René Magritte
Se cumplen 50 años de la muerte del pionero del surrealismo belga y para conmemorar su aportación a la Historia del Arte Bruselas le dedica un año de tributo. Hablamos con Michel Draguet, director del conglomerado Royal Museums of Fine Arts of Belgium sobre el maestro surrealista, su legado y su vigencia.
Para Michel Draguet son cuatro los factores o características a tener en cuenta para entender el significado de la obra del pintor belga. Pero antes de nada subraya que sus obras siempre "intentan llegar a esa primera visión que tenemos de un objeto planteando una pregunta acerca del mismo". ¿Qué está haciendo? ¿Esa puerta es realmente una puerta? ¿El pájaro es un pájaro? ¿El huevo un huevo? La respuesta es "una iluminación poética", describe Draguet. Por tanto, uno de los cuatro aspectos se entiende si nos remontamos a la relación que establecía entre el texto y la imagen, entre el nombre y el objeto. "Ningún objeto se halla tan ligado a su nombre como para no aceptar otro que le convenga mejor", decía Magritte. Y esa máxima fue el foco en el que se centró la generación de artistas conceptuales posterior a él.
La segunda característica de su obra vino después, con la idea de matar la pintura utilizando un estilo al que irónicamente llamó vache (cansado del conservadurismo de la pintura durante unas semanas pintó varios cuadros con trazos rápidos y de aspecto descuidado pero cargados de ironía que impactaron inmediamente). "Algunos artistas contemporáneos se han interesado en esta faceta del Magritte comprometido en matar la pintura con las herramientas de la pintura", explica Draguet. Además, ahí se puede establecer una conexión directa con la obra de Picabia, asegura. Pero el director apunta otros dos motivos entre los que destaca la idea de placer y de gozo que Magritte tenía del arte. "El arte es ocio y no solo algo con un propósito intelectual involucrado con la sociología", afirma. Y apunta, para criticarla, a la última Documenta de Kassel y "aquella exposición de propósitos políticos tan pretenciosa".
Los amantes, 1928
Magritte es todo lo contrario, su interés no estaba depositado en este tipo de relaciones y en aquel momento en el que "la guerra había acabado Magritte entendió que la gente necesitaba disfrutar. Ahora que estamos en crisis también necesitamos el placer por lo que ahí radica uno de los grandes legados de Magritte". Sobre todo en su faceta más impresionista "donde nos demuestra que el arte es puro gozo". Sin embargo, en la primera etapa de su trayectoria, que fue un tanto más oscura, estuvo más interesado en las "situaciones psicológicas, en la relación con el cuerpo femenino y el amor", y por lo tanto la cuarta faceta a tener en cuenta en su trayectoria.Magritte en otras disciplinas
El imaginario de Magritte se puede intuir en otras disciplinas como la fotografía, como es el caso de Chema Madoz, y el cine. Pero no solo en ellas, también en otras. El artista se interesó tanto en la fotografía, solía salir con la cámara, como en el cine de los años 50. "Hay que destacar que introdujo la pintura en otros medios de expresión. El cine era un nuevo lenguaje que formulaba nuevas preguntas. Magritte se interesó en este nuevo imaginario y el propósito intelectual del pintor llegó hacia finales de los años 20 y comienzos de los 30", precisa Draguet. "En este sentido -continúa- Marcel Broodthaers (con quien mantuvo una relación estrecha) crea su propia reflexión en una nueva dirección en la que se cruza con el pop art, el neorrealismo y los artistas conceptuales. Esto proporciona más contemporaneidad a la obra de Magritte especialmente con los videoartistas que introducen sus objetos e imágenes en sus trabajos".Pero hay otro campo en el que Magritte ha tenido un impacto notable y ese es la publicidad. No son pocos los anuncios que a lo largo de los años han mirado con detalle el imaginario del pintor de Esto no es una pipa. Y esto es, por supuesto, porque "el origen de las imágenes de Magritte vienen de la eficiencia de la publicidad por lo que resulta lógico que la publicidad vuelva a él tomando los elementos de su pintura para crear anuncios más impactantes", cree Draguet. Magritte juega con la sorpresa y cuando una imagen sorprende tiene el beneplácito de ser recordada. Se trata, pues, de la misma base que tiene la publicidad.
Golconda, 1933
Bruselas se vuelca con Magritte
Tan belga y tan conocido como Tintín la ciudad que acoge cada año la feria de arte BRAFA se vuelca durante las dos siguientes temporadas en su figura. Por un lado, una de las propuestas más atractivas, dinámicas y que permite que cualquier público tenga un acercamiento, incluso el primero, a su obra es el que tiene lugar en el Atomium de la ciudad. En sus grandes esferas no solo se reflejarán los miles de turistas que lo visitan, Magritte también ocupará un lugar protagonista. En él proyectarán tanto cuadros como frases del artista para acercar su arte a todos. Si hay alguien que no conoce su obra seguro que esta es una buena ocasión para hacerlo porque, ¿es posible que a alguien no le guste el reto al que nos enfrentan sus imágenes? No hay que olvidar que su obra juega al despiste y que "todo lo que vemos esconde otra cosa siempre que queramos ver lo que está escondido detrás de lo que vemos", dijo el pintor.Dentro de las paredes del Museo Magritte se van a llevar a cabo dos muestras que ponen en relación al surrealista con otros artistas contemporáneos. De hecho, Magritte and the contemporary art "es la primera retrospectiva de Magritte que empieza desde el final para acabar al principio de su trayectoria", explica el director, y comisario a su vez, Michel Draguet. Es el momento idóneo para poner énfasis en la relación que mantuvo con otros artistas entre los que destaca, sobre todo, Marcel Broodthaers. Fue el gusto de ambos por Mallarmé lo que los unió a principios de la Segunda Guerra Mundial. "En este momento Magritte jugaba con el surrealismo y con la idea de un nuevo surrealismo apoyado en los colores impresionistas", comenta el director.
No para ser reproducido, 1937 y, a la derecha, La violación, 1934
En aquel momento, en 1946, Broodthaers era tan solo un poeta que aún estaba lejos de las bellas artes pero en 1964 dejó de lado la escritura para abrazar el arte. Y lo hizo de una manera tan peculiar que llamó la atención de Magritte: "Puso las últimas 60 copias de uno de sus libros poéticos juntos y lo presentó como un objeto", explica Draguet. Magritte, que admiraba este tipo de trabajos, envió una carta a Marcel Lecomte hablando sobre la primera muestra de Broodthaers y pidiendo que se comprara obra del artista para el Fine Arts pero no lo hicieron". De esta manera se convirtieron en un agradable activo el uno para el otro y esta muestra "quiere mostrar esa relación que mantuvieron".Esta muestra se entiende, por tanto, como un homenaje a Magritte y a todos esos artistas que de alguna manera han entrado en diálogo con su periodo vache. Desde George Condo a Gavin Truck y desde Sean Landmers a David Altmedj, la iconografía de Magritte se vuelve crucial para todo aquel que busca reflexionar acerca de la producción de una imagen, la representación y transposición de algo real como semejanza. En esta muestra habrá 30 obras de Magritte, 30 de Broodthaers y otras 30 de otras artistas y busca mostrar que "aún sigue vivo, que no hay otro arte que pasados 50 años siga tan fresco", concluye Draguet.
"En cuanto al misterio, al enigma que eran mis cuadros, diría que se trataba de la mejor prueba de mi ruptura con el conjunto de las absurdas costumbres mentales que ocupan generalmente el lugar de un auténtico sentimiento de la existencia". Ahora bien, ¿de verdad que no añadió nada al mundo? Al mundo del arte desde luego que sí.
@scamarzana