Detalle del retrato de Felipe IV pintado por Rubens entre 1628 y 1629
El original, el único pintado por Rubens, se encontraba desaparecido desde los años 60, y se halla en una colección privada en España. Será la estrella de la feria madrileña Feriarte que comienza el sábado 21.
Este retrato del maestro flamenco sale ahora a la luz tras cincuenta años de silencio. El descubrimiento es fruto del trabajo de una experta, Mercè Ros (Barcelona, 1975), responsable de poner a la venta este rubens, que en su quehacer profesional como tasadora y asesora de coleccionistas dio por azar hace un año con una obra que se consideraba perdida, como anunciaba el pasado viernes 13 en su blog. Ros es historiadora del Arte, perito judicial, tasadora, asesora de coleccionistas y propietaria de la galería madrileña que lleva su nombre.
La obra, que Pedro Pablo Rubens pintó entre 1628 y 1629 se trata pues, del único retrato del rey que se conserva realizado por la mano de Rubens, el retrato que en Amberes habría de servir de modelo de todas las copias que le solicitaban en las cortes europeas y que hoy se conservan en importantes museos como el Hermitage de San Petersburgo, el Carnegie Museum of Art de Pittsburgh y la Alte Pinakothek de Munich, o en colecciones privadas como la de la Casa de Alba. El lienzo ya estuvo perdido durante más de dos siglos y medio, desde la muerte del pintor en Amberes en 1640 hasta que volvió a la luz pública a comienzos del siglo XX. Luego se le perdió la pista en los años sesenta.
"No está totalmente claro si Rubens pintó el cuadro en Madrid o ya en Amberes", asegura la historiadora. "Se tiene constancia de que en su visita a Madrid pinta varios, especialmente de la familia real y estudios de obras de Tiziano, pero no se sabe cuáles se llevó al partir". Sin embargo, en opinión de la experta, todo indica que lo hizo en la ciudad flamenca al estar realizado sobre tabla, método que reservaba para sus encargos más importantes, y que a partir de esa tabla se realizaron todas las demás copias hechas por aprendices en el taller del maestro. Al morir, el autor lo dejó inventariado, pero no se volvió a saber de él hasta principios del siglo XX, cuando reapareció en manos de una familia noble de Kent (Inglaterra), a la que se lo compró el marchante británico H. M. Clark. Durante su posesión, en los años veinte, el historiador hispanista August L. Mayer lo contempló y lo registró en el Burlington Magazine. En 1926, el famoso marchante estadounidense Joseph Duveen, el más importante de todo el siglo XX y fanático de Rubens, adquirió el cuadro, que vendió en 1929, en pleno crack, a la millonaria Ruth Vanderbilt por 160.000 dólares. Para entonces la obra ya había sido transferida a lienzo. En los sesenta, pasó a manos del millonario hotelero y coleccionista Otto Eitel, muerto en 1983. "Desde entonces no existe ninguna constancia documental de la obra", explica Ros.
El retrato de Felipe IV será la estrella de Feriarte, la feria de arte y antigüedades que se celebrará en el recinto ferial madrileño de Ifema entre el 21 y el 29 de este mes. Para su venta, Mercè Ros solicitó el permiso de exportación a la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, que, a partir de un informe de expertos del Museo del Prado, lo ha declarado temporalmente inexportable y propone que sea incluido en la categoría de bien de protección especial. El Estado podrá ejercer durante seis meses el derecho de tanteo, como prevé la legislación. Ros se resiste, "por respeto al Estado y a la familia propietaria" a desvelar el precio, aunque sí lo cifra en "varios" millones de euros. "Aunque tasar su valor es complejo, pues hace falta reunir más documentación y en principio está negociando su adquisición el propio Estado. De salir finalmente a subasta pública su precio se revalorizaría", añade.
Antes que su precio, la historiadora prefiere resaltar su altísimo valor histórico: "La importancia de este original de Felipe IV no es solo el valor de la obra en sí, que a nivel técnico y artístico es altísmo, sino también lo que hay fuera del cuadro, la historia que rodea su creación. Es un momento único en el que se juntan el rey más importante de su época, gran coleccionista de arte, y el pintor más relevante de su tiempo". Sobre el futuro de la obra, Ros espera que el cuadro permanezca en España: "sería un gran paso, cerrar el círculo de una obra que se gesta en Madrid y cuyo lugar natural, donde más sentido tendría que se expusiera, es en las colecciones del Museo del Prado".