Stand de la galería Juana de Aizpuru

La 36ª edición de ARCO llega a su ecuador y los galeristas pueden hacer un primer balance. La vuelta a la tradición del país invitado, en la figura de Argentina, se ha traducido, en general, en dos visiones claramente diferenciadas, la local, más optimista y satisfecha; y la extranjera, donde los galeristas se muestran menos entusiastas. Tras la feria madrileña, ARCO ya mira hacia la segunda edición de ARCOlisboa, que se celebrará en la capital portuguesa entre el 18 y el 22 de mayo.

Como viene siendo tónica habitual en los últimos años, el grueso de los galeristas españoles presentes en la 36ª edición de ARCOmadrid, se muestra satisfecho con los resultados de su participación en la feria. Hay división de opiniones en cuanto a si esta edición congrega más afluencia de público que las anteriores, pero se alcanza la unanimidad en cuanto al papel más activo que desempeñan los coleccionistas en esta edición. "El miércoles ha habido un nivel de coleccionistas altísimo, y hemos comenzado a tener ventas muy pronto. Es muy importante que una feria controle su nivel de coleccionistas y que les ofrezca, como ARCO, unas fechas específicas, que no sean coincidentes con las del público general", asegura Íñigo Navarro, director de la galería Leandro Navarro. Tras el aniversario del año pasado, en el que se cuidó mucho este aspecto, los galeristas tenían expectativas de una pequeña bajada en este punto, pero, por suerte, no está siendo así. "Destacaría la conversación con los coleccionistas, que este año está siendo de un gran nivel, mucho más relajada y pausada y con menos tensión que en ediciones pasadas", apunta Sabrina Amrani.



A esta opinión de un mayor interés y profesionalización se adhieren desde otras galerías como Espacio Mínimo o Max Estrella, que destaca que "el coleccionismo extranjero cada vez va a más y se vuelve más y más importante frente al español". De nuevo esta es una asignatura pendiente de nuestro mercado artístico, carente de la figura del coleccionista medio muy presente en Europa, pues la presencia del coleccionismo español no destaca especialmente fuera de compras institucionales como las de Reina Sofía o el Ministerio de Cultura. Detrás de los coleccionistas y del público, si la ecuación está bien hecha, deben venir las ventas. Cualquier vendedor se muestra siempre cauto a la hora de afirmar que está satisfecho, pero a algunos galeristas se les nota en la cara. "A nivel de ventas considero que va mejor que otros años, he visto más ganas y a la gente más participativa a la hora de preguntar y de adquirir obra", asegura Íñigo Navarro.



Vista general de la feria

"Cada feria es diferente, el año pasado hicimos el miércoles el 80% de las ventas, sin embargo este año ha estado más repartido en todos los días a nivel de ventas y de piezas, precios altos y bajos, un público muy heterogéneo...", explica Moisés Pérez de Albéniz. Aunque otros galeristas, con media feria todavía por delante, aspiran todavía a mejorar sus números. "Vamos vendiendo a un ritmo normal, en una tónica muy similar al año pasado. Cuesta más vender las obras caras, como si ARCO tuviera un techo de cristal, pero bueno, en este recinto se vende de todo, coches, casas, tornillos, el arte es una cosa más, con otras connotaciones, pero un producto al fin y al cabo", reflexiona Luis Valverde de Espacio Mínimo.



Las ventas son fundamentales en una feria de arte, pero no lo son todo. El éxito de la participación en ARCO se puede medir con otros factores. Por ejemplo, a nivel de cerrar contactos o de dar difusión a los artistas representados. "Nosotros somos más de trabajo diario, de explicar nuestras propuestas y tratar con el cliente día a día, pero sí que es cierto que estos eventos sirven para mostrarse. Estamos haciendo muchos contactos nuevos y teniendo clientes nuevos. El año pasado, de aquí salieron varias exposiciones para nuestros artistas", cuenta Moisés Pérez de Albéniz. Otra opción que sí pasa por vender es hacerlo pero no en ARCO, como Sabrina Amrani, que asegura que en la feria "hay varias obras reservadas en el stand, pero sobre todo he vendido piezas en la galería".



Waiting time wasting time, de Fito Conesa en la galería Espai Tactel

Entre esta unanimidad bisoña, hay un último tema de discordia entre los galeristas españoles, y es el impacto de la presencia de Argentina en la sección de país invitado. "Me gusta la idea del país invitado porque es una parte esencial de la filosofía de ARCO y le confiere un punto único y personal. Muchas galerías planificamos según el país invitado si, por ejemplo, tenemos artistas de allí", opina Nacho Ruiz de la galería T20. Para otros, como Íñigo Navarro, para el resto de galeristas esta tradición del país invitado tiene muy poca incidencia: "el papel de Argentina se deja sentir en una mayor afluencia de público latinoamericano y en la presencia de más obra indudablemente vinculada con Latinoamérica, pero como ya vimos, por ejemplo en el año de Colombia no nos afecta mucho al resto". Más crítico se muestra Luis Valverde, que asegura que en su opinión "hay más gente del país invitado, pero quizá muy ensimismada, como si vinieran a una miniferia endogámica dentro de ARCO. Creo que es una pieza más del engranaje institucional que envuelve ARCO, como la visita de los reyes con el presidente argentino, eso que lo hagan en el Prado o el Reina, la forma real de ayudar al sector del arte hay que comprar", concluye rotundo.



Esta disparidad de opiniones entre galeristas veteranos es mucho menos apreciable entre los primerizos, que llegan a la feria con mucha ilusión. "Es una primera experiencia que ha salido fenomenal", asegura Jacobo Fitz-James, de Espacio Valverde. "El primer día estaba un poco asustado por las pocas ventas, pero pronto he visto como funciona esto y he ido cerrando cosas, así que con dos días por delante aún, muy contento". Felicidad que comparte el galerista José de la Mano, que asegura que se nota el rodaje de la feria y el cuidado que pone en mimar a las galerías. "Es el primer año, así que es un poco como un examen, que de momento parece que vamos aprobando. La feria es más o menos como nos imaginábamos a nivel de público y de ventas, hemos tenido un primer envite muy bueno, especialmente el miércoles, aunque todavía quedan algunas cosas por cerrar".



División en la opinión internacional

Aunque los galeristas nacionales se muestran así de optimistas lo cierto es que los galeristas extranjeros son menos entusiastas y las impresiones están divididas. Mientras que para algunos las primeras jornadas, cuando se cierran gran parte de las ventas con la visita de profesionales y coleccionistas, ha sido positiva, otros opinan que va a un ritmo demasiado lento. Las caras dicen, en muchas ocasiones, más que las palabras y las sonrisas o medias sonrisas les delatan. Desde la galería argentina Rolf Art ven el homenaje a Argentina como una oportunidad para posicionar el arte de su país en el espectro europeo aunque las ventas no cuentan el mismo panorama. La artista por la que han apostado en esta ocasión es Liliana Maresca, una fotógrafa que gestó una carrera de carácter "político, radical y de aspecto potente durante los años 80 y 90", explica Catalina Monguillot. Pero, a pesar de la gran presencia de coleccionistas de su país, Monguillot observa "más interés por parte de los coleccionistas españoles e instituciones".



Vista general de la feria

Algo similar opinan los responsables de Cosmocosa, galería de la sección comisariada por Inés Katzenstein. La obra de los artistas a los que representan, Luis Frangela, Andreas Stevzing y Marcia Schvartz, hablan de la liberación del país en los años 80 tras una época truculenta caracterizada por la vuelta a una pintura radical y política. Pero, a pesar de esa proyección artística que interesó a la comisaria encargada de seleccionar las obras, los galeristas han apreciado un escaso interés general, incluso menos que en su propio país. En el mismo pasillo del pabellón 7, Julián Mizrahi, de Del infinito, está entusiasmado con la obra e historia de Alberto Greco. El artista, obsesionado con Claudio Vadal, configuró una obra en forma de novela, Besos brujos, en la que intercala recetas de cocina, canciones y su día a día, sin un nexo de unión claro más allá del relato de un desamor. En 1965, el mismo año en que terminó la obra, decidió suicidarse. Tenía 34 años. "La única oportunidad de ver la obra al completo es en una feria", de modo que hablar de balance "supone plantearse en qué tipo de comprador se fija cada galerista". En su caso, por el carácter y tamaño de la obra, "lo ideal sería vendérsela a un museo", opina. Una posibilidad sería que la comprara el Reina Sofía, museo que tiene una gran colección de su obra pero que, a pesar de su paso e interés por Besos brujos, aún no ha habido movimiento de ficha.



A pesar de la buena programación por la que se caracteriza la gestión de la feria que dirige Carlos Urroz, Narciso Bernardo, de la galería portuguesa Filomena Soares que viene a ARCO desde hace 17 años, aprecia una venta más rezagada que en anteriores ediciones. Sin embargo, "el número de coleccionistas y su afluencia se mantiene como otros años, al igual que el interés por la misma", comenta uno de los responsables de un stand que presenta los últimos trabajos de artistas tanto portugueses como internacionales. Certifica esta percepción Mário Sequeira, de la galería homónima de Braga (Portugal), y matiza que a pesar de haber "más coleccionistas latinoamericanos y de la recuperación económica, las ventas van más lentas". Bajo el mismo discurso, los portavoces de la alemana Bärbel Gräslin, que vienen a Madrid desde hace 25 años, aprecian una ausencia de "coleccionistas extranjeros".



Stand de la galería Mite

Las ventas, comenta Klaus Webelholz, "no han sido malas para las obras de precios bajos y medios" pero sí para las de precios más elevados. La programación de la feria es "muy buena", dice, pero echa de menos la presencia de más colegas alemanes y la presencia de grandes nombres de Estados Unidos y Reino Unido, por ejemplo. Pero Chantal Crousel quizá sea la más desanimada. Se une a la visión de una lentitud mayor al edición del año pasado. "En la pasada edición se notaba más energía pero este está muy parado, no hay flechazos con las obras y percibo que la gente se interesa más por las subastas", comenta la galerista que no ha faltado nunca a la cita. Además, opina que quizá la figura del país invitado centre la atención general.



Sin embargo la galería argentina Ruth Bezancar no pone ninguna objeción ni a la presencia de coleccionistas argentinos, ni a las ventas de los días anteriores. Mora Bacal, directora de la misma, presenta piezas de artistas argentinos como Jorge Macchi, Liliana Porter (también representada por la galería Espacio Mínimo), Carlos Herrera y Pablo Siquer, un espejo de "los 50 años de trayectoria de la galería y una representación de todas esas generaciones". Por la misma senda van las sonrisas de la parisina Lelon, que con al menos dos piezas vendidas de Juan Uslé y la presencia de Jaume Plensa, Tápies y Chillida, se posiciona como uno de los puntos de referencia en la feria por la calidad de su propuesta. Sus piezas, en términos generales, generan un "mayor interés en los coleccionistas españoles", explica su presidente, Jean Frémon. La presencia de Latinoamérica en la feria, apunta, es debido al interés de Urroz en ello y quizá también "lo que la mantiene con vida". Y, a pesar de que en esta ocasión no han vendido a museos ni a instituciones, sí han adquirido obra coleccionistas privados. "ARCO siempre funciona bien aunque estamos viendo una menor presencia de coleccionistas europeos", concluye.



@scamarzana