Alguien ha debido de recuperar el nombre de Isabel Stevez para referirse a Colita, una de las fotógrafas imprescindibles que ha retratado la reciente historia de España. Sus instantáneas sociales tienen ese saber mirar y encontrar el detalle diferenciador. Ahora que se ha jubilado comenta que sigue saliendo con la cámara en la mano para retratar lo que se le antoje interesante. Un repaso por las fotografías de toda su trayectoria, hasta 70, son las que muestran la exposición Ojo Colita en la Galería Fernández-Braso. "Todos los originales que están colgados son vintage, son tirajes de época, casi todos muy antiguos. Están seleccionados de las cajas en las que he ido guardando las que me gustaban", apunta. Un repaso a su forma de mirar y de trabajar. Pregunta.- Su fotografía es un rico testimonio de la historia reciente de España. ¿Qué le pide a la España de ahora? Respuesta.- He estado ahí como vosotros en estos momentos estáis ahí también. La historia no para, paramos nosotros pero la historia continua. Yo he estado en años clave pero los años clave continuan y las nuevas generaciones siguen haciendo fotografías o levantando testimonios fotográficos, o de vídeo. Lo que me ha tocado vivir está ahí, para que la gente lo vea y se informe. P.- Su testimonio anterior quedará ahí pero, ¿qué hay del ahora?, ¿sigue fotografiando? R.- Sí, pero sin encargos. La maravilla de estar jubilada es que trabajas lo que te da la gana, cuando te da la gana y sin encargo. No los acepto. Hago las fotos que me apetecen, donde y cuando me apetece. Llevo pegada a la mano una pequeña cámara pero sin responsabilidad, sin facturación. Eso es una gloria. P.- Se le considera una fotógrafa social. Ahora que no trabaja por encargo, ¿sigue cultivando esta misma disciplina? R.- Cuando me interesa sí. Cuando los indignados se concentraron en la Plaza Cataluña yo estaba con las rodillas hechas polvo, me agencié un bastón, cogí el metro y me planté allí. Estuve haciendo fotos un par de días. No lo puedes evitar porque lo llevas en la sangre y a no ser que te maten te arrastras como un gusano pero ahí estás. Me interesa la gente. P.- La gente... estos momentos... R.- Son unos momentos absolutamente definitivos. Todos los cambios en los ayuntamientos y ahora hay que esperar a la elecciones generales. Estamos viviendo un momento muy muy importante. P.- Y para la fotografía que vive, en parte, del momento es una buena oportunidad, ¿no? R.- Es testimonio. Nosotros testimoniamos lo que tenemos alrededor. El fotógrafo tiene que contar lo que está pasando, tanto en foto como en vídeo. Son los tiempos que corren, no podemos hacer nada más que subirnos al carro o caernos de él. P.- Una situación parecida a cuando se pasó de lo analógico a lo digital, ¿no? R.- Exacto, que todos nos desgarramos las vestiduras y pensamos '¡qué desastre'!. Pues no ha sido tan desastre, hemos seguido trabajando, nos hemos adaptado y no pasa nada. Era algo inevitable, me agencié un profesor de informática y me tiré un año trabajando, compré cámaras digitales y aprendí Photoshop, etc. P.- Ahora parece que se está recuperando el uso del carrete de toda la vida y la fotografía analógica… R.- No te creas. Estos son los artesanos de toda la vida que siempre han existido en todas las categorías artísticas. Siempre hay un artesano que vuelve al óleo, a la cerámica, al dibujo con plumilla, etc. El artesano fotógrafo que vuelve al rollo también existe y es comprensible, vuelve a la tradición de revelar, de tirar copias, etc. Pero será una minoría muy sofisticada que se dedica a hacer esto pero digamos que la masa irá con el maldito teléfono. P.- Desde luego. Pero me refería al boom de la lomografía. ¿Le ha interesado esta disciplina? R.- La lomo tiene muchos años. Tengo una que me compré hace 5 o 6 años y estuve haciendo el tonto con ella, ahora se la he regalado a una amiga más joven para que se divierta. Es una máquina horrorosa rusa que hace unas fotos tan feas, tan raras y de un color tan exagerado que acaban siendo graciosas. Si aprendes a manejarla da mucha risa. Se han juntado unos cuantos loquitos y hacen fotos con eso. Es una manera de pasarlo bien. Es un juguete divertido. Yo ahora juego con cámaras digitales automáticas y no me complico la vida. P.- Para ese juguete hay infinidad de carretes. En blanco y negro, el normal de toda la vida, con más exposición e incluso con filtro vintage incorporado en el mismo carrete. R.- Como las cámaras de foto de digitales. Tienen un filtro, en un ordenador aprietas una tecla y la foto se convierte en blanco y negro. Todo tiene un dispositivo que convierte a una foto antigua. Se añade ruido o grano si quieres, etc. Esto es añoranza.
Hija de porteros, 1966.