Imagen del stand de Galerie Pascal Lansberg en Brafa 2017. Foto: A2pix

La 62ª edición de la ecléctica feria de arte de Bruselas que acoge a la galerías de arte antiguo, joyería, relojes de péndulo y arte moderno abre sus puertas este sábado en su recinto habitual, Tour&Taxis con la participación de 132 galerías.

No podía faltar Hergé. El creador que dio vida a Tintín, uno de los personajes más conocidos del mundo del cómic, está enfrascado en una nueva aventura en Bruselas. En esta ocasión busca un nuevo hogar en el que guarecerse. Algunos de los dibujos más tempranos del creador, realizados entre los años 1934 y 1935 cuando contaba alrededor de 28 años y adquiridos por Bernard Soetens, están presentes en la feria de arte Brafa, que con su inicio este sábado (y que se prolonga hasta el próximo 29 de enero) desengrasa el calendario artístico. Los dibujos originales del Hergé más joven y completo lega al espectador a través de estos bocetos su manera de trabajar, de modo que por un lado se ve el dibujo inicial y, por el otro, los detalles que añadía capa a capa. Pero quizá una de las obras más emblemáticas que el Belgian Fine Comic Strip Gallery pone a disposición de los coleccionistas y amantes de Hergé sea Artistic Portrait of Cuhbert Calculus, valorado en medio millón de euros.



Pero quien diera vida al aventurero de tupé se bate el protagonismo en el recinto con la presencia de Julio le Parc, al que esta edición homenajea con la colocación de varias de sus obras en diferentes enclaves del recinto industrial cercano al barrio de Molenbeek. Una enorme pieza del artista argentino compuesta por infinidad de cuadrados milimétricamente medidos da la bienvenida con su superficie en espejo. El movimiento al que se somete cada una de las piezas que componen la obra hace que los espejos giren, su reflejo se parta, se corrompa y al roce con otras partes cree un tintineo que bien podría servir como metáfora de los tiempos que vivimos: en constante movimiento. Y un tanto convulso quizá. "Me interesa la experiencia que puede ser apreciada por la gente", comenta Le Parc frente a su pieza.



Imagen de Brafa con una de las obras de Julio le Parc

Esta edición de Brafa cuenta con 132 galerías, marchantes y coleccionistas de arte entre los que figuran 12 nombres nuevos. En ella, conocida por ser la feria de arte antiguo que pone en macha el calendario artístico, se pueden ver desde esculturas precolombinas hasta bodegones de Clara Peeters pasando por esculturas Niki de Saint Phalle. El sentimiento generalizado de los galeristas que llevan años asistiendo es que la calidad de la feria es cada vez mayor. Y es que hay espacio para la improvisación ni para el vacío. Los pasillos también son motivo de parada (de tanto en tanto te vas encontrando con trabajos de Le Parc) y las piezas expuestas en cada uno de los stands hacen el resto. La galería Bernard Dulon, que expone arte africano tribal, afirma que Brafa resulta importante e interesante para galerías como la suya porque "es la única feria en la que se puede ver este tipo de arte". De hecho, la presencia de varias galerías de estas características avala la teoría que también apoya Oriol Carreras de la galería J. Bagot: "El 90% del arte africano de la feria se vende", apunta. Además, "Bruselas y París son las mejores ciudades para este tipo de arte", opina Marie de Bernard Dulon. En esta ocasión su espacio está compuesto por obras del oeste de África y dos piezas de Indonesia que se contraponen a los cuadros de Wyeth, Chagall, Cocteau y los dibujos de Andy Warhol que tiene justo enfrente Galeries des modernes de París.



Entre todas las galerías presentes destaca que tan solo haya una española, J. Bagot. Especializada en la arqueología este es su quinto año en la feria. A pesar de que "los primeros años son difíciles la afluencia es amplia y el público belga responde", comenta Carreras, responsable del stand. De hecho, cuenta que el modo de compra de los coleccionistas también ha cambiado y ya no prima tanto la valía de la pieza como la estética. Por esa razón, los bustos de hombres sin piernas ni cabeza son los más demandados, también los cascos militares etruscos, fenicios, romanos y griegos. Pero, matiza, "el 70% de las compras se hacen fuera de España porque el coleccionista español tradicional es más difícil". Por esa razón, el público al que quieren llegar es a ese coleccionista que compra una obra de Tàpies pero al que también le interesa este tipo de arte.



Imagen del stand de J. Bagot, la única galería española presente en la feria

Aunque que vivimos unos momentos enrarecidos, de inestabilidad política y Bruselas azotada por diferentes cuestiones, la asistencia de público a Brafa no parece haya menguado en las últimas ediciones. A pesar de que el pasado año la organización tuvo que mandar un mensaje tranquilizador, se registraron 58.000 visitas entre coleccionistas y público general, en busca de las últimas adquisiciones donde la rareza es el mejor amigo del galerista. O donde el diálogo entre arte antiguo y arte moderno hacen del recorrido una experiencia. De hecho, la tendencia al alza de Brafa es la presencia, cada vez más imponente de arte moderno. "La feria refleja el mercado y sus modas, pero no las crea. Mantenemos la vista puesta en el desarrollo del mercado al tiempo que escuchamos lo que quiere el público", anota Harold T'Kint Roodenbeke, presidente de la feria.



Muestra de ello es el viaje en el tiempo que se puede hacer cuando se llega a la altura de Bailly Gallery: Degas, Rodin, Leger, Calder y Delaunay despliegan su contemporaneidad en un stand que ha crecido en tamaño. Hace cuatro años que aterrizaron en Brafa y para esta edición han conseguido un espacio mayor haciendo posible la partición, por épocas, del mismo. "Dividimos el stand en dos partes; en un lado está la pintura postimpresionista y en el otro el arte de la posguerra". Este salto se observa no solo en las disciplinas cultivadas por cada artista sino porque está organizada por temáticas. Procedentes de Ginebra, Bailly es de esas galerías que presta sus obras a museos para exposiciones temporales pero el cliente que compra es el coleccionista privado.



Imagen del stand de Belgian Fine Comic Strip Gallery

Algo similar le ocurre a Gallery Taménaga, que especializada en el arte japonés, prefiere hacer préstamos a museos como el de arte moderno de París. Uno sus artistas predilectos es Kazuo Shigura, un artista atraído por la forma de realizar arte en Europa. La guerra le impidió trasladarse al viejo continente y se inició en el arte japonés y al igual que Pollock utiliza el peso y el movimiento de su cuerpo para crear sus cuadros, Shigura utiliza sus pies. Fue casual, empleando una buena cantidad de pintura vio que chorreaba, decidió descolgar el lienzo y poniéndolo en el suelo acabó su pieza con los pies. Ahora es uno de los artistas más reconocidos de un país que crea un arte refinado, delicado y poético. Una delicadeza que se puede ver también en las obras Takehiko Sugawara, que usando la madera, el papel y pintura de color dorada crea formas sutiles sobre la superficie. Estas obras, no obstante, contrastan con las de Chen Jianhong expuestas en frente donde se transmite "la inmediatez del arte chino", explica Marine Chaussin. "Es como la comida, los japoneses piensan mucho las cosas y con tiempo consiguen hacer algo refinado mientras que los chinos son más de expresar el momento en el que se encuentran", concluye.



Y entre unas obras y otras reaparece una y otra vez Julio le Parc, el artista que también visitará ARCOmadrid este 2017. "El éxito puede ser temporal y por eso hay que participar en las experiencias más que fijarse en el éxito". Con una exposición de más de cien obras abierta al público en Miami, el artista dice seguir trabajando con diferentes materiales y diversas obras al mismo tiempo. Algunas de ellas son proyectos del pasado que ven la luz otras, en cambio, se quedarán para siempre en boceto. Le Parc no cree que su arte sea "democrático" sino que cree en el "contacto directo con la gente, independientemente de su nivel de educación o procedencia". En Madrid presentará una obra de gran tamaño que no ha querido adelantar pero sí ha señalado que se siente ganador si alguien sale de sus exposiciones "con un mayor grado de optimismo". Brafa se convierte así en un pulmón en el que respirar tranquilidad en una ciudad que pasa desapercibida por la elegancia de París y el continuo movimiento de Londres.



@scamarzana