Fue en el año 2013 cuando Patrimonio Nacional decidió hacer exposiciones de pintura italiana contando tan solo con sus fondos. En sus inventarios figuran infinidad de pinturas, esculturas y hasta 154.000 bienes que buscan ser expuestos. Como parte de aquella decisión tomada han configurado una muestra que revisa la relación cultural entre España e Italia en la época del Seicento italiano y el Barroco. La exposición De Caravaggio a Bernini. Obras maestras del Seicento italiano en las Colecciones Reales, patrocinada por la Fundación Banco Santander, recorre las diferentes escuelas italianas del siglo XVII y su influencia y presenta algunas obras que nunca antes han sido vistas por el público. Tras un ejercicio de catalogación, identificación y atribución 72 obras de maestros como Caravaggio, Le Brun, Bernini, Valázquez, Ribera y Romanelli dialogan en las salas Génova del Palacio Real de Madrid hasta el próximo 16 de octubre.
La heterogeneidad de la colección permite "aportar la documentación necesaria para aunar el sentido estético y el discurso científico", ha comentado Gonzalo Redín, comisario de la muestra. A algunas de las piezas, como Salomé con la cabeza del Bautista de Caravaggio, pieza central en torno a la que se configura toda la muestra, "se les ha devuelto su emocionante esplendor", ha señalado José Luis Díez García, director de las Colecciones Reales. Han sido 46 los restauradores que han participado en el arreglo de muchas de las obras que ahora se muestran en el Palacio Real. Destaca Díez, por otro lado, la restauración de las dos esculturas de Algardi, que junto a Bernini fue uno de los maestros de la escultura.
De Bernini se expone Cristo crucificado, la única pieza sin altar que permite observar "la figura humana sin adornos", ha apuntado Díez García. Se trata, también, de la única escultura del artista encargada fuera de Italia y realizada dentro de las estancias del rey Felipe IV. Tallada en metal su destino era el Panteón del Monstario de El Escorial pero al poco de llegar al lugar la consideraron inadecuada y la reemplazaron por una obra de Reni. La exposición tiene cerca de diez esculturas que "han sido muy bien seleccionadas. Algunas obras se han quedado fuera porque nos exigíamos mucho nivel", ha destacado Redín. "Lo primero era privilegiar las obras, valorizarlas y que el público que vea la exposición y quiera profundizar en ellas tenga a su disposición el catálogo", ha comentado. Además, con todos los estudios que han llevado a cabo ha sido posible profundizar en algunas obras menos comunes y poco vistas que ha derivado en nuevas atribuciones a artistas como Romanelli y Reni.
La muestra ha sido dividida en cuatro secciones que se corresponden con las diferentes etapas y escuelas italianas. En De Bolonia a Roma, la primera de ellas, destaca La Túnica de José de Velázquez que fue pintada, seguramente, a su regreso a Madrid después de su primera travesía por Roma. Aquella experiencia marcó su pintura y se abrió a una nueva manera de pintar que se deduce en esta obra a la que la exposición presta especial atención.
Lujo Real, el segundo bloque, alberga pinturas de devoción de artistas como Simone Cantarini y Franceso Albani que guardan diferentes conventos de la Corona española. Tal vez una de las más importantes del bloque sea La oración en el huerto de Guido Reni, dos piezas que Velázquez encargó a Algardi y piezas de Cartari o Petel. La tercera sección, y la más abundante, es la dedicada a la escuela napolitana. Debido a los dos siglos de reinado español en la zona la Corona pudo adquirir infinidad de obras, Caravaggio hizo algunas estancias en Nápoles, algo que marcó la pintura del virreinato del que, durante la primera mitad de siglo tuvo como mayor representante a José de Ribera. Y, por último, se pueden ver las salas dedicadas a las palas de altar de la Colección Real con La Vocación de San Andrés de Barocci, La Conversación de San Pablo de Reni y Descendimiento de Romanelli.
Reunir todas las obras expuestas, que forman parte de la Colección Real y se encuentran dispersas en diferentes lugares, ha supuesto un trabajo en el que se ha involucrado todo el equipo. Y, pese a que se han restaurado más de las que las salas Génova muestran al público, la inversión troncal ha corrido a cargo de la Fundación Banco Santander. "Ninguna otra institución, me atrevería a decir, podría haberse permitido una muestra como esta contando tan solo con sus propios fondos", ha señalado el comisario de De Caravaggio a Bernini.