Pisarro: El Pont Neuf, 1902

El Museo Thyssen-Bornemisza, que celebra su 25 aniversario este 2017, abre su calendario expositivo con Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias, una muestra compuesta de 90 piezas procedentes de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Budapest y de la Galería Nacional de Hungría. Un recorrido con obras de artistas como Durero, Leonardo da Vinci, Rubens, Velázquez, Tiepolo, Cézanne y Manet. La otra protagonista ha sido, sin embargo, Carmen Thyssen, su "falta de liquidez" y una duda que sobrevuela: ¿Venderá Mata Mua?

Budapest llega a Madrid. Y lo hace con el desembarco en el Museo Thyssen-Bornemisza de 90 piezas del Museo de Bellas Artes de Budapest y de la Galería Nacional de Hungría. La exposición, organizada en siete secciones, cuenta con obras de escuelas como la italiana, la española, la alemana, la flamenca y una representación "de los mejores artistas húngaros", apunta Laszlo Baán, director de los Museos húngaros. Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias reúne, hasta el próximo 28 de mayo, a maestros como Durero, Leonardo da Vinci, Rubens, Velázquez, Tiepolo, Cézanne y Manet. "En el proceso de negociación de las obras algo cambió y más allá de un intercambio de obras, esta muestra se ha convertido en un acontecimiento", ha apuntado Guillermo Solana, director de la pinacoteca y comisario de la exposición, en la presentación a los medios de la muestra.



La lista inicial, que obtuvieron hace casi tres años, contaba con 130 obras de artistas representativos. "La primera selección que hicimos proporcionaba una buena representación de los dos museos que ceden sus obras. Riqueza, diversidad y, sobre todo, calidad", explica Mar Borobia, comisaria, junto a Solana, de la muestra. Primero se centraron en la representación artística, luego pusieron énfasis en las escuelas y, más tarde, se dieron cuenta de que tenían "tres puntos en común con las colecciones de arte antiguo del propio Thyssen", señala. La colección de obra alemana del Renacimiento, la holandesa del Siglo de Oro y la escuela italiana, "bien contenidas", según Borobio, en el recorrido establecido para la ocasión.



Velázquez: El almuerzo, 1816-18

Y, aunque en un principio la exposición se iba a centrar en representar el Siglo de Oro, decidieron ampliarla con dos apartados más para exponer obras de los siglos XVIII y XIX. El recorrido arranca con El Renacimiento en el norte con Alberto Durero como figura protagonista. Aunque, quizá, una de las pinturas que más llaman la atención en esta primera parada de la muestra sea Salomé con la cabeza de san Juan Bautista, de Lucas Cranach el Viejo, acompañado de obras Hans Baldung Grien, Jan Gossaert y Wolf Hubber. Le sigue el Renacimiento en el sur con la presencia de los maestros italianos del momento. Un dibujo de Leonardo da Vinci, Estudios de patas de caballo, Madonna Esterházy, de Rafael, "una pieza que no está acabada pero recoge la esencia de Rafael y sintetiza su estilo", destaca la comisaria, y La Magdalena penitente, de El Greco, son las obras más llamativas aquí.



El Barroco luce con Rubens, el mayor representante del estilo, con Mucio Escévola ante Porsena, pintado en conjunto con Anton Van Dyck, del que también está su San Juan Evangelista, mientras que Jacob Jordaens acude a la religión con Adán y Eva y Jacob Grimmer exhibe su maestría con los paisajes que representan las cuatro estaciones. Un viaje a Budapest les dio la pista final para la selección de las 90 obras que se muestran ahora en Madrid. Aunque en el primero boceto de la exposición no se habían planteado la inclusión de piezas de pintura española, vieron que "Budapest tiene la mejor colección de pintura española fuera de España", anota Borobia. De esta manera desembarcan en el Thyssen ocho de ellas: El almuerzo, una obra temprana de Velázquez, La Inmaculada Concepción, de Francisco de Zurbarán, La virgen con el niño repartiendo pan a los sacerdotes, de Bartolomé Estaba Murillo, Noli me tangere, de Alonso Cano, Ecce Homo de Mateo Cerezo y tres pinturas de Goya; Retrato de Manuela Camas y de las Heras, La aguadora y El afilador. Todas ellas reunidas en una sala propia al lado de la escuela italiana representada por Canaletto, Tiepolo, Pittoni, Ricci, Belloto y Carracci, entre otros.



Manet: Dama con un abanico, 1862

En la siguiente parada se rompe con el carácter cronológico de la muestra para abarcar una sala temática dedicada a la mujer. En ella, "las emociones, los estados de ánimo, los sueños y la fantasía cobraron un nuevo impulso a través de la figura femenina". Su representación corre a cargo de Chavannes, Böclin, Vaszary, Kokoschka y la representativa Dama con un abanico realizada por Manet en 1862 y vinculada al simbolismo de Baudelaire. Más actual resulta la última sección en la que se llega hasta el Impresionismo con un repaso breve a las vanguardias de mano de Monet, Pisarro, Gauguin, Cèzanne y una muestra de pintores húngaros como Kàroly Ferenczy, Adolf Fènyes, Vilmos Perlrott-Csaba, Sándor Ziffer y Sándor Bortnyik, "los mejores artistas húngaros", anota Laszlo Baán, director del Museo de Bellas Artes de Budapest.



Carmen Thyssen se explica

Con motivo del 25 aniversario del Museo Thyssen-Bornemisza, la pinacoteca ha configurado diferentes actividades y exposiciones. Pero Carmen Thyssen se ha convertido en la protagonista por las últimas declaraciones acerca de su colección. El Museo es para ella su "gran orgullo". No obstante, su colección particular, "valorada en más de 1.000 millones de euros", según el comunicado de la propia baranoesa, "no puede estar en una situación de precariedad. Y que un préstamo gratuito de las obras de mi colección que, según consta en las cuentas anuales de la Fundación (publicadas en el B.O.E) genera unas ganancias para Madrid de entre 7 y 8 millones de euros anuales, no debería estar sin un marco legal claro y estable". Por esa razón, Carmen Thyssen confía en una solución que pueda asegurar "la permanencia de la colección en España".



La baronesa quiere "seguir haciendo exposiciones temporales para que la colección se mueva y no se estanque". Como mecenas, añade, quiere "asegurar el futuro de la colección" con el "deseo de permanecer en España". "Quiero hacer las cosas bien y no prorrogar cada año". La negociación, tras la prórroga de tres meses, está sobre la mesa y dentro de dos meses y medio habrá una resolución. "Necesito liquidez y, aunque no quiero, quizá tenga que vender otro cuadro". Ya lo hizo con su Constable. Quizá ahora sea el turno de Mata Mua, la gran pieza de su colección.



@scamarzana