Grifos sonoros de Lugan, 1972
Marcel Duchamp, el padre del arte moderno, decía que el sonido también ocupa espacio. Y defendía la idea de que la experiencia depende de dónde y cómo se sitúe el espectador frente a esa obra. Poco a poco diferentes artistas comenzaban a usar el sonido como arte. Sin etiquetas, sin saber que años más tarde podrían ser reunidos en un ecléctico grupo de prácticas diversas. Tirando de ese hilo, la Fundación Juan March de Palma de Mallorca ha agrupado una serie de piezas del así llamado "arte sonoro" para que convivan con las obras de la colección permanente de sus salas. Una idea que cuenta con el objetivo de hacer revivir lo estanco de los museos y combatir su estaticidad. Arte Sonoro en España 1961-2015, comisariada por José Iges y José Luis Maire, itinerará al Museo de Arte Abstracto de Cuenca y de cara a octubre llegará a Madrid.La entrada de estas piezas en espacios museísticos supone una apertura y una alteración de la normalidad a la que nos tienen acostumbrados los museos. "Uno de los retos es que las obras de arte sonoro dialoguen con las piezas de la Fundación. Si hubiéramos tenido un cubo vacío hubiera sido más fácil, pero hay un asunto a favor, el hecho de que algunos autores representados se correlacionan o bien entre sí, o bien de manera generacional con las obras que traemos", anota José Iges. De esta manera, desde que en la década de los años 60 entrara en los museos, estos han tenido que plantearse nuevas fórmulas expositivas ya que para exponer el sonido como tal hay que tener en cuenta diversos factores ajenos a la musicología y la ciencia acústica.
Junto a José Iges frente al proyecto está José Luis Maire, un artista joven que proporciona una doble visión y juega con esas dos generaciones diferentes de las que forman parte. "Hay diferencias generacionales que ofrecen una mirada más amplia", dice Iges. Como ejemplo de las obras expuestas apunta a una pintura de Francisco López en la que se puede ver un ventanal. Este ventanal se "ha convertido en objeto sonoro porque se escucha como si fuera un altavoz". Esto es, a su parecer, algo que "crea perplejidades porque hace resonar el edificio" de modo que el museo pasa de ser un espacio mudo a ser una "cabidad resonante", añade.
Wav, de Mikel Arce, 2004.
Pero no solo hay artistas contemporáneos sino otros clásicos como Juan Muñoz, que "está representado por una obra que es una especie de silencio congelado" en la que hay una escultura que apoya la oreja en la pared. Aunque no es de fácil definición, la idea es "rastrear los orígenes del arte sonoro en España". Y ese origen se puede situar en el cambio de prácticas pláscticas del colectivo artístico ZAJ, Los encuentros de Pamplona de 1972 y Lugan, los pioneros de esta disciplina. En torno a este último, de hecho, está ligado Isidoro Valcárcel Medina con proyectos que se han ido desarrollando a lo largo de los años y "han cobrado interés al compás que lo ha hecho su figura", anota Iges. "Si antes era un autor de culto, es más accesible desde que ganó el Premio Velázquez y el Premio Nacional".
Hay otras "aproximaciones que van en la línea de encontrarnos con las facetas diferentes entre autores que trabajan con el sonido como objeto para realizar arte como sustancia, otros, como Berenguer, van más unidos a la música". La muestra, en conjunto, pretende mostrar los orígenes, la diversidad de trayectorias y la vitalidad del arte sonoro desde 1961. En este sentido, Mikel Arce, por ejemplo, expone una instalación de cubetas de agua. Debajo de ellas coloca sonidos graves que hacen mover al agua en las cubetas y estas, a su vez, proyectan a través de una luz en la pared esas vibraciones. Inlcuso el propio José Iges, junto a Concha Jerez, exponen Inventario, una amalgama de artilugios tecnológicos en desuso que se mueven al ritmo que provoca la interactividad del espectador mientras suenan los aparatos.
Viva Madrid que es la corte, de Isidoro Valcárcel Medina, 1992.
No obstante, las referencias a Lugan son múltiples ya que trabajó desde un planteamiento constructivista caminando hacia obras audiovisuales táctiles que le condujeron a ser el pionero del arte electrónico en España. El objetivo último, por tanto, es hacer visible el sonido organizado con criterios artísticos y relacionarlos con otro tipo de obras, haciéndolos convivir. Y, tirando del hilo musical, como documentación se muestra algo que es tanto medio como obra en sí: vinilos y casettes. "Son experiencias que tienen que ver con la presencia de la persona en el lugar, ejercicios de medición de la persona con la obra", apunta Iges.Incluso una instalación a propósito de la exposición realizada por Xavier Erquizia en la que, paseando micrófonos de diverso tipo, capta el sonido del edificio. Se convierte en obra sonora eso que envuelve al espectador con la sonoridad de las propias salas y de lo que se cuenta allí. ¿Habrá sorpresas en esas grabaciones?
@scamarzana