Ocho artistas españoles evocan en estas líneas su primer encuentro con el Guernica y las reflexiones que les despierta. Sus testimonios nos recuerdan que las circunstancias y simbología que acompañan a la obra forman parte no sólo de la historia universal del arte, también de cada una de nuestra vidas. "Todos nacimos con el Picasso puesto", escribe Gordillo.

Luis Gordillo

1. Creo que la gente de mi generación ya nació con un gen nuevo que se llamó Picasso; unos lo utilizaron a favor y otros en contra; es decir que nacimos con el Picasso puesto.

2. Picasso hizo un cuadro de historia y el cuadro se convirtió en Historia y en leyenda.

3. En el Guernica, ¿hasta dónde llega la sangre y hasta donde la estética? ¿hasta dónde llega el político y hasta donde el pintor?

4. Durante parte del franquismo se elevó a Picasso al nivel de Satanás; nivel simbólico que aumentó enormemente su figura.

5. También durante esa época las familias antifranquistas colocaron su ya clásica reproducción del Guernica en el lugar de la Sagrada Cena de Leonardo; es decir, un hecho religioso.

6. Otto Dix estuvo en la guerra del 14 en plena trinchera con barro, ratas y tripas; sus pinturas sobre este tema fueron de una crueldad extrema. El Guernica, sobre otra guerra, es pura teatralidad dramática.

7. No me imagino a Pablo Picasso en las trincheras con las ratas. Sí hay una foto de principios de siglo de Picasso vestido con el uniforme de soldado de Braque.

8. Yo diría que el Guernica es antiduchampiano.

9. Yo colocaría el Guernica en una tradición de cuadros de historia del siglo XIX de muy diversa calidad pictórica, que están en el Louvre, de autores como David, Gericault o Delacroix: de este último Escena de las masacres de Quíos del 1824.

10. Cuando recuerdo que Picasso era andaluz más que catalán, me da mucho gusto; también lo era Don Diego.




Maider López

Recuerdo muy bien la primera vez que vi el Guernica. Fue en una excursión desde San Sebastián cuando tenia 14 años. Su escala, su materialidad, su color y su presencia me fascinaron.



Una imagen tantas veces vista en reproducciones -toda casa tenía una reproducción del Guernica en aquella época-, y el cuadro apenas tenía nada que ver con esas reproducciones. Estaba en el Casón del Buen Retiro. Me encantaba que una construcción entera estuviera dedicada a un cuadro, el espacio que tenía y el halo que de ese hecho se desprendía.



Me resulta interesante el vínculo del cuadro con un hecho concreto y cómo trae esa experiencia a través del cuadro. De su obra siempre me ha fascinado el hecho de introducir el tiempo en el cuadro a partir de integrar perspectivas diferentes de un mismo objeto. Con el tiempo me he dado cuenta que esto ha tenido influencia en mi trabajo.




Fernando Sánchez Castillo

Lo interesante del Guernica es que es una obra inacabada; se completa siempre con los espectadores y las situaciones en las que está presente. Es la gran sinécdoque de la historia reciente de España y del papel del arte en la historia contemporánea. La primera vez que lo vi fue imborrable, era primavera de 1982 y el Guernica llevaba poquísimos meses en España. Fue una visita organizada por el colegio y lo que más me impresionó fueron las medidas de seguridad. Al pasar por el detector de metales la máquina pitó y un guardia civil muy serio me hizo sacar un paquete metálico: el bocadillo envuelto en papel albal que mi madre me había preparado. Ya en el interior, la bandera española -con el águila, por supuesto- era la única nota de color en el inmenso espacio. El escenario y el display eran impresionantes para un niño.



Creo que es imposible para un artista no reflexionar sobre el hecho mediático que acompaña al cuadro y que funda las nuevas relaciones entre estética y política. En 2015 construí Urna, una reproducción de la estructura diseñada por el arquitecto García de Paredes para proteger el Guernica, un logro técnico y estético que habla del interés de los artistas contemporáneos españoles por proteger el arte de sus antepasados como vehículo de conocimiento. En Síndrome de Guernica transformé el Azor en cubos prismáticos, donde el objeto histórico quedaba reducido a formas geométricas. En Tlatelolco hablo de la formalidad y la abstracción para tratar un tema dramático.




Lara Almarcegui

Siendo una niña aluciné con el entorno del cuadro, con los dos guardia civiles armados y el metacrilato antibalas. Pero realmente entendería la envergadura del Guernica mucho después, el día que anunciaron en el telediario la decisión de Naciones Unidas de aprobar la invasión de Irak. Como anécdota curiosa al final añadieron que en el salón de prensa habían decidido cubrir con una cortina la copia a escala real que tienen del Guernica. En la necesidad de esconderlo 70 años después se mostraba su fuerza.



Tengo más presentes las historias en torno al cuadro, recuerdo mucho el proyecto de Khalid Hourani, que consistió en llevar un picasso del museo de Eindhoven a Palestina con las implicaciones legales y prácticas de introducir una obra de tal valor en un lugar al que no se le permite ser ni país.



En mis proyectos no busco producir una gran obra de arte o aún menos una gran alegoría. Justo ahora estoy preparando un memorial a los héroes de la resistencia en una población austriaca: planeamos demoler unos restos de construcciones nazis que he encontrado en la montaña, arriba del pueblo. No aspira a redimir, ni es un memorial que cubra varios aspectos de la historia. Queda mucho por decir.




Montserrat Soto

Hice unas fotos a los almacenes del Museo Reina Sofía en 1995 o 1996 y allí estaba, en primer plano. Me dijeron que iban a valorar la conservación del cuadro. No puedo verlo o pensar en él sin contextualizarlo por lo que me sugiere todo lo relacionado con la Guerra Civil Española. Fue una propuesta que le hicieron a Picasso para la exposición internacional de París de 1937. Me imagino cómo recibió todas las noticias de los bombardeos y veo una gran reacción en el cuadro. Encuentro que es una pintura explosiva hecha en un momento de opresión y guerra. Me interesa mucho el compromiso de este cuadro con el momento en el que vivía.




Ángela Cuadra

Creo que lo vi por primera vez cuando empecé a visitar el Reina, poco antes de empezar la licenciatura. No es un cuadro que me haya influido ni que me haya llamado mucho la atención. En cierto modo está sobrevalorado, o se le ha exigido demasiado como símbolo y a fuerza de un uso intensivo como significante de multitud de cuestiones supra-pictóricas, ha agotado su potencial comunicativo original. Deberíamos dejar al Guernica descansar y concederle el derecho al silencio y al misterio que toda pintura tiene.




Javier Arce

No recuerdo la primera vez que vi el Guernica, pero sí me acuerdo cuando era muy niño de un póster gigante que había detrás del mostrador del sastre de mi pueblo. Sentía una gran atracción por aquella imagen que evidentemente no sabía lo que era.



Me resulta muy interesante el significado de una imagen que mediante su continua exposición ha perdido el control y se ha convertido en cliché, en un simulacro de sí, o en una referencia incuestionable que habla con autoridad más allá de sí misma.



Me influyó muchas veces, y muy directamente en un proyecto que presenté en Nueva York y Madrid en 2012. El proyecto se titulaba Kill Lies All y se concentra en la obra y la historia que rodea su imagen. Por medio de historias, digresiones, extensiones y paralelismos, examiné diferentes temas: los usos y abusos de poder, la guerra, la cultura vasca, el sugestivo poder de la ausencia, la imagen y la realidad, sus diferentes interpretaciones históricas y los procesos de banalizacion que sufren las imágenes emblemáticas.




Ignasi Aballí

Vi el Guernica por primera vez muy poco tiempo después de que volviera a España cuando estaba en el Casón del Buen Retiro, protegido por una gran cristalera y con un guardia civil armado con una ametralladora a cada lado del cuadro. Fue un impacto poder ver una obra tan mítica junto a todos los bocetos y pinturas preparatorias y descubrir el proceso seguido por Picasso para realizarlo. Hacía un año que había terminado los estudios de Bellas Artes, y esta visita fue una gran lección.



Es difícil separar el Guernica del aura que le rodea, de su historia, de su simbología, del hecho de que estuviera expuesto en un Museo como el MoMA y que viniera a España poco tiempo después de la muerte de Franco, convirtiéndose en un síntoma de una incipiente democracia, de su capacidad de generar polémica, de su fragilidad, del lugar donde debe exponerse, incluso de su valor como producto mercantil, aspectos todos ellos que están siempre sobrevolando esta obra. Pero además creo que es una pintura en la que se sintetizan muchos aspectos de la obra de Picasso y que está más allá de la anécdota temporal que la motivó, convirtiéndose en un icono popular de la paz frente a la guerra y la barbarie, sin perder en absoluto sus cualidades como pintura.