Esto podría parecer una obviedad si no fuera porque esta transición es literal, lo cual no quiere decir que sea legible. Dean transforma el lenguaje en una tipografía inventada por él mismo y que se halla fuera del alcance de nuestra comprensión. A partir de estas tipografías crea sus formas de hormigón, un material áspero que puede y puede no dotar de cromatismo. En fechas recientes esta aspereza contrasta con cierta sinuosidad antropomorfa pero, en líneas generales, su trabajo es conocido fundamentalmente por sus vínculos con la arquitectura, donde la fricción es más visible y donde la relación entre la obra y el espacio constituye un mayor reto para el espectador. Permítaseme incluir bajo estas líneas una imagen de una exposición anterior, celebrada en el Henry Moore Institute de Leeds, en la que la escultura se resuelve en una tensa inscripción en la blanca neutralidad del espacio.
Home (Working Title), 2012. Instalación en Henry Moore Institute, Leeds.
En fechas recientes, decíamos, y como constata esta exposición amberina, el lenguaje se asocia a quien lo habla. La instalación de Extra City se titula Jumping Bones y comprende una instalación abierta en la que lo escultórico yace como síntoma de la fragmentación del cuerpo y del lenguaje. El hormigón adopta formas tal vez escindidas del cuerpo, o del habla misma. Recuerdan muchas de ellas a extremidades y miembros, y muchas de ellas semejan lenguas, que no son sino los órganos reproductores del lenguaje. Hay libros y pilas de folios impresos esparcidos por el suelo, y posiblemente haya partido Dean de las palabras en ellos escritas para abandonarse a sus veleidades tipográficas. Pronto vemos que las hojas de los libros han sido arrancadas y las pilas desordenadas en fabuloso desorden, tal vez por visitantes anteriores a nosotros. Su contenido ahora es inconexo, abrupto, y poco se desprende de ellos más allá de balbuceos imprecisos e incoherentes. Ese es el eco que tiene el lenguaje sobre el suelo de este singular espacio: los miembros, lenguas y piedras informes no son sino palabras truncadas, frases sólo a punto de completarse. En resumen: el lenguaje en la obra de Dean se acoge a una performatividad que revela la frustración del discurso. Ahonda en su propia imposibilidad mientras se aferra a su naturaleza táctil. Y, sin embargo, nunca parece agotarse... En el libreto de la exposición no se reproducen las piezas que la integran sino las imágenes ya desmembradas e inconexas de lo que aquellos libros debieron ser. Reminiscente de un trance beckettiano, su lectura evoca el encuentro entre palabra y forma, "caras que se encaran" en un clima de rara intimidad.Jumping Bones, instalación de Michael Dean en Extra City, Amberes, 2015