Retrato de niña, atribuido a Velázquez

El lienzo, atribuido al pintor sevillano, fue declarado inexportable mediante Orden Ministerial al tratarse de un bien "de gran interés para el patrimonio histórico español". Esta tarde se subasta en la Sala Abalrte con un precio de salida de ocho millones de euros.

Con el paso de los días ha ido aumentando la expectación en torno al lienzo Retrato de niña obra inédita atribuida a Diego Velázquez que sale a subasta esta misma tarde en la Sala Abalarte de Madrid con un precio de salida inicial de ocho millones de euros. Fue precisamente la sala madrileña la que levantó la liebre el pasado 3 de abril al presentar con gran misterio esta pieza, que sus expertos, refrendados únicamente por el experto en pintura antigua Richard de Willermin, han atribuido al pintor sevillano.



A pesar de no haber sido confirmada su autenticidad por la institución canónica por excelencia en pintura velazquiana, el Museo del Prado, Mónica Martín, experta en pintura antigua de la sala Abalarte, que ha estado implicada en la autentificación del cuadro desde su descubrimiento no alberga dudas sobre la autoría de la pieza. "Es una pintura que habla por sí sola, lo que es un rasgo de los grandes maestros. Se aprecian aspectos de la técnica de Velázquez y destaca la captación de los matices psicológicos de la niña retratada". Además, añade que la obra tiene "similitudes más que evidentes" con las Inmaculadas del pintor que se conservan la National Gallery de Londres y en la Fundación Focus-Abengoa de Sevilla.



Por su parte, el Ministerio de Cultura ya ha movido ficha de cara a la subasta de hoy a través de una Orden Ministerial firmada por el secretario de cultura Fernando Benzo, que declaraba la obra "inexportable" al tratarse de un bien "de gran interés para el patrimonio histórico español ya que, a falta de unos informes técnicos más completos, todo parece indicar que se trata de una obra atribuible al pintor sevillano Diego Velázquez". Se trata de una primera medida cautelar a falta de estudios más exhaustivos que definan si ese óleo salió de los pinceles del genio barroco.



El que la obra no pueda salir de España, no quiere decir que no la pueda comprar un coleccionista extranjero que no pretenda sacarla del país. Aunque claro está que desanima a los interesados foráneos, que son los que realmente mueven el mercado del arte. La puja comenzará en los ocho millones de euros que se han fijado como precio de salida, y desde ese punto de partida hasta la cantidad a la que quiera llegar el mejor postor.



Derecho de compra estatal

Aunque no del todo, pues en casos como este el Estado cuenta con un derecho de tanteo, es decir, prevalece el interés de este por incrementar el patrimonio nacional y, por tanto, tiene derecho a adquirirlo por el precio final que haya alcanzado. En el supuesto de que el Estado ejerza su derecho y la obra pase a ser patrimonio de todos, saldrán perjudicados, además del comprador, la propia sala de subastas, pues mientras que un particular tiene que pagar en un plazo máximo de 10 días, el Estado tiene la opción de hacerlo en un plazo que llega hasta el 31 de diciembre de 2018.



Como dato comparativo, la última obra de Velázquez que adquirió el Museo del Prado fue en 2003 el retrato de Ferdinando Brandani, conocido como el Barbero del Papa. En aquella ocasión el Estado desembolsó 23 millones de euros. Sin embargo, el pasado enero, un bodegón atribuido a Velázquez, cuya valoración oscilaba entre los 1,3 y 1,8 millones de euros, protagonizó una puja poco entusiasta en una subasta de Sotheby's Nueva York.



Orígenes del cuadro

Si finalmente la obra se queda en nuestro país y se confirma que se trata de un Velázquez, sería una de los pocos ejemplos que se conservan en España de la primera etapa de este artista, cuando todavía no había salido de Sevilla. En esta época lo ha fechado de Willermin, que asegura que fue realizado en torno a 1617, el periodo más enigmático y menos conocido del autor. El lienzo llevaba en manos de la misma familia, residente en Madrid pero de origen andaluz, desde hace varias generaciones y no había sido estudiado hasta ahora, por lo que sus propietarios desconocían el gran valor histórico-artístico y económico que ostenta. Los tempranos orígenes del cuadro son un gran motivo de interés, pues en esa época Velázquez estaba en Sevilla trabajando en el taller de Francisco Pacheco, su maestro y suegro, y son los años menos conocidos del autor y de los que se conserva menos obra.