Brilló con fuerza propia en Versalles a pesar de que nadie podía ser más estrella que el Rey Sol. Charles Le Brun (1619-1690) trabajó como pintor de Luis XIV durante dos fructíferas décadas en las que, entre otras cosas, planificó la decoración integral del nuevo Palacio a las afueras de París al que el monarca francés trasladaría la corte en 1682 para huir de los problemas que en la capital le ocasionaban nobles y demás cortesanos.
Tres siglos y medio después de su realización, las grandes decoraciones del Palacio de Versalles no han perdido su poder de fascinación. La exposición Dibujar Versalles, organizada gracias al acuerdo entre el Museo del Louvre y la Obra Social "la Caixa", permite al visitante adentrarse en el corazón de la fabricación de esas decoraciones.
Le Brun, que ya trabajaba en exclusiva para Luis XIV, fue el responsable de planificar esta obra palaciega, a la que confirió un tratamiento orquestal: participaron en ella cientos de artistas y artesanos, los mejores de cada disciplina. El propio artista elaboró personalmente algunas piezas, entre las que destacan dos impresionantes composiciones: la Escalera de los Embajadores y la Galería de los Espejos, un conjunto de pinturas de su época madura.
"Los cartones nos permiten descubrir dos grandes decorados hechos por Charles Le Brun en Palacio de Versalles en época de Luis XIV. Uno ya no existe, fue destruido en el siglo XVIII, que se llamaba la Escalera de los Embajadores, que era la entrada a los grandes aposentos del rey que después daba a la galería de los Espejos y el otro es, precisamente, la Galería de los Espejos, los cartones, que son los dibujos que permitían trasladar los contornos a la pared o a la bóveda, permiten ver los decorados a escala natural, uno por uno, y en blanco y negro, es una cosa extraordinaria, descubres las decoraciones como un puzle", explica la comisaria de la exposición, Bénédicte Gady.
La exposición, que reúne 74 obras, propone explorar la génesis de esas grandes decoraciones a través del testimonio único que constituyen los cartones decomisados por la Corona a la muerte de Le Brun. Esas obras, a la escala de las pinturas que sirvieron para trazar los contornos de los modelos, permiten observar el método de trabajo del artista y a sus asistentes en plena labor, dado que la utilización de las herramientas es muy perceptible en los cartones. Algunos se muestran ahora al público por primera vez, tras una importante restauración en la que ha colaborado Obra Social "la Caixa".
Tras este proceso de restauración ha sido posible entender los métodos de Le Brun que bien repasaba los contornos del dibujo con una tinta o hacía un picado y después transfería los contornos a la pared con un polvo de carbón. Además, tres de los 36 cartones expuestos en CaixaForum se muestran por ambas caras, lo que permite contemplar en vivo las técnicas con los que se dibujaba sobre ellos.
En cuanto al fondo, los cartones muestran estudios de personajes, figuras alegóricas, trofeos y animales que se integraron en las composiciones, concebidas como grandes rompecabezas simbólicos. En la Escalera de los Embajadores, Le Brun dilató el espacio recurriendo a la ilusión óptica y mezcló ficción y realidad para crear un ambiente alegórico que representaba el regreso de Luis XIV tras una de sus victorias militares. Alrededor del rey dispuso las naciones de los cuatro continentes, los dioses de la Antigüedad, victorias, amorcillos y artes: una representación monumental en honor y gloria del monarca absoluto.
También podemos contemplar en la muestra una reproducción del techo de la Galería de los Espejos, con las distintas escenas de la Guerra de Holanda. Dos de las más importantes presentadas en esta ocasión: El Franco Condado conquistado por segunda vez, y uno de los episodios más famosos de esta guerra, el Paso del Rin (1672), que se muestra a través de los cartones sueltos y sin montar, tal como se encontraban en el estudio de Le Brun.
En conjunto, una buena oportunidad para acercarse al fascinante universo de Luis XIV y de Versalles, donde el monarca encontraría su espacio ideal, un lugar desde donde poder ser, al fin, el Rey Sol.