Un espectador viendo la exposición Boltanski

El equipo de neuroarquitectura LabLENI y el IVAM de Valencia han puesto en marcha un proyecto pionero en España que trata de analizar el impacto que tienen las exposiciones en la mente de los espectadores.

Emocionar, "conmover el ánimo" según la definición de la RAE, es algo subjetivo, claro. Y como tal, difícil de homogeneizar. Cada uno siente a su manera y lo coteja como bien puede. Por tanto, ¿se pueden cuantificar las sensaciones e intentar mejorar la experiencia de un espectador frente a una exposición? Eso es lo que está investigando el equipo de neuroarquitectura LabLENI (de la Universidad de Valencia) junto al Instituto Valenciano de Arte Moderno. Se trata de un proyecto piloto y pionero en España con el que desarrollar una herramienta que permita conocer el impacto emocional de las exposiciones.



"En el laboratorio llevamos ya mucho tiempo investigando sobre el comportamiento del ser humano en diferentes áreas", apuntan Javier Marín y Jaime Guixeres, miembros de LabLENI. La exposición que han tomado como referencia para poner en marcha su investigación es Boltanski, una muestra que trata temas como la pérdida y la muerte. Los investigadores buscaban "un espacio que tuviera cambios potentes de emociones, para ver si somos capaces de detectarlos". En este proyecto en concreto el objetivo es estudiar las respuestas emocionales que tiene una persona ante un espacio. "Para ello estamos desarrollando una metodología capaz de medir en tiempo real el estado emocional de una persona. Una vez diseñada es necesaria su validación en un espacio real".



Al igual que se estudian los patrones de compra en un supermercado a través de técnicas de seguimiento ocular, los museos también pueden mejorar la experiencia que ofrecen a sus visitantes. Para ello, una de las primeras variantes a estudiar es la arquitectura del lugar. Después, entre las técnicas que de utilizan están "la medida cerebral cardiaca, el nivel de sudoración de la piel, el seguimiento ocular o eye-tracking y el reconocimiento de gestos faciales". Para la investigación varios voluntarios acudirán a la muestra con unos sensores que les permitirá observar los cambios en sus cerebros. Luego, con el uso de la realidad virtual cambiarán algunos de esos valores.



Imagen de cómo se transfieren los datos acumulados en la investigación

Con esta metodología neuroarquitectónica pueden "modificar determinados parámetros del espacio como la distribución, la luz o el color y analizar los cambios emocionales que producen". Así, se puede determinar de antemano el diseño de los espacios para que puedan contribuir a mejorar las sensaciones del espectador. "En términos artísticos -continúan- una obra está dentro de un espacio arquitectónico". El diseño de la sala, el color, la posición de la pieza, la iluminación influye y, por ello, desde LabLENI quieren "ayudar a diseñar exposiciones y a comprender cómo afectan los diferentes parámetros". Es decir, ¿es posible conocer cuáles son las zonas u obras que más conmueven al espectador? En caso de ser así esto abriría la puerta a poder estudiar cómo afectarían algunos cambios en las salas.



Una técnica a base de parámetros matemáticos

Hay dos fases en la creación de la herramienta que cuantifique las emociones. Por un lado la etapa de entrenamiento y, segundo, la de predicción. Primero, "el usuario se sensoriza para medir el electroencefalograma, el ritmo cardiaco y la sudoración de la piel". La segunda fase es el visionado de imágenes que ya se han estudiado y medido su impacto ("una imagen de guerra causa sentimientos negativos, una de un bebé positivos"). De este modo, "durante el visionado de estas imágenes controladas, el modelo matemático aprende cómo responde esa persona de manera fisiológica y neuronal a las emociones que evocan las fotografías", explican. Por lo tanto, una vez "ha entrenado, ya es capaz de predecir en cada momento el estado emocional, por lo que queda medido mientras recorre la exposición".



La fase experimental de este proceso (la primera es racabar información de estudios que ya han sido realizados para contribuir a ellos), "se divide en una primera etapa en el IVAM y una segunda en el laboratorio donde se realizará la misma prueba pero con la exposición recreada en realidad virtual". Una vez concluida la etapa experimental se cotejan todos los datos obtenidos y se procesan. "El electroencefalograma, por ejemplo, recoge 256 datos cada segundo. Teniendo en cuenta que el estudio tiene una duración aproximada de 1 hora y la cantidad de sujetos que lo realizan, son millones de datos que hay que transformar y agrupar generando indicadores con los que poder trabajar", señalan los investigadores. En última instancia, tras tener todas las señales agrupadas, "se analizan estadísticamente para extraer resultados y conclusiones".







Pero, ¿cómo se puede medir y cuantificar las emociones ante una exposición? "Hay diferentes teorías sobre las emociones, una de las más aceptadas es la teoría que divide el estado emocional en dos ejes: activación y valencia". De modo que si estamos ante una valencia positiva y estamos activos se puede decir que estamos felices. La idea de LabLENI, por tanto, es medir estos parámetros pero dejando siempre claro que "esta herramienta no servirá para 'cuantificar el arte' ya que es un elemento que implica una percepción subjetiva del ser humano sujeta a muchas variables". El equipo de investigación se centrará, por tanto, en medir los estímulos que emocionan e intentar ver cómo el espacio puede contribuir a conectar mejor con el arte, con el espacio y con la obra expuesta.



Dado que aún el proyecto se encuentra en la fase de recolección de datos es difícil prever conclusiones. Pero, hasta ahora, sí se sabe que "en el ser humano que se emociona con elementos de diseño se aprecian alteraciones en diferentes tipos de señales; cerebro, corazón, ojo". Claro que, el arte es siempre subjetivo y cada sujeto responde de una manera diferente de modo que el reto "será detectar si somos capaces de captar estas variaciones", concluyen.



@scamarzana

El museo en casa

Recrear las exposiciones de manera virtual antes de ser realizadas podría acarrear cambios, algunos económicos otros, en cambio, en la manera en la que consumimos el arte. Una de las cuestiones que se plantean a la hora de diseñar un espacio es el color de las paredes por lo que "no resulta viable montar la exposición y pintar las paredes repetidas veces". En cambio, con esta metodología se pueden hacer todas "las pruebas posibles a coste cero" y es extensible a otras instituciones. La investigación se está llevando a cabo en un museo pero "de igual manera es aplicable a una biblioteca, una tienda o un parque", matizan Javier Marín y Jaime Guixeres.



Aunque, quizá, el avance más significativo pase por el poder acercar el arte de otra manera a los usuarios. Es decir, los investigadores creen que si demuestran que la exposición virtual de Boltanski "genera un impacto psicoemocional similar a la real" se podría hablar de "ofrecer virtualmente a muchas personas la muestra a través de los nuevos sistemas electrónicos de realidad virtual que todos tendremos en nuestras casas en menos de cinco años".



Además, las nuevas tecnologías han favorecido la aparición de técnicas y prácticas artísticas novedosas. Por ello, el tercer factor positivo, según los científicos de LabLENI es que "la realidad virtual puede abrir la posibilidad a los artistas de generar arte usando sus técnicas". Es decir, el arte virtual.