Vista de la exposición Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau

"Está vivo", son las célebres palabras que el Doctor Frankenstein exclama al comprobar que la mano de su criatura se mueve en la película El doctor Frankenstein (James Whale, 1932). La misma expresión se utiliza para abrir Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau, una exposición que homenajea el germen de la novela que contiene dicha escena: Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818). Pero este no es el único monstruo que vemos en el Espacio Fundación Telefónica, le acompañan el hombre lobo, el doctor Jeckyll y Mr. Hyde, o la robot de Metrópolis (Fritz Lang, 1927), cuyas figuras custodian el inicio de la exposición desde una vitrina. Pequeños muñecos cedidos de la colección personal del filósofo Fernando Savater, orgulloso de participar en la exposición: "Es una excelente idea de reivindicar lo que a muchos nos gusta de verdad". Una afinidad que también tenía su fallecida esposa, Sara Torres, "el amor a los monstruos fue lo que compartíamos más".



Han pasado 200 años desde que Lord Byron, John Polidori, Percy y Mary Shelley llegasen a Villa Diodati, cerca del lago Leman, en Suiza, para pasar unas plácidas vacaciones, sin saber que la erupción del volcán Tambora, en Indonesia, les iba a obligar a sustituir el calor del sol por el de la chimenea. De las reuniones a su alrededor para contar historias de terror nació la aclamada novela de Shelley, que "dio origen a una forma de entender el mundo" afirma María Santoyo, una de las comisarias de la exposición. "No nos quisimos quedar en Frankenestein, pensamos que era interesante valorar que otras novelas del siglo XIX abordaban esa cuestión absolutamente nueva que era hacer que un científico, en un laboratorio, crease un ser parecido a un hombre", explica.



Su compañero, el comisario Miguel A. Delgado, destaca un orden natural en la organización de esta muestra, precedida por Nikola Tesla. Suyo es el futuro y Julio Verne. Los límites de la imaginación. "Vuelve a demostrar que las barreras entre el concepto de cultura, ciencia y tecnología son una distinción absurda, dejar fuera de la cultura la ciencia no tiene fundamento", afirma.



La robot de Metrópolis se transforma en la humana María

La exposición se divide en tres bloques que se corresponden con tres arquetipos del científico 'loco'. El primero de ellos está dedicado a El Autómata, y tiene como protagonistas el relato El hombre de la arena (E. T. A. Hoffmann, 1816) y la novela La Eva futura (Auguste Villiers de L'Isle-Adam, 1886). Ambos textos originaron el concepto de toda la exposición, centrándose en la figura femenina robótica. "Alguien tenía fantasías con crear mujeres que respondieran a las órdenes", señala Santoyo. Sostenidos sobre paredes también artificiales y cubiertas con frases rotundas procedentes de las obras que exponen, los bloques incluyen carteles, cómics, instrumental farmacéutico, publicidad o recreaciones a tamaño real de órganos. Contenido cedido por la Filmoteca Española, los Museos Complutenses y varios coleccionistas privados como Jesús Palacios, Daniel Aguilar, Luciano Berriatua o la mencionada Sara Torres. Mediante una ilusión óptica, la robot de la película heredera de L'Isle-Adam Metrópolis (Fritz Lang, 1927) se transforma en María delante del espectador. Su mirada le dirige a un panel que expone las 20 palabras más repetidas en las obras de la muestra, destacan "ojos", "hombre" y "vida", pero, curiosamente, no hay ni rastro de "monstruo".



El segundo bloque está reservado a El Doble, representado por El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde (Robert Louis Stevenson, 1886) y El hombre invisible (H.G.Wells, 1897). Aborda el lado oscuro del hombre desde su transformación física y la desaparición, "si te tienes que esconder para que no te vean es porque no vas a hacer nada bueno" señala Delgado. El espectador no puede comprobar esto último, pero sí puede jugar a transformarse en una versión malévola de sí mismo poniéndose delante de un espejo trucado, que lo encoje y deforma como le pasa a Jekyll. Otros espejos permanecen escondidos tras unas puertas con pasajes de las novelas en su dorso con las letras invertidas, de tal forma que solo su reflejo permite leerlos. "Un elemento fundamental en estas novelas son las puertas, siempre es un recurso el qué está pasando al otro lado", apunta Delgado.





Fernando Marías, escritor y fundador del proyecto Hijos de Mary Shelley, afirma que los textos de Stevenson y Shelley "generan una inquietud (…) son libros que hacen preguntas y eso los hace tan modernos". El moderno Prometeo protagoniza el último bloque de la muestra, titulado El Monstruo, acompañado de la novela La isla del doctor Moreau (H. G. Wells 1896), dos historias de terror que crearon todo un imaginario sobre la vuelta a la vida y su transformación que aún perviven en la cultura popular. "Si sacáramos a Frankenstein de nuestra historia muchos de nuestros referentes desaparecerían", explica Marías. Desde luego, no existirían su versión cómica, El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974), o la española Drácula contra Frankenstein (Jesús Franco, 1972), cuyos posters se encuentran en este bloque. Es la única presencia que tiene el famoso vampiro, a pesar de que en Villa Diodati también se encontraba John Polidori, creador del vampirismo romántico con el relato El vampiro (1819). "Nos hubiese encantado que estuviese Drácula, pero la regla era que hubiesen surgido en un laboratorio y que los métodos utilizados para darle vida a la criatura fuesen científicos", explica Delgado.



La exposición se puede visitar hasta el 16 de octubre, un periodo que incluye actividades y talleres educativos gratuitos para todo tipo de públicos. Hoy, el Espacio Fundación Telefónica se transforma en Villa Diodati durante homenaje de la plataforma Hijos de Mary Shelley. Los miércoles 29 de junio, 6 de julio, 3 agosto y 10 de agosto se realizará una "Visita enajenada", un recorrido dinamizado por la exposición. Durante el fin de semana del 24 de junio, los jóvenes de entre 15 y 18 años podrán pasar tres horas aprendiendo a impostar su voz con "Voces Monstruosas". Además, los meses de julio y agosto el programa Abierto por vacaciones se centrará en todas las exposiciones con actividades dirigidas a niños de 6 a 12 años, de martes a viernes, de 10.30 a 13.30. Como indica Delgado, se trata, en definitiva, de "acabar riéndonos de nuestros propios monstruos".



@sergi02