Vista de la exposición desde la entrada del Pabellón de España en Venecia. Fotografía: Claudio Franzini

A través de una gran escenografía que combina instalación, escultura y vídeos, el artista Jordi Colomer y el comisario Manuel Segade nos invitan a movernos por el espacio del pabellón español de la que será la 57° Bienal de Venecia. La exposición ¡Únete! Join us! es una llamada a la trashumancia, al desplazamiento, de nuestra sociedad.

El 13 de mayo arranca la 57° Bienal de Venecia, la cita ineludible del arte contemporáneo que se celebra cada dos años en los Giardini del Castello y en el Arsenale. La gran exposición oficial de este año está comisariada por la francesa Christine Macel, quien ha articulado una muestra 'humanista', VIVA ARTE VIVA, en la que el hecho artístico se entiende como "un acto de resistencia, de liberación y de generosidad más allá de tendencias e intereses personales; una alternativa al individualismo y a la indiferencia".



Junto a la exposición oficial, encontramos 86 pabellones nacionales -tanto en los Giardini como esparcidos por toda la ciudad- entre los que España ocupa un lugar privilegiado. Aquí podremos ver este año el trabajo del artista Jordi Colomer (Barcelona, 1962) comisariado por Manuel Segade, director del CA2M. Su participación se hizo pública en octubre de 2016 y, desde entonces, han trabajado sin descanso en esta carrera de fondo que es la preparación de nuestra representación. ¿Tienen sentido estos plazos tan ajustados en una cita que, sabemos de antemano, se celebra cada dos años? Colomer lo tiene claro: "Ahora que ya estamos a punto de inaugurar, quisiera que nuestra experiencia sirviera para las próximas ediciones. Creo que hay que clarificar de una vez por todas los procesos de selección. Yo propondría una convocatoria abierta a tándems de artistas y comisarios que se activara al terminar la edición actual. De esta manera, dispondríamos de casi 2 años para trabajar, en vez de los 6 meses efectivos que hemos tenido hasta ahora". Esta ha sido una queja recurrente de los artistas y comisarios del pabellón español, frente a los de otros países como Estados Unidos, que los escogen con más de un año de antelación, o los canadienses que trabajan con dos.



El trabajo de Colomer es placentero y tiene un gran sentido del humor que lo hace accesible a muchos públicos" Manuel Segade

La selección de nuestros participantes se hace desde la AECID, que invita a un comité de expertos de prestigio para que les asesoren. Este proceso ha sido siempre muy controvertido y ha despertado dos quejas recurrentes dentro del sector artístico: que no se convoque un concurso público y que la gestión del proyecto no se haga desde una institución más acorde, como puede ser el Ministerio de Cultura.



Jordi Colomer: ¡Únete! Join Us!, 2017. Fotograma del vídeo

A pesar de todo, Jordi Colomer, el artista seleccionado este año, tiene sobrada trayectoria para dejar el pabellón -valga la redundancia- bien alto. Es una figura fundamental desde finales de los 90 en el panorama nacional e internacional y cuenta con exposiciones individuales en el Museo Reina Sofía, el Jeu de Paume, Matadero Madrid, o en el Bozar de Bruselas. "Por el momento que nos toca vivir, cada vez son más importantes las prácticas artísticas que buscan inventar nuevos espacios de comportamiento social. Jordi es capaz de articular discursos complejos, sin moralejas, pero con una enorme carga política dejando espacio para que el espectador encuentre el lugar desde el que participar, desde el que responder. A la vez, su trabajo es placentero y tiene un gran sentido del humor, lo que lo hace accesible a muchos públicos diferentes", añade Manuel Segade. Artista y comisario ya habían trabajado juntos. Por eso Colomer quiso repetir: "Es un comisario muy activo, comprometido con su tiempo y su generación, y a su vez tiene vocación de historiador del arte".



El pabellón, esa idea de un edificio que representa a un país, es quizá anacrónica pero sigue siendo apasionante" Jordi Colomer


Pero metámonos en harina y hablemos de ¡Únete! Join Us!, la exposición que podremos ver hasta el 26 de noviembre en nuestras dependencias venecianas. Uno de sus temas centrales es el de la trashumancia, "la reivindicación de la errancia, de una noción de ciudadanía como desplazamiento y contaminación constante", apunta Segade. La idea de movimiento ya la encontramos en trabajos anteriores del artista que presta especial atención a temas relacionados con la arquitectura, el urbanismo y la experiencia de la ciudad en sus habitantes (no en vano, tiene formación como arquitecto, artista e historiador del arte).



¡Únete a LA EXPOSICIÓN!

En esta muestra utiliza una vez más la ciudad como escenario indiscutible e introduce vídeo, elementos escultóricos, performance y arquitectura con los que traba un conjunto que Segade ha definido como una "instalación de instalaciones", pues en ella podemos encontrar varias partes o elementos.



Colomer nos disecciona las distintas etapas de la visita: lo primero que vemos es el recibidor, "un gran espacio de reunión, una especie de ciudad bajo la luz natural con una bandera que va cambiando. Después encontramos "un recorrido marcado por un sistema de gradas y pantallas activadas por el público, con muchos vídeos que relatan los movimientos de un grupo nómada, que viaja por diversas ciudades, se reúnen y parten de nuevo". Esas ciudades son Nashville, en Estados Unidos, Atenas, en Grecia, y Barcelona y el Ampurdà catalán en España.



Manuel Segade (izquierda) y Jordi Colomer

Los vídeos están protagonizados por 3 mujeres que "lideran las acciones de ese grupo, aunque son sólo una pequeña parte de todas las que a nivel mundial propulsan el movimiento… Cada una tiene aptitudes diferentes: Laura Weissmahr, narra cuentos en 10 lenguas en los lugares mas insospechados, Anita Deb inventa coreografías de Bollywood en medio de la calle y Lydia Lunch apela a organizarse de otro modo y toma el Partenón como lugar de reunión… Cada vez ganan más adeptos en un movimiento imparable".



Arquitectura móvil

Tanto en los vídeos como en el espacio vemos "un pabellón portátil que toma formas diferentes…Un teatrito plegable con ruedas, un auto que se convierte en objeto de propaganda, unas gradas que se instalan en sitios inesperados de nuestras ciudades...". Este objeto atraviesa todas las capas del proyecto: desde las experiencias grabadas en las calles -y que conforman los vídeos- hasta la propia instalación que se podrá ver en la exposición. Es, además, una representación de un pequeño edificio itinerante al que comisario y artista se refieren como "pabellón apátrida" que tiene que ver con la propia noción de pabellón nacional. ¿Cómo hacerlo en el contexto de la Bienal? "El modelo de pabellón nacional que rige en Venecia data de finales del S.XIX, en un mundo donde se exhibían aborígenes africanos o australianos en zoos humanos, en Amberes o Berlín. En 1900 se exhibieron 30 inuits provenientes de Canadá en los jardines del Buen Retiro madrileño. El pabellón, esa idea de un edificio que representa a un país, es quizá anacrónica, pero sigue siendo apasionante".



Tanto la arquitectura como la representación son dos sujetos sobre los que se basa el trabajo de Colomer. El punto de partida de su proyecto para Venecia fue imaginar este 'cacharro' itinerante y mostrar sus viajes y desplazamientos a lo largo de los espacios arquitectónicos de los Giardini, sustituir un pabellón por el otro.



Otra de las patas fundamentales de esta propuesta es la participación activa del espectador. Lo vemos en su propio título: ¡Únete!, con el que ya nos invitan a reaccionar. Para Colomer, "ninguna obra existe sin el eco que le pueda dar el espectador, pero en este caso necesitamos, además, físicamente de él". "El recorrido de las instalaciones es singular porque es una suma, es aditivo y se va multiplicando en contenido y relaciones a medida que se avanza en la visita. Quizá lo más sorprendente es ir hacia delante y hacia atrás, o la necesidad o posibilidad de volver una y otra vez. Y que en ese movimiento, todo el rato los espectadores puedan sentir que son parte fundamental del teatro que se despliega ante ellos, parte de la representación", añade Segade.



Venecia, ciudad-escaparate

Tiene que haber resultado curioso para un artista preocupado por cuestiones relacionadas con la ciudad y las circunstancias que rodean la experiencia de habitarla, trabajar en una ciudad-escaparate como es Venecia. Y así es: "De las 250.000 personas que viven en la región ya sólo quedan 50.000 en Venecia, una ciudad que recibe 4,5 millones de visitantes al año. Existen 100 réplicas de Venecia repartidas por el mundo, así que quizá hay que repensar la Venecia original definitivamente como una gran atracción para albergar turistas, estudiantes y gente de paso, nosotros mismos formamos parte de esa fauna. Una ciudad de ocio cultural mantenida por unos cuantos aborígenes. Barcelona está sufriendo un síndrome 'Venecia low-cost' y me gustaría pensar que aún tiene remedio, pero no albergo grandes esperanzas, dependerá de la capacidad para inventar otros modelos que le opongamos los ciudadanos".



@Luisaespino4

Una casa en los Giardini

España participa en la Bienal de Venecia desde su creación en 1895, pero los primeros años, y hasta la construcción de este pabellón en 1922, la presencia española se localizaba en el Pabellón de Italia. El actual edificio, de unos 550 m², es obra de Francisco Javier de Luque (el mismo arquitecto que proyectó la Catedral de Vitoria y el Instituto Geológico y Minero de Madrid), aunque la fachada que hoy conocemos es de Joaquín Vaquero Palacios. Es uno de los 37 pabellones históricos que pueden presumir de tener sede propia en los Giardini, y se abre una vez al año para albergar la representación española en las bienales alternas de arte y arquitectura. Bajo la titularidad del Ministerio de Exteriores, AECID y Acción Cultural Española (AC/E) se reparten la responsabilidad de la organización y su presupuesto, que este año asciende a 350.000 euros (230.000 de la primera y 120.000 de la segunda).