Imagen de la exposición. Foto: David Campos
Picasso se está haciendo con el espectro artístico. Tras la inauguración esta misma semana en Málaga de Pablo Picasso. Nueva Colección, que con un recorrido de 120 obras muestra una nueva lectura sobre su obra, es el turno del Museo Picasso de Barcelona de mostrar otra faceta del artista: los retratos. Picasso. Retratos pone de manifiesto la importancia del retrato en su obra. Con más de 80 retratos de familiares, amigos y personajes públicos provenientes de diferentes colecciones, tanto públicas como privadas, la exposición rastrea los soportes y técnicas que utilizó para este género que siempre tuvo un lugar importante en su arte. La muestra, dividida en siete salas en las que se puede ver la evolución de Picasso en el género del retrato, recala en Barcelona tras su paso por la National Portrait Gallery de Londres.En contrapunto a los artistas que se ocupaban del retrato de manera profesional y, por ende, reflejaban a personajes públicos de la sociedad, Picasso lo cultivaba en la intimidad familiar. Por eso la libertad con la afrontaba cada pieza era total sintiéndose libre de interpretar a su manera a cada uno de sus sujetos. En este sentido la muestra transita por el lugar que Picasso le dio al retrato durante su trayectoria y explora los parámetros que va redefiniendo a lo largo de los años. Pero no solo los realizaba en forma de pintura sino también en esculturas, dibujos y grabados que van acompañados de fotografías y documentos que ayudan a contextualizar las obras.
Retrato de Lee Miller vestida de arlesiana, 1937 y, a la derecha, Maya vestida de marinera, 1938
Para interpretar y concretar las particularidades de sus modelos, relativas a su aspecto, conducta o personalidad, Picasso recurría a menudo a la exageración, a la distorsión o bien adoptaba un estilo que transmitiera las connotaciones expresivas adecuadas. Pero Picasso supo definir el grado de sátira, ironía o humor apropiado o el estado de ánimo del modelo retratado. Y este extremo se aprecia en los retratos que el artista realizó de sus amantes. En muchas ocasiones Picasso no respetó las convenciones al uso que tradicionalmente definían los retratos de los modelos femeninos.
Retrato de Jaume Sabartés, 1904 y, a la derecha, Retrato de Nusch Éluard, 1937
Para tratar los complejos fundamentos sobre la relación existente entre la verosimilitud, la idealización, la distorsión expresiva y la caricatura, la exposición agrupa las obras por temas con relevantes variaciones de estilo, modo y tono. La actitud de Picasso ante sus propios retratos y los de sus conocidos tiene mucho que ver con su forma de "copiar" a los grandes maestros. A finales de la década de 1890 empezó a imitar la obra de algunos de sus artistas admirados para seguir pintando durante toda su vida versiones libres de la antigua escuela. Para el artista, a finales de la Segunda Guerra Mundial esta práctica se convirtió en fascinación. Muchas de las obras seleccionadas por Picasso a este efecto eran retratos, aunque en su vejez también realizó caricaturas de artistas con los que sentía cierta afinidad, como Rembrandt y Degas.Dora Maar, Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau, Nusch Éluard, Françoise Gilot, Max Jacob, Lee Miller, Fernande Olivier, Jacqueline Roque, Olga Khokhlova, Jaume Sabartés, Erik Satie, Igor Stravinski, Miguel Utrillo y Marie-Thérèse Walte son, por tanto, los protagonistas de esta exposición que se podrá ver hasta el próximo 25 de junio. En paralelo a la exposición se han programado una serie de actividades como lecturas teatrales que aportarán pistas sobre quiénes eran los personajes que retrató Picasso.