Vista de la sala de la Escalera de los Embajadores

CaixaForum acoge estos días Dibujar Versalles, una exposición que redescubre el valor de la decoración del Palacio de Versalles a partir de dibujos y cartones preparatorios que realizó Charles Le Brun durante el siglo XVII y que han sido restaurados para la ocasión. El centro de la muestra es la exhibición de 36 cartones, muchos de los cuales se muestran por primera vez, de las 74 obras que componen los dos espacios en los que se divide la exposición: la Galería de los Espejos y la Escalera de los Embajadores. La obra se completa con 22 bocetos y dibujos además de 14 grabados en ambos espacios.



Construida entre 1675 y 1679, la Galería de los Espejos se alza imperiosa en un espacio de 700 metros cuadrados para los que Le Brun presentó hasta tres proyectos decorativos que iban desde la tendencia artística más tradicional de Versalles que mitificaba al dios Apolo, pasando por la temática de Hércules y, finalmente y tras ser rechazadas sus dos propuestas, proponer un tercer programa en el que el absoluto protagonista fuera Luis XIV, algo totalmente revolucionario para un siglo en el que poner en escena representaciones alegóricas de personas vivas era algo sin precedentes.



Cinco años le bastaron al pintor francés para decorar el espacio del que ahora podemos conocer paso a paso el proceso de trabajo para las pinturas, desde los primeros trazos hasta los dibujos finales a escala real. En el techo de la galería deslumbra de manera vertiginosa un decorado que ilustra en el centro el reinado de Luis XIV, desde 1661, cuando decide prescindir la regencia y gobernar por sí mismo.



El paso del Rin muestra una pintura que constituye uno de los episodios más famosos de la Guerra de Holanda, quizás el mayor éxito militar hasta entonces. Estos cartones se exponen por primera vez, habiendo sido desenrollados y restaurados mínimamente para conservar el aspecto que tendrían entonces. Los cartones estaban construidos por varias hojas de papel unidas, sobre las cuales Le Brun trazaba con lápiz negro y tiza blanca para trasladar después a la pared. Pero la técnica le servía también para obtener una vista previa, verificar in situ la exactitud de las proporciones y corregir en caso necesario. Finalmente, los óvalos pequeños ilustran escenas de política interior, entre las que destacan El orden restablecido en las finanzas y La protección concedida a las bellas artes, que constituyen éxitos diplomáticos y militares de Luis XIV durante la Guerra de Devolución.



Detalle de El Franco Condado conquistado por segunda vez

Alegorías y elementos mitológicos componen una de las escenas más importantes presentadas en esta ocasión: El Franco Condado conquistado por segunda vez. Vemos aquí todas las etapas del proyecto por las que Le Brun comienza esbozando sus primeras ideas y termina en los cartones destinados a trasladar las figuras al lienzo que debe pegarse en el techo. En el cuadro, las figuras de las mujeres representan las distintas ciudades de esta región situada entre Suiza y Borgoña, la presencia de Marte, dios de la guerra, acude en ayuda de Luis XIV y la aparición de Minerva es símbolo de sabiduría. Los signos del zodiaco aluden a los meses de conquista. Existe una pequeña variante cuando Le Brun finalmente lo presenta al consejo secreto del Rey, que es la escena en la que el Rey ya no está conquistando el Franco Condado sino que ya lo ha hecho, quedando este representado en la pintura de la mujer con la corona de perlas.



La segunda gran sala muestra el primer espacio de representación del poder monárquico del Palacio de Versalles, la Escalera de los Embajadores, llamada así por la presencia de los mismos en las pinturas. Se trataba de un tipo de arquitectura que no existía en aquel momento y a la que, según apuntan las numerosas investigaciones, Le Brun llega inspirado por la escalera del Palacio Real de Nápoles. Fue concebida a partir de 1671, decorada entre 1674 y 1679 y, finalmente, destruida en 1752 a manos de Luis XV, aunque no por ello quedó relegada al olvido. Como el espacio era estrecho, Le Brun jugó mezclando ficción y realidad para crear un trampantojo que otorgara cierta profundidad a la vez que recreaba una especie de escenario festivo en el que se celebraba la vuelta del Rey tras sus victorias militares.



La decoración de la Escalera tenía una primera parte geológica compuesta de mármol policromo, mármol blanco y mármol de colores. En un segundo nivel se encontraba la parte humana, presidida por un busto de Luis XIV y falsas loggia que acogen a los representantes de las distintas naciones del mundo que por aquel entonces eran cuatro: Europa, Naciones Americanas, Asia y África. Finalmente, en el techo quedaban expuestas las formas mitológicas y alegóricas a través de la encarnación de una idea para las cuatro partes del mundo.



Así concluye esta visita al corazón del Versalles del siglo XVII y que, gracias al acuerdo entre el Museo del Louvre y la Obra Social 'la Caixa', podremos disfrutar en CaixaForum hasta el 19 de junio.