Su nombre sigue siendo uno de los fijos entre los 25 primeros de la lista de los 100 más poderosos destacados cada año por Art Review y es uno de los primeros que nos viene a la cabeza si pensamos en mujer influyente en el mundo del arte internacional. Patricia Phelps de Cisneros es miembro del Consejo directivo del MoMA desde 1992 y de la junta directiva del PS1 desde 2005. Una estrecha relación con el museo neoyorquino que ha fructificado en la donación de 102 obras de su colección de arte latinoamericano moderno y en la creación de un fondo para la creación del Centro de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Arte de Latinoamérica, que permitirá ahondar en la comprensión de las obras en un contexto global e incentivar el estudio del arte en la región. Patrona fundadora de la Fundación del Museo Reina Sofía desde 2012, Phelps es además una de las máximas valedoras del arte latinoamericano en el mundo, labor que ejerce desde su Fundación desde hace 30 años.
Pregunta.- ¿Cuándo se empezó a gestar este acuerdo con el MoMA y en qué términos se ha firmado?
Respuesta.- En realidad, esta donación es el resultado de muchos años de trabajo en conjunto. Siempre ha sido mi intención apoyar al MoMA en su compromiso con el arte latinoamericano, que data desde su fundación a comienzos la década de 1930, y siento que ya hace unos años el museo ha conseguido un liderazgo importante en el esfuerzo por entender el arte latinoamericano como una parte fundamental del desarrollo global del arte moderno. Las 100 obras modernas que estoy donado ahora, se suman a otras 50 que he donado en los últimos 16 años, y junto con la propia colección del MoMA permiten una lectura bastante compleja del desarrollo del arte geométrico latinoamericano. Las obras son donaciones, y la selección la hemos hecho con los conservadores del museo para buscar las obras más emblemáticas y útiles para el museo.
P.- Es miembro del Consejo directivo del MoMA de Nueva York desde 1992, ¿qué importancia tiene para usted que obras de su colección tengan un lugar tan destacado en la colección del museo de arte moderno y contemporáneo más importante?
R.- Mi relación con el MoMA empieza once años antes, en el 1981 cuando me invitan a formar parte del Consejo Internacional. He acompañado muy de cerca los diferentes programas del museo, y me siento muy comprometida con su misión. En el 2006 me piden que forme un Comité para el arte latinoamericano y caribeño dentro del museo, y desde esa fecha, hemos podido añadir 900 obras de autores latinoamericanos al museo. Hoy el MoMA es uno de los museos más importantes (diría que junto con el Reina Sofía y Tate) en la investigación y difusión del arte latinoamericano como una parte fundamental y orgánica del arte universal. En lo personal, mi sueño era que las obras de los autores que yo coleccionaba, como Jesús Soto, Carlos Cruz-Diez, Alejandro Otero, Lygia Clark, Hélio Oiticica, y tantos otros, estuvieran un día al lado de sus contemporáneos como Mondrian o Albers, y hoy siento que, gracias al trabajo de tantas personas, se puede hacer una realidad. Con esta donación, el arte modernista latinoamericano entra por la puerta grande del MoMA, un espacio que recibe 3.1 millones de visitantes todos los años, de los cuales una tercera parte son latinoamericanos.
P.- Sabemos que son 150 obras de artistas latinoamericanos, supongo que en su mayoría se trata de abstracción geométrica latinoamericana de entre los años 30 y 70 del siglo XX, que es el eje de la CPPC, ¿será el empujón definitivo para la mejor valoración del arte de este período?
R.- Hace unos años, el arte latinoamericano sufría de un fuerte estereotipo en torno a que tenía que ser algo folklórico, pintoresco, exótico. Hoy tenemos una visión más completa y matizada, y el arte geométrico es una parte importante dentro de una gran diversidad de lenguajes que se desarrollaron por todo el continente. En este esfuerzo de combatir los estereotipos han sido fundamentales los museos, y también los estudiosos como Manolo Borja-Villel o Estrella de Diego, por dar dos ejemplos españoles, quienes han luchado por otra visión del arte más complejo y más certero. Hoy estos artistas son parte del canon, y sus obras son muy valoradas y solicitadas. Yo me siento muy afortunada de haber podido adquirirlas en un momento que aún se podía, y haberlas cuidado hasta tener el privilegio de entregarlas a una institución tan importante como el MoMA.
»La donación de estas 150 obras genera un proceso de acercamiento al arte modernista latinoamericano que pasa por las obras de la década del 30 con los grandes maestros uruguayos, la década de los 40 con los maestros argentinos, la década de los 50 con los grandes maestros brasileños, para acabar en el década de los 60 con el movimiento de los maestros venezolanos. La coherencia y consistencia de esta donación permite un conocimiento profundo de este movimiento a lo largo de cuatro décadas del arte abstracto latinoamericano.
P.- ¿Sabe ya cómo van a integrar este importante conjunto en la colección del MoMA?
R.- Para mí, una de las cosas más importantes que ha hecho el MoMA desde su fundación, de la mano de su primer director Alfred H. Barr, ha sido integrar el arte latinoamericano a su colección de manera orgánica. Hoy si uno va a las salas de colección del MoMA en cualquier día del año, se va a encontrar con las obras de autores latinoamericanos al lado de sus pares franceses, españoles, estadounidenses o de donde sean. Me parece que esta actitud es la que a largo plazo ayuda a romper los estereotipos. Por eso es que el MoMA es el lugar idóneo para estas obras, y siento que de alguna manera he podido entregarlas a dialogar con sus pares internacionales. Asimismo, la donación también permitirá generar un proceso de transformación sobre cómo el mundo va a percibir a través del MoMA el arte modernista latinoamericano y cómo se integra en el resto de corrientes artísticas mundiales.
Dos obras de la CPPC. Jesús Rafael Soto: Displacement of a Luminous Element, 1954. A la derecha, Gego: Eight Squares, 1961
P.- ¿Qué interés despierta la abstracción geométrica hoy en la lectura del arte contemporáneo?
R.- No cabe duda que el arte geométrico ha sido uno (no el único por supuesto), de los movimientos determinantes para el arte latinoamericano. En nuestros países, sobre todo en los que estos movimientos tuvieron su mayor protagonismo, como pueden ser Argentina, Brasil o Venezuela, existe una continuidad muy importante con las siguientes generaciones. Por ejemplo, la obra de Cildo Meireles, Jac Leirner o de Waltercio Caldas es inconcebible sin entender el neoconcretismo brasileño. A la vez, siempre he defendido que el arte contemporáneo busque sus propios lenguajes y por eso no le doy ninguna preferencia especial a obras geométricas dentro de nuestra colección contemporánea.
P.- Introducir el concepto de la abstracción latinoamericana en el mundo lo considera ya una misión cumplida. A partir de ahora, ¿en qué ve necesario trabajar? ¿Hacia dónde dirigirá sus esfuerzos?
R.- Siempre hay mucho por hacer, y si bien hoy podemos pensar que el arte moderno geométrico ya es parte del canon, existen tantas otras manifestaciones culturales que se conocen muy poco. La CPPC consiste de cinco colecciones que abarcan desde el arte etnográfico al contemporáneo, y siento que cada núcleo tiene el potencial de ampliar la historia del arte universal como lo ha hecho el moderno. Para dar un ejemplo, ahora estamos trabajando mucho con la colección de artistas viajeros a Latinoamérica del siglo XVI al XIX, y ha despertado muchísimo interés de parte de los especialistas y del público en general. También veo con alegría que cada vez se estudia más el arte colonial, que es uno de nuestros tesoros culturales. Y a la vez se sigue produciendo muy buen arte en lugares como Ecuador o Chile o Centroamérica, y desde la CPPC estamos activamente coleccionando y apoyado a estos artistas actuales.
P.- La educación es una de sus máximas preocupaciones en la Fundación, en proyectos relacionados con el arte y de otra índole, supongo que de ahí viene la creación de un fondo para la creación del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Arte Latinoamericano. ¿En qué va a consistir exactamente? ¿Con qué presupuesto contará y hacia qué o quiénes estará dirigido?
R.-Tengo muy claro que para que las obras de arte se entiendan no hay que solo reunirlas sino también estudiarlas. Por eso dedicamos gran parte de nuestros recursos en la CPPC a programas de investigación, publicación, y alianzas con universidades y escuelas de arte para que se genere más y mejor información sobre los artistas y sus obras. El MoMA está muy comprometido con esta idea de investigación dentro del museo, y de allí surge la idea de crear un instituto dedicado al estudio del arte latinoamericano para poder seguir generando conocimiento y difundiéndolo a un gran público. El Instituto Cisneros contará con su propio presupuesto y organizará seminarios, conferencias, editará libros y tendrá una presencia en la web para compartir sus investigaciones. De esta forma, a partir de junio del año que viene estas actividades de estudio e investigación nos permitirán poner más en valor el arte latinoamericano a través de la mayor plataforma mundial del arte moderno.
P.- ¿Cómo coleccionista prefiere comprar o producir una obra de arte?
R.- Como la mayoría de las obras de la CPPC son históricas, me ha tocado adquirirlas, pero también me apasiona el poder contribuir a la producción artística en los casos en los que se puede.
P.- ¿Cuál cree que es la principal misión del mecenas del siglo XXI?
R.- En mi opinión, el mecenas debe apoyar la producción de conocimiento, el pensamiento crítico, y el desarrollo de capital humano en torno a los temas que le fascinan. Me parece muy importante no competir con las instituciones públicas, sino buscar la manera de apoyarlas. Y creo que es fundamental pensar hoy en la tecnología y las herramientas que ésta nos brinda para llegar a nuevos públicos. En la colección estamos muy comprometidos con la tecnología digital, y nuestra página web, www.coleccioncisneros.org, es, de alguna manera, nuestro museo y nuestra universidad virtual.
P.- ¿Sigue sin querer una sede fija para su colección?
R.- Creo que es muy importante apoyar a las instituciones que ya existen. Crear un museo Cisneros hubiera limitado mucho nuestras posibilidades de acción. Las obras que ahora estamos donando al MoMA, o las que ya donamos al Reina Sofía, Tate y otros museos, pueden tener un público infinitamente mayor al nuestro propio, y las obras pueden buscar otros diálogos y otras interpretaciones. Me parece que se puede hacer mucho más trabajando en conjunto con otras personas que comparten la visión de uno, además de lo mucho que se aprende en todo ese proceso.
P.- Y para terminar (y aunque no tiene que ver directamente con el arte): supongo que el día a día en Venezuela es complicado ahora mismo y lo será más en lo que se refiera a la vida artística y cultural… ¿Cómo lo percibe?
R.- La situación que vive hoy Venezuela es una tragedia humanitaria que nos afecta a todos. Mi familia ha tenido un compromiso fuerte con el país por muchas décadas, y sigue siendo así. En lo cultural, hemos mantenido una sede importante de la CPPC en Caracas y organizamos muchas actividades para la comunidad local de artistas y productores culturales, donde hay muchísimo talento pero pocas posibilidades. Si bien son tiempos difíciles, las personas siguen con una necesidad de expresarse, de dialogar, y de producir. Nuestro compromiso está con esas personas que son muy necesarias para este momento, y para el futuro de nuestro país.
@PaulaAchiaga