Andy Goldsworthy

El artista británico del land art expone en la galería Slowtrack, hasta el próximo 21 de mayo, sus últimos trabajos efímeros

Sus manos están agrietadas por el frío de las estalactitas y la nieve. Todo lo manipula con sus propias manos y, respetuoso con la naturaleza, no hace uso de elementos artificiales. Tan solo lo que el entorno proporciona. Y sus caminatas, por supuesto. Andy Goldsworthy (Chesire, Inglaterra, 1956) es un gran caminante pero dice que no sale a pasear sino que lo entiende como ir caminando al trabajo. Como un acto diario más. A sus 59 años sigue trabajando casi todos los días y, de hecho, cuenta que prefiere estar activo involucrado en sus proyectos que de vacaciones. Parte de sus últimos trabajos efímeros se muestran en la galería madrileña Slowtrack.



Esperar. Así se llama la muestra compuesta por fotografías y vídeos que ha realizado el artista británico. Coetáneo del land art de Richard Long, Andy Goldsworthy, es paciente y le gusta esperar. Porque este "no es un acto pasivo sino algo mucho más intenso. Es desear, aguardar y a veces haciendo nada se hace mucho", señala. Las inclemencias del tiempo, la soledad y lo estático forman parte de su proceso creativo.



Pregunta.- Esperar... ¿el qué?

Respuesta.- Siempre he defendido que la mejor manera de entender el cambio real es permaneciendo en un mismo lugar. Cuando viajo veo diferencias entre distintos lugares pero es estando en un mismo sitio cuando ves los cambios profundos. Viviendo en un mismo lugar veo a la gente envejecer, tener niños, etc. Ese es el cambio real mientras que visitando otros lugares tan solo te ofrece ser consciente de las diferencias. Y yo estoy más interesado en lo que subyace en los cambios.



P.- Caminar es una de las premisas de su arte. ¿Cuando sale sabe de antemano lo que busca o lo deja al azar?

R.- Pueden ser ambas cosas pero muchas veces salgo a esperar qué sucede. En ocasiones el momento se escapa y no puedo realizar el trabajo; el momento se ha ido, la luz ha cambiado, la nieve se ha derretido. Hay muchas cosas que pueden suceder cuando sales, de modo que guardo la idea para otro momento. A veces vuelve pero de otra forma y en la espera pueden ocurrir muchas cosas. He aprendido a esperar.



P.- ¿Forma parte del proceso de su manera de entender el arte?

R.- Genuinamente yo camino hacia el trabajo, no salgo a pasear. Pero hay un acto muy escultural en el caminar que se convierte en el pasadizo humano por el medioambiente. Hay un vídeo en el que camino sobre una cuerda, es algo muy corto pero trato de transmitir ese carácter escultural del caminar.



En ocasiones el uso azaroso de la naturaleza, como lanzar unas cuerdas o unas ramas al aire para que creen una forma puede ser el motivo de una pieza del artista inglés. Otras veces, en cambio, algo tan efímero como la nieve que se derrite da paso a una serie de fotografías en las que se observa el transcurso del tiempo. Y ese mismo lapso en el que el tiempo cambia puede estropear el plan de la obra. "Nunca se sabe cuándo es el momento perfecto, yo espero a que llegue lo que hace que el proyecto sea más exigente". Por eso, para crear las exposiciones Goldsworthy saca fotografías únicas de dichos momentos. Siempre una sola copia "que son el final del proceso".



P.- Siempre ha sido respetuoso con la naturaleza y ahora presenta unos trabajos efímeros. ¿Por qué ha querido darles este carácter?

R.- Si quiero entender la naturaleza tengo que trabajar con la nieve, con la lluvia, con las piedras. La naturaleza es cambio y tengo que trabajar con ello. Todas las cosas se van, eso es lo que tenemos que ver.



Debajo subyace una trayectoria que arrancó en 1974-75 cuando tenía 18 años. Desde entonces todo ha cambiado pero Goldsworthy se mantiene fiel a la naturaleza pero con matices. "Cuando eres joven haces las cosas con una energía y un significado muy grande para uno mismo. El reto es mantener esa energía sin caer en la repetición que convierta el trabajo en aburrido", apunta el artista. Sus trabajos actuales, añade, están conectados a aquellos proyectos de juventud pero "con la madurez de la espera se vuelven más poderosos", amplía.



Y esto no lo traduce tan solo a la experiencia de toda una vida sino a un cambio en la percepción. "Los trabajos de antes son más crudos, ahora en cambio hay tensión en ellos". Caminar sobre una cuerda, bajo la lluvia o subirse a un árbol y quedarse inmóvil durante diez minutos "no son prácticas placenteras, son incómodas y al rato te duelen todos los músculos" ya que la naturaleza y el ser humano no están al mismo nivel, no hay equilibrio. "Se trata de la quietud, de la intensidad", señala.



Por eso, para el artista del land art hacer arte es como el comer, "una manera de entender y ver el mundo y una forma de entender mi propia relación con el mundo, mi sitio, mi condición. Se trata de la gente y la naturaleza".



@scamarzana