Cai Guo-Qiang
El artista chino está sumergido en la gestación de las obras que componen Cai Guo-Qiang en el Prado. El espíritu de la pintura, una muestra en la que, a través de su pintura realizada con pólvora, dialoga con los grandes maestros del Museo del Prado. Este viernes el artista ha mostrado su proceso de trabajo al explosionar la obra que ha titulado El Alquimista. Esta pieza es una de las ocho que va a realizar en el Salón de Reinos.
La pintura y las artes escénicas se entrecruzan constantemente en los proyectos de Cai Guo-Qiang (Quanzhou, China, 1957), conocido por el empleo de la pólvora en sus dibujos e intervenciones públicas, como las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. A pesar de su etiqueta de
artista chino lleva ya 30 años fuera de su país; 9 en Japón, donde empezó a experimentar con este material, y 21 en Estados Unidos. Afincado en Nueva York, dice que él se considera "un artista internacional" y que con cada explosión busca representar la espiritualidad y transmitir energía.
Está ya inmerso en la gestación de las obras que componen Cai Guo-Qiang en el Prado. El espíritu de la pintura. De las 22 que se mostrarán a partir del 23 de octubre ocho van a ser realizadas en el Salón de Reinos, donde Cai Guo-Qiang ya tiene varios lienzos preparados para ser dinamitados.
Este viernes Cai ha hecho un pequeño adelanto de lo que será la inauguración oficial de su muestra.
El Alquimista es una obra que ha realizado en vivo con una gran explosión que manifiesta su forma de trabajar. "En España ha habido grandes maestros y con esta obra los quiero saludar", afirma. Con esta exposición el Museo del Prado retoma la iniciativa de invitar a artistas contemporáneos internacionales a que arrojen "nuevas miradas" sobre su colección (recordarán, haciendo memoria,
Las Meninas de Richard Hamilton, los lienzos de
Lepanto de Cy Towmbly o las fotografías de Thomas Struth, todas ellas celebradas entre 2007 y 2010). Ahora, ponen a disposición del artista la colección de la pinacoteca y el Salón de Reinos para que pueda trabajar en obra nueva.
Será en ese mismo espacio donde el día 23 dinamite un monumental lienzo de 18 metros de largo, que sirve de título de la exposición. Sobre ella sobrevolará el espíritu de los artistas y maestros españoles, incluido Picasso y su
Guernica. En su emblemática obra "Picasso representó la guerra en grandes dimensiones por lo que el espíritu es el mismo, el de la representación artística de un determinado momento de la Historia", añade el artista.
En todas las piezas vive el espíritu de Goya, de Rubens, de
El Greco, a quien admira desde pequeño y a quien hace un claro homenaje con la pieza titulada
Día y noche en Toledo. "He vuelto a visitar la ciudad y desde la ventana veía los cambios de luz del cielo. La pólvora y el clima de España son más secos y el impacto en las obras es más limpio, más ligero, más sutil", explica. Por eso, para la realización de esta obra y conseguir los densos cielos del Greco ha tenido que buscar otras piezas que hagan que la pólvora se quede en el lienzo y no se disperse.
Pregunta.- En esta exposición se incluirá obra nueva, una monumental intervención, pinturas más antiguas y memorias de su viaje a Creta en 2009 siguiendo la estela de El Greco. ¿Por dónde empezamos?
Respuesta.- Un punto importante en esta muestra en relación a otras individuales mías es que
todo va a ser pintura. Aunque comienza con trabajos de los años 80 y 90, casi de mi etapa estudiantil en la que trataba de imitar a El Greco, la mayoría de las obras son nuevas, realizadas
in situ. Como mi proyecto sobre Palmira en diálogo con
Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya, que tiene dos partes: una relectura del tema y una versión más personal, más espiritual.
P.- ¿Y
El espíritu de la pintura?
R.- Es el último trabajo, el más monumental e importante, tendrá lugar al atardecer del 23 octubre, un día antes de la inauguración de la exposición. Esa misma noche se colgará en la sala del museo.
Llevo meses acumulando energía y experiencia para hacer el proyecto y no sé muy bien cómo saldrá, ni me importa. En realidad no hay un único criterio para juzgar si una obra es buena o mala. Es un proceso similar a un embarazo en el que después de 9 meses no sabemos cómo saldrá el niño. En esta pieza habrá también un diálogo con los grandes maestros pero será de una manera más abstracta, espiritual, no tan evidente en la temática o en la estética.
El artista lleva trabajando en esta serie desde el año 2015 y ha visitado Valencia en varias ocasiones en busca de los materiales y la pólvora adecuada. También se ha reunido "con comisarios de distintas exposiciones para hablar de los artistas y conocerlos mejor". El objetivo ha sido, siempre, que sus obras "se conecten lo mejor posible a ellos". Con un máximo de cinco kilos de pólvora de uso diario Cai Guo-Qiang deja algunos aspectos de las obras al azar, al destino de la explosión. En ese sentido, asegura encontrarse siempre en constante contradicción: "Necesito controlar mis obras pero también están dispuestas el azar porque nunca se sabe qué va a pasar con seguridad. El destino está en la pasión que siento en el instante de la explosión". Los artistas son, por tanto, alquimistas y la pólvora la metáfora de la espiritualidad.
P.- ¿Cómo se siente teniendo a su disposición la colección del Museo del Prado?
R.- Tiziano, Rubens, Velázquez,
El Bosco... hay muchos nombres que me interesan. Enumerarlos es fácil pero entablar un diálogo con ellos es algo muy personal. El Museo del Prado tiene una espléndida colección con representación de todos los grandes, cada uno con su propia manera de trabajar, construyendo su particular historia del arte.
Me interesa conocer cómo se han creado esas obras y para eso ha sido fundamental la ayuda de los expertos del museo que me han abierto los ojos a cómo pensaban esos artistas cuando hicieron sus obras. En esta serie ellos son mis colaboradores.
P.- Háblenos de cuáles son sus fuentes de inspiración.
R.- Son muchas.
A veces mis sueños, otras, algo que he visto con mis propios ojos. En esta exposición del Prado, en concreto, viene de los grandes maestros de la pintura y de experiencias personales como el reciente fallecimiento de mi abuela y de mi padre, que me han hecho pensar sobre otras cuestiones, sobre cómo estarán ellos.
P.- Hace poco ha inaugurado
Octubre en el Museo Pushkin de Moscú.
R.- Sí, aunque la exposición del Prado en realidad surgió antes que esta. La de Moscú se celebra con motivo del centenario de la Revolución de Octubre y repasa mi trayectoria, cómo me he formado y cómo he crecido, haciendo alusión a elementos que tienen que ver con el comunismo, el socialismo, o las utopías que teníamos la humanidad.
Además de pintura hay performance, instalaciones, vídeos, como suele ocurrir en todas mis exposiciones.
P.- Al hilo de la exposición de Moscú, hay una cita suya que me gustaría rescatar: "Para mí el arte es como un túnel espacio-temporal. Me permite viajar por mundos visibles e invisibles y deambular dentro y fuera del sistema. También me permite oscilar entre las realidades sociales y mi búsqueda artística". ¿Le interesa la implicación política y social en sus proyectos?
R.- Siempre he dicho eso, que para mí el arte es como un túnel que me permite transitar entre Oriente y Occidente, entre el pasado y el presente. Concretamente
el proyecto del Prado me da la oportunidad de entablar un diálogo personal con los grandes maestros del pasado y viajar por distintas latitudes. El arte nos permite, además, transitar entre la realidad personal y la social. Picasso, por ejemplo, reflejó con su obra del
Guernica la devastación de esta ciudad, aunque también en otras pinturas representara a sus amores, sus sentimientos, deseos, sus búsquedas dentro del lenguaje artístico. A mí me interesa reflejar asuntos personales, como el fallecimiento de mi abuela, pero también puedo entrar en temas que atañan al Estado, a la política. Como, por ejemplo, el trabajo que he hecho sobre Palmira en consonancia con el
Fusilamiento del 3 de Mayo de Goya, quien, por cierto, a la vez que pintó este escenario dramático hizo también
La maja vestida y
La maja desnuda. En el arte todo vale, nos sirve para viajar por diferentes escenarios.
P.- ¿Prefiere trabajar solo, y poder controlar todo el proceso, o con un gran equipo con el que a veces pueden ocurrir imprevistos?
R.- En realidad es como la vida misma. Nos gusta ir a fiestas, bailar, hacer deporte, los carnavales… pero también estar solos en la cama. He hecho proyectos con grandes equipos -con el Gobierno, instituciones, el ejército, los bomberos...- y después de muchos contactos lo que me gusta es volver a algo que pueda manejar yo solo en mi estudio. Es el efecto péndulo.
Llegar a un extremo me sirve para prepararme para volver al otro.
P.- ¿De todos sus proyectos colaborativos con cuál se queda?
R.- Es difícil de contestar. Hay profesiones en las que hay poco que elegir, sin embargo en el arte es tanta la diversidad que podemos tener distintas ópticas, distintos niveles. He crecido en una sociedad, la china, en la que he visto cómo esta puede influir en una persona. He participado en muchos movimientos sociales y
mi preocupación por la sociedad ha estado siempre presente en proyectos como el que hice con jóvenes en Salvador de Bahía, en Egipto, con niños de Fukushima que han sufrido el problema del Tsunami o del accidente nuclear (un proyecto que todavía está en curso)... Intento crear un lazo entre mi obra artística y la comunidad local a través de sus museos y galerías, con un formato muy barato para que las comunidades sean más dinámicas, para que la gente ame más su propia tierra. Es un proceso con el que disfruto mucho porque es parte de mi responsabilidad social. Está claro que este tipo de actividades también pueden convertirse en un estilo artístico pero yo, además, sigo volviendo al lienzo en la intimidad de mi estudio.
@LuisaEspino4