Miguel Zugaza. Foto: Sergio Enríquez-Nistal
"Un museo no es otra cosa que una exposición". Con estas palabras inaugura Miguel Zugaza el ciclo de clases magistrales organizadas por El Cultural dentro del marco del Máster de Crítica y Comunicación Cultural con el patrocinio de Iberdrola. Para el director del Prado, en conversación en esta ocasión con Paula Achiaga, el relato de la historia de la institución que dirige cuenta con tres hitos fundacionales. El primero de ellos fue la apertura del edificio Villanueva en 1819 para mostrar las colecciones reales. No fue hasta 1870 cuando se nacionalizó, el mismo año en el que se adhirió el Museo de la Trinidad, creado para asumir las obras de arte desamortizadas a las instituciones religiosas. Para el año 1971 se sumó el Museo de Arte Moderno. Esos tres pilares que destaca Zugaza marcaron el rumbo de una de las colecciones de arte más importantes auspiciadas por un museo nacional.
Con Zugaza al frente de la pinacoteca desde 2002 el museo ha vivido cambios sustanciales, ha logrado mostrar un relato más exhaustivo de algunas de las escuelas gracias a la ampliación que tuvo lugar entre 2001 y 2007 y ha elevado la autofinanciación hasta un 70%. "Un museo es un lugar que se abre para presentar al público objetos de valor y cuando el Prado abre en 1819 trata de presentar una determinada colección y una forma de coleccionar arte que corresponde a la historia de nuestro país", señala. Aunque, recuerda, el edificio Villanueva fue inicialmente pensado para albergar un gabinete de Historia natural que nunca llegó a realizarse y se legó para alojar los mejores ejemplos de escultura, pintura y artes decorativas de las colecciones reales.
"En el siglo XXI no se puede entender la separación entre exposiciones temporales y permanentes"
Uno de los binomios que se atribuyen a los museos y que el director quiere romper es el de la diferenciación entre exposiciones temporales y permanentes. "En los manuales de museografía se habla de ellas pero en el siglo XXI creo que no se puede entender esa separación. La historia de un museo como el Prado transmite que nunca ha existido una colección permanente sino que ha ido cambiando la manera de exponerla". De hecho, asegura que "la historia del arte como la conocemos hoy se crea al mismo tiempo que los museos". Pero, ¿cómo ha cambiado esa manera de mostrar el arte?
Museografía y consumo
La primera muestra que hizo el Prado se expuso "de una manera acumulativa" que recuerda al cuadro en el que David Teniers retrata la colección del archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo, gobernador de Flandes. Así es como se debió de encontrar el Prado un Manet que en 1865 viaja a Madrid para ver la obra de ese artista del que todo el mundo hablaba pero que aún era un perfecto desconocido. Ese artista era Velázquez y Las Meninas la obra que fue a ver. En cambio, en 1870 "se empiezan a ordenar las obras en secuencias que tienen que ver con las diferentes escuelas", anota.
Una de las grandes misiones de cualquier museo, prosigue, es acercar el arte a la sociedad y en ese sentido opina que si el Prado solo expusiera Las Meninas "seguiría siendo un gran museo" porque para él, una obra debe contar un relato entero sino estaría transmitiendo "un cuento". Una de esas grandes historias del arte nos la cuenta la forma en la que a lo largo de estos años el Museo del Prado ha expuesto la magistral obra del maestro. "El museo tenía el privilegio de poder ofrecer una de sus obras principales en una sala individual, una sala mágica en la que poder incorporarse, de manera literal, en el cuadro", destaca. Esto cambió cuando en 1990 la pinacoteca realizó la muestra de Velázquez y el público se volvió loco y asedió el museo en busca de la preciada obra. "Hasta entonces no era un lugar muy frecuentado pero a partir de ese momento se produjo un interés por el arte que obligó a trasladar Las Meninas a su emplazamiento actual".
"Si el Prado solo expusiera 'Las Meninas', seguiría siendo un buen museo"
Otro punto de inflexión llegó en el año 1981 cuando Picasso decidió depositar su Guernica en el Museo del Prado, institución que llegó a dirigir durante una temporada. Su presentación tuvo lugar en el Casón del Buen Retiro también en una sala individual. Esto "significó el desmantelamiento de las colecciones del siglo XIX y su presencia obligó a vaciar el Casón", recuerda Zugaza. Fue el mismo momento en el que "proliferaron las instituciones públicas y privadas relacionadas con el arte". El contexto ha cambiado, por su puesto, con la apertura del Reina Sofía, el Thyssen, CaixaForum y Fundación Mapfre y el Prado de entonces no es el mismo que ahora.
¿Qué hacer, pues, con la colección del siglo XIX desmantelada por el Guernica? "La ampliación del claustro realizada por Moneo ha permitido tener más espacio expositivo", apunta. Con las 25 salas recuperadas con la remodelación, "el principal cambio en el montaje llegó con la decisión de incorporar las colecciones del siglo XIX al discurso general del arte español que ofrece el Prado", anota. También ha "mejorado las oportunidades para el trabajo técnico y para la restauración de obras". El Casón, que fue salón de baile, sede del senado del trienio liberal, gimnasio de Fernando XII, museo de reproducciones artísticas, finalmente tiene una función clara: "se convirtió en el departamento de conservación, actividades, archivo, biblioteca y documentación para los investigadores del museo", amplía Zugaza.
"No sé por qué hay que pedirle a una institución como el Prado la responsabilidad de tener éxito"
Se muestra tajante Miguel Zugaza en cuanto a ese indicador por el que los medios de comunicación miden el éxito de los museos. Y lanza una pregunta, "¿por qué deberían tener éxito?". Y prosigue: "Se puede hablar del fracaso de los museos pero no sé por qué hay que pedirle a una institución pública que tiene una labor muy importante de conservación y puesta en valor del patrimonio la responsabilidad de tener éxito". Por eso, a pesar de que el año 2013 fue cuando cayó el presupuesto, perdieron 16 millones de euros y cayeron las visitas en un 15%, fue, para Zugaza, el mejor año para la pinacoteca. Porque para él los indicadores de ese 'éxito' son otros como aumentar la capacidad de autofinanciación, el número de obras restauradas en el museo, la actividad académica, las encuestas de satisfacción de los visitantes o los artículos publicados por sus expertos.
En relación a la autofinanciación también lanza un mensaje. Y es que anota que ellos lo pueden hacer en determinados momentos (este año prevén llegar al 72%), pero reclama a la administración recuperar los presupuestos públicos. No tiene sentido, asegura, que un museo como el Louvre reciba anualmente casi 100 millones de euros de la administración pública y el Prado tan solo diez. "El Prado se pone de ejemplo y no debería de serlo porque el esfuerzo que hacemos no debería ser una exigencia para otros museos que no tienen la misma capacidad privada", reivindica. Y desglosa su presupuesto: 18 millones vienen de las entradas al museo, el patrocinio privado suma 13 millones, las ventas en la tienda de la pinacoteca 2 millones y el gobierno completa el presupuesto con 13 millones. No obstante, el impacto que tiene el museo es la creación de un puesto de trabajo en la comunidad de Madrid por cada mil visitantes.
"El Prado y el Reina son el mismo museo, son colecciones públicas bajo dos techos. Algún día el 'Guernica' volverá al Prado pero yo no lo voy a vivir"
Bromea el director del Prado que tender un puente o pasadizo físico entre ambas pinacotecas sería más fácil e incluso más barato que construir el puente mental. "El Prado y el Reina son el mismo museo, son colecciones públicas bajo dos techos pero están comunicadas porque tienen la responsabilidad de contar el arte", explica. Por eso, asegura, que algún día "el Guernica volverá al Prado", porque dentro de 25 años veremos las vanguardias del siglo XX como ahora entendemos las del XIX. Es decir, la "vanguardia será academia". Tampoco le falta razón cuando matiza que existe también una razón física y es que el arte contemporáneo se sigue produciendo, las piezas son cada vez más grandes y "la creación va a desahuciar lo histórico del Reina Sofía". Además, "sería poco inteligente pensar que existe un grupo de historiadores que se reúnen para poner una fecha final para las obras que puede albergar el Museo del Prado".
Hablando del futuro, lo más inmediato para la pinacoteca es la remodelación del Museo del Ejército (ya trasladado a Toledo). De él disponen el Salón de Reinos y varias piezas que fueron encargadas para auspiciarlas en ese lugar. La nueva ampliación, planteada como una especie de campus que une los diferentes edificios, se prevé que tendrá cerrado el concurso de cara a finales de año. Aunque no estará abierto para la celebración del bicentenario en 2019, los ocho equipos de arquitectos invitados a participar en el concurso ya trabajan en sus propuestas. Los estudios, nacionales e internacionales, seleccionados entre las 47 concursantes son: Cruz y Ortiz Arquitectos; Nieto Sobejano Arquitectos; UTE B720 Arquitectura-David Chipperfield Architects; el estudio de Rem Koolhaas, Office for Metropolitan Architecture (O.M.A.) Stedebouw B.V.; UTE Souto Moura Arquitectos - Juan Miguel Hernández León - Carlos de Riaño Lozano; UTE Foster + Partners - Rubio Arquitectura; UTE Garces de Seta Bonet Arquitectes - Pedro Feducci Canosa; y UTE Gluckman Tang Architects - Estudio Álvarez Sala - Arquitectura Enguita y Lasso de la Vega.
De momento, otra de las novedades y renovaciones que está realizando en Museo del Prado es la tecnología de la luz. Gracias al patrocinio de Iberdrola, la pinacoteca comienza a cambiar sus alógenos por una tecnología LED que favorece la visualización de las obras. Miguel Zugaza apunta que esto permite una luz sincera que es más benevolente con la propia obra de arte gracias a la reducción de rayos ultravioletas. Y, quizá, en ese futuro el Prado acceda a entrar en la órbita de las nuevas tecnologías aunque, de momento, tan solo lo consideran para dar a conocer sus colecciones a través de su página web (renovada recientemente, por cierto) "con una buena calidad de reproducción de las imágenes y el rigor en el comentario de las obras". Sin embargo, a día de hoy Zugaza desconfía "de la utilidad de las tecnologías que compiten con la experiencia tradicional". Ver las obras recorriendo las salas museo sigue siendo, por tanto, una de las experiencias más sinceras e importantes para el director del Prado.
Tipologías de exposiciones tras la remodelación
Dice Miguel Zugaza que las exposiciones sirven para diferentes fines y entre ellos se encuentra conocer mejor la colección que se conserva y, por otro, llenar la laguna de sus carencias a través de las exposiciones temporales. Así, califica las exposiciones del Prado del siguiente modo:
- Exposiciones que posibilitan encuentros imposibles: una de las primeras exposiciones tras la ampliación del Museo del Prado fue la de Vermeer. "Una ocasión para traer el arte de Viena en una exposición de dos obras maestras", anota Zugaza. Se trata del encuentro entre "dos artistas contemporáneos que no se habían conocido. Esta muestra viene a decir que las exposiciones permiten dos cosas: los encuentros casi imposibles entre artistas y la idea de que una exposición puede dar conocer mejor lo que se conserva o tratar de llenar la laguna con piezas que se ceden y permiten temporalmente explorar ese vacío".
- Exposiciones que trabajan sobre algo en concreto: Como la muestra de Tiziano a través de la que el Museo del Prado mostró sus fondos del pintor así como atrajo otras obras importantes de las que carecen.
- Exposiciones en ciclos: Con Manet empezó el ciclo dedicado a los pintores internacionales del siglo XIX. "Con Tiziano y Manet rompimos una tendencia que era un programa dedicado a arte español".
- Exposiciones de autores ausentes en la colección: Como ejemplo está la gran muestra que de Ingres realizaron, ausente en los fondos del Prado.
- Exposiciones para abordar el futuro: Coincidiendo con el centenario de Felipe IV se dedicó una muestra al Palacio del Rey planeta para la cual hicieron una reconstrucción hipotética del Salón de Reinos.
- La obra invitada: la colección permanente tiene que estar activada constantemente y tiene que generar un movimiento. Y eso, según Zugaza, se puede conseguir invitando a obras señeras a relacionarse con el museo como ocurrió con cuadros de Sargent y el Caravaggio de los Museos Vaticanos. El objetico es "llamar la atención sobre una sola obra de arte que genere interés".
- Exposición de las restauraciones: "Las exposiciones también tienen que servir para explicar la forma en que el museo restaura su obras. Antes no se hacía, aparecían y desaparecían las obras sin aviso previo. Algunas veces no hace falta mostrar cómo se restauran pero el Expolio del Greco sí merecía la pena".
- Exposiciones con los fondos propios: "Llegó la crisis y surgió la idea, más bien por la necesidad, de organizar exposiciones con los fondos del Prado. Estamos contentos porque sin apreturas económicas no hubiéramos tenido la oportunidad de hacer un Rubens en 160 grados".
- Exposiciones de intercambio: Tienen que ver con la diplomacia cultural y sirve de ejemplo el intercambio con otros museos como el Hermitage con motivo del año dual con Rusia.
- Exposiciones de centenarios: La celebración de centenarios suscitan interés y exposiciones interesantes como la del Greco o, más recientemente, El Bosco. Esta última, "la más novedosa con plataformas circulares para ver los reversos de las obras. Poner a un pintor clásico sobre una pintura de paredes y luz blanca con muros curvos que permiten rodear cada tríptico. Esto es nueva museografía para el Prado", concluye Miguel Zugaza.