Tatiana Bilbao

Es una de las arquitectas más innovadoras de México. Entre sus proyectos se encuentran trabajos de vivienda social tanto en su país como en los Países Bajos y Francia así como trabajos para salas de exposiciones. Tatiana Bilbao participa este fin de semana en The shape of things, un evento sobre arquitectura, arte y diseño organizado por El ser creativo, Open House y TPI que tiene lugar en Centro Centro Madrid.

Sucedió así. El artista Ai Weiwei llamó a los arquitectos Herzog & De Meuron para hacer un proyecto en la ciudad natal del padre del artista. La idea era crear un parque arquitectónico dividido en diferentes pabellones en la localidad de Jinhua, cerca de Shanghái, en memoria de su padre, el poeta Ai Qing. Ellos le propusieron contar con la colaboración de diez jóvenes arquitectos para que cada uno diseñara una parte de ese proyecto global. Quien desempeñó la labor de encabezar el diseño de la Sala de Exposiciones a orillas del río Yiwu fue Tatiana Bilbao (1972, Ciudad de México). Tras aquel primer contacto hubo otros dos. Uno para el proyecto de unas viviendas en Ordos, Mongolia, el tercero cuando le pidieron hacer varias intervenciones de la Ruta del peregrino. La arquitecta, convertida ya en una de las más innovadoras de México, participa este fin de semana en The shape of things, un evento sobre arquitectura, arte y diseño organizado por El ser creativo, Open House y TPI que tiene lugar en Centro Centro Madrid.



"Hago sueños para la gente". Así arranca la conversación con la arquitecta. Cada vez que le piden que defina su trabajo cuenta que hace sueños y que le gustaría que fueran buenos, positivos. Porque la arquitectura, afirma, también puede ser una pesadilla. "Creo que nuestra profesión tiene impacto y es relevante el espacio construido. El problema es que la mayor parte de ese espacio no está diseñado por arquitectos", se lamenta. "Creo que no hemos abierto un diálogo con la gente que habita esos lugares y por eso han hecho sus propias construcciones".



Pregunta.- ¿Cuál es, entonces, el mayor reto de la profesión?

Respuesta.- Creo que pasa por entender cómo integrar nuestro pensamiento en los demás porque estamos metidos en nuestras ideas, en la teoría de la arquitectura, en lo que debe de ser en lugar de lo que es. Y la arquitectura es una necesidad básica; la primera es la salud, que significa comida, y la segunda es la de tener un techo. La preocupación es sobre la integración de la producción orgánica del espacio, me refiero a la producción espontánea. Quizá en Europa no pase mucho pero en México no se plantea contratar a un arquitecto para diseñar un espacio. Y si nosotros seguimos con la idea de querer controlar el mundo y hacerlo todo nosotros vamos a seguir sin tener la relevancia suficiente.



Imagen de la Sala de Exposiciones del parque de Jinhua

Cuando entendió que tenía una idea bastante profunda de la situación en México se presentó en el despacho del presidente de Infonavit, el banco que financia el 95% de las viviendas sociales. Le dijo que "lo estaban haciendo todo mal" y como era de esperar este la echó del despacho. Su razonamiento fue que la culpa no era del modelo en sí sino de una sociedad poco educada que no demandaba algo mejor. Esto enfadó a Bilbao pero hizo que continuara con su investigación. El problema radica en que las viviendas sociales de México están apartadas del núcleo urbano y en que la construcción de las mismas se llevó a cabo en tierras no asignadas a ello. Es decir, "el gobierno no tiene dirigida una inversión para esos lugares". Y de ahí se derivan otros problemas importantes como la falta de parques, sanidad, comercios, transporte público y servicios. Incluso, en algunas casas ni tan siquiera "hay ni agua ni luz".



Con esto como telón de fondo llegó la crisis del 2008 y "la gente empezó a abandonar las casas". Hoy en día, "hay cerca de 14 millones de viviendas construidas y entre el 30 y el 40% están vacías". Además, añade, los últimos números son "oscuros" porque sigue habiendo gente inscrita en casas que nadie habita. "El 30% son créditos vencidos pero el número de casas inhabitadas es difícil de determinar. Además la crisis no viene de la insolvencia sino de la ineficiencia. La gente no quiere vivir a tres horas de su trabajo. De modo que vuelven a las ciudades y viven encima de sus padres". El gobierno por tanto empezó a perder dinero y ha tenido que asumir los créditos insolubles.



P.- ¿Cómo se puede superar esta situación?

R.- Primero creo que tiene que haber un cambio radical en el planteamiento político que es donde nos vamos metiendo. Ahora en Infonavit hay una persona muy inteligente que entiende la necesidad y está cambiando la política, aunque no tanto la producción del modelo porque lleva mucho tiempo. En Francia les llevó 40 años, a nosotros no nos va a tomar menos.



P.- En un mundo totalmente globalizado, ¿cuáles son las peculiaridades de la arquitectura latinoamericana?

R.- Estamos acostumbrados a trabajar con las necesidades básicas y con lo mínimo. Nosotros también desarrollamos un modelo de casa que no es para el Infonavit porque a él accede gente que tiene empleo formal y en México no es algo usual. El trabajo informal aún es más alto. La gente sin empleo accede a otros programas donde los créditos son diferentes, los dan microfinancieras y la casa es más económica. Me llamaron de los Países Bajos para un proyecto de viviendas para los refugiados y me pregunté que qué podía aportar yo que no pudieran hacerlo los arquitectos de allí. Y es justo eso, que estamos acostumbrados a trabajar con lo mínimo y para ellos era un trabajo muy grande.



Imagen del prototipo de vivienda social

P.- Algo similar ocurrió con el proyecto de viviendas sociales en Lyon, ¿no? Cuéntenos.

R.- Son diez edificios en una cuadra, cada edificio hecho por un arquitecto de diferente nacionalidad. Los franceses están acostumbrados a trabajar con esos presupuestos, los suizos decían que no había manera de trabajar con ese dinero ni con esos honorarios y yo pensaba, ¿en serio podemos trabajar eso por metro cuadrado? ¿Podemos poner madera en el piso de vivienda social? No me lo creía. Eso es lo que podemos aportar, sumado a que tenemos una cultura muy arraigada de estética, de arte, de color. Porque la arquitectura tiene también ese componente más allá de cumplir con una función, la de la estética. La belleza es parte vital de la vida.



P.- ¿Cree que la arquitectura está cada vez más unida al arte?

R.- Creo que siempre ha sido así. Nunca ha estado desconectado por el tema estético. Pero sí creo que la arquitectura debe cumplir claramente una función y el arte no, y está muy bien. La arquitectura debe de hablar de la belleza y es ahí donde confluye con el arte y se confunde. Yo soy más práctica. Siempre le intento buscar una finalidad. Cuando nos invitan a hacer pabellones pienso en cómo podemos transformar el espacio. Hicimos un pabellón hace tres año en el Tamayo así que pensamos en algo que se pudiera transformar en otra cosa. No siento que es arquitectura hasta que veo la parte funcional en el proyecto.



P.- En ese sentido será muy diferente preparar un proyecto de vivienda social que al diseño de una sala de exposiciones. ¿Cómo se enfrenta a ellos?

R.- Es diferente y se salta de la una a la otra pero entre ellas no se pelean. Al revés, siempre se parte de la idea del servicio y belleza, que es algo universal. No se necesita mucho dinero para hacer las cosas bien. La clave está en el principio de sostenibilidad y en no desperdiciar ningún recurso necesario. Es decir, ¿por qué vas a desperdiciar algo que no necesitas aunque lo tengas?



P.- Comentaba que le llamaron para participar en un proyecto de viviendas para refugiados. ¿Cómo se puede responder desde la arquitectura a uno de los retos sociales y políticos más importantes de esta década?

R.- Como hemos apuntado ya, el techo es una necesidad. Pero el tema de los refugiados es un tema político con muchas aristas. Llegar a otro lugar donde te tienes que asentar a la fuerza es difícil. La arquitectura podría servir pero tiene que venir acompañada de una política pública. Hay arquitectos como Shigeru Ban y Cameron Sinclair que trabajan para los refugiados pero el impacto es pequeño. El gran impacto tiene que venir de una política de la ONU o de los gobiernos centrales de cada país.



@scamarzana