Shahryar Nashat: Present Sore, 2016

La tecnología ha cambiado nuestra forma de ver el mundo y nuestra manera de relacionarnos con el otro. Incluso, ya desde los años 60 con el surgimiento del videoarte, ha entrado a formar parte del universo artístico. Algunos se valen de ella para pensar en nuestras condiciones de vida contemporáneas, otros la delatan. Sea cual sea el uso que hacen de la tecnología lo cierto es que forma parte de nuestro imaginario, nuestra rutina y así lo viene a mostrar la exposición Transmissions from the Etherspace que ha comisariado Joao Laia en La Casa Encendida. Hasta el próximo día 28 serán 11 los artistas que investiguen esa fricción entre la realidad material e inmaterial y cómo ésta influye en el arte.



Esta exposición trata temas como la nube, el avatar o la reacción además de tratar de analizar "la influencia de la tecnología en nuestro ámbito cotidiano", comenta el comisario. Estos once artistas forman "un grupo ecléctico que tocan el máximo de temas posibles relacionados con el asunto general de la muestra", dice Laia. Así, los temas que tratan van desde "las condiciones de trabajo contemporáneas, a la sexualidad y el afecto, el mito, la ecología, los químicos y la infraestructura de la tecnología. La idea era intentar, teniendo un grupo coherente, tener el máximo de conexiones posibles dentro".



Nina Beier: Female Nude

Y si algo tienen en común todas las obras son esos rasgos performativos que también tiene que ver "con la forma en la que la muestra está construida y la configuración del espacio". No obstante, para el comisario Laia, la más importante de las performances llega por parte del público y no por la necesidad de activación las piezas sino por la manera de relacionarse con las obras. "He intentado crear un ambiente que enfatice la idea de interfaz que conforma la propia institución", argumenta. Por eso, las intervenciones de los artistas se suceden en diferentes salas de La Casa Encendida con la tecnología como telón de fondo.



Espacios oscuros, ambientes tétricos y salas llenas de pantallas, vitrocerámicas y gafas de realidad virtual inundan tanto la planta baja como la primera planta de la institución. "Es algo normal, al igual que ahora utilizamos las tablets para hablar con la gente, los artistas, que piensan nuestra vida y nuestras condiciones contemporáneas, tendrán presentes esos objetos que en algún momento van a aparecer en sus obras", opina Laia. "El arte -continúa- es parte de la vida y si la tecnología existe en la vida, existe en el arte", señala. Porque "no es un mundo autónomo sino que forma parte de las dinámicas sociales", y, por eso, el trabajo de los artistas, comisarios, museos e instituciones es "hablar del arte como un área más de nuestra vida".



La pieza de Jacolby Satterwhite, Domestika, aborda el concepto de utopía y trasciende a las nociones asentadas sobre la belleza. Inspirada en un el cierre del club queer Spectrum va al amor, a la pérdida y a la destrucción con la música e Nick Weiss y con una letra escrita por la madre de este. Sophia Al Maria, por su parte, presenta A Whale Is a Whale, una pieza audiovisual que ofrece una mirada del mundo desde la perspectiva de una ballena y presagia el ecocidio que el ser humano está cometiendo. En la serie de Chat Random Celia Hempton ha pintado retratos en vivo mientras utilizaba la web chatrandom.com, una red social que facilita la comunicación aleatoria con otros usuarios de la página. En cambio Nina Beier, trata cuestiones sociales y políticas de la representación y el intercambio, expone Sweat no Sweat y Female Nude.



Jacolby Satterwhite: Domestika

Shahryar Nashat muestra en la obra Present Sore un retrato del cuerpo del siglo XXI, Emily Wardill expone historias fantasmagóricas con temas como la enfermedad mental, la religión, el arte contemporáneo o la cultura visual, en Workers living the fabric, Andrew Norman Wilson hace una comparativa en torno a la evolución del trabajo, el capital, los medios o la información y Pepo Salazar, el único español de esta colectiva, expone Hello. It's me, una columna, de aspecto precario y provisional, disfuncional, que pende en el espacio y que está compuesta por 3 placas de vitrocerámica para cocina y un sistema de sonido.



Para Laia la aproximación a este tipo de muestras tiene que hacerse con la mente abierta y con ganas de recibir estímulos. Cada espectador con las referencias particular que tenga porque es ahí donde reside la magia del arte. Es decir, "no tener miedo a los desconocido" porque en el caso de la magia, apunta, "la gente no suele intentar entender el truco para que le guste". Esta exposición así lo demuestra ya que se crean discursos tanto narrativos, racionales como experienciales a través de los que "cada espectador percibirá cosas diferentes que no tienen por qué ser contrarias, sino que forman parte de lo que los artistas intentan decir", incide. Y es que, quizá, el arte no esté ahí para ser entendido como una lección escolar, ni para ser comprendido de una forma típica.



@scamarzana