François Hébel

Hébel fue director de la Agencia Magnum durante 13 años. A su paso por Madrid charla con El Cultural sobre la manera en la que ha cambiado la fotografía, la forma de exponerla y los criterios fotográficos de los periódicos hoy en día.

De la serie documental Tales by Light (disponible en Netflix y dirigida por Abraham Joffe) se desprende que la fotografía es una profesión, además de pasional, paciente. Atributo sin el cual muchas de las fotografías de lugares remotos, de animales en situaciones particulares, de momentos muy específicos no hubieran sido capturadas. Es el caso de las ballenas jorobadas de Darren Jew en Tonga o el tigre de las nieves que Richard l'Anson no pudo llegar a retratar pese a los días de espera y la exposición a las inclemencias climáticas. Paciencia es, pues, uno de los ingredientes que François Hébel, actual director del Mes de la Fotografía de París y exdirector de Magnum, aconseja a quien quiera dedicarse a ello de manera profesional. A su paso por Madrid, con motivo del Concurso Internacional de Fotografía que organiza Alliance Française y EFTI, charla con El Cultural sobre algunos de los cambios que ha sufrido la profesión.



"Hay que trabajar y esperar mucho, esperar en el sentido de apresurarse a hacer una exposición o un libro cuando se está empezando". Lo compara, de hecho, con un ingeniero que, recién licenciado, no construye un puente. "Tiene que haber un proceso de maduración". Hébel, director también del Festival Foto Industria Boloña, fue, durante casi 13 años, director de la prestigiosa agencia Magnum y conoce bien la profesión. "La fotografía es un mundo enorme y cambia el profesional al igual que el mercado", anota. Actualmente la popularidad de la fotografía no deja de crecer pero su momento de mayor expansión tuvo lugar "en los años 70 en América cuando el MoMa empezó a hacer exposiciones de manera regular. En Europa, sin embargo, goza de popularidad desde hace 20 años con el desarrollo de un coleccionismo que antes no hubo", considera.



No cree, sin embargo, que el coleccionismo fotográfico tuviera su auge por el reconocimiento de la disciplina o por ser un medio más accesible. Para Hébel tiene que ver con un factor más "artificial". En los años 90 "algunos fotógrafos americanos y alemanes empezaron a numerar sus fotos y esto hizo que los precios subieran. También fue el momento en el que el arte contemporáneo elevó los precios y las galerías buscaban productos de un precio medio, lugar en el que entra la fotografía", opina. Aunque algunos fotógrafos, como Hiroshi Sugimoto, han entrado en la órbita de los precios altos. En la actualidad vive "un momento difícil porque no hay dinero, se cierran muchas revistas y hay una gran competición entre los fotógrafos".



De hecho, la Agencia Magnum vendió el año pasado el 25% de sus acciones a alguien ajeno a la fotografía, algo que "puede conllevar un peligro muy grande", según Hébel. "El accionista mira por la economía y ahora puede que entren fotógrafos para hacer dinero pero que no son interesantes o se puede decidir que tienen que hacer más retratos en Hollywood porque se necesita dinero para salvar la agencia. Son cosas que antes no pasaban aunque la economía de Magnum siempre ha sido difícil", asegura. Las exposiciones de los fotógrafos de la agencia suelen ser numerosas y, en general, ha cambiado la manera de mostrarse. Un ejemplo es Magnum. Hojas de contacto, una exposición en la Fundación Canal que reúne los negativos de cada tirada donde los fotógrafos marcan los fallos y los aciertos. A Hébel le parece una manera interesante y "muy didáctica para que el público entienda que una fotografía no es casual sino un trabajo".



Pregunta.- ¿Cómo entiende el papel del comisario?

Respuesta.- Creo que los festivales son un lugar de experimentación, experimentamos sobre exposiciones, muros, tamaños, añadimos música y las palabras del fotógrafo. Entiendo mi labor no como un comisario que viene después de la muerte sino como un director artístico que entra en diálogo con los fotógrafos.



P.- La manera de exponer el arte ha cambiado mucho a lo largo de la historia. ¿Cómo ha cambiado la forma de exponer fotografía?

R.- Gracias a la tecnología digital. He organizado una muestra de Mimmo Jodice, un fotógrafo italiano que en los años 70 fue un militante de izquierdas e hizo trabajos sobre niños y sobre las carreteras de Nápoles. Fueron enormes las manifestaciones de esa época e hizo una fotografía de una gran multitud. Es una foto cuadrada muy emblemática para él. Le dije que con las técnicas de hoy podíamos ampliarla para que cubriera toda la pared. Él, sin embargo, la quería con un marco blanco y le dije que la incluíamos en la muestra así pero que me dejara hacerla a tamaño del muro. Así lo hicimos y se pasó todo el fin de semana frente al muro mirando todas las cabezas. Las técnicas nuevas te permiten hacer cosas que antes no se podían imaginar.



P.- Las nuevas tecnologías han causado un nuevo boom fotográfico. ¿Estas están haciendo daño o, al contrario, enriquecen?

R.- Las tecnologías abren un campo de posibilidades muy amplio. Posibilidades para hacer la foto, transformarla, para difundirla. En fotografía siempre ha habido una revolución cada diez años. Primero vino la foto de estudio con un aparatito que te mantenía quieto durante dos minutos, luego vino Leica, el carrete en color, la polaroid, el flash. La fotografía digital fue una aceleración de todo esto, hace 15 años todos los profesionales usaban analógico, hoy digital. Las nuevas tecnologías simplemente ofrecen una oferta más amplia.



P.- Hoy en día la imagen se ha convertido en algo indispensable para el periodismo. Pero en ocasiones hay imágenes que pueden rozar el morbo o la frivolidad. Paz Errázuriz decía que no le interesa el voyeurismo ni el morbo y a Duane Michals le parece que ir en busca del shock es el último refugio de la gente sin imaginación. ¿Cuál es su opinión al respecto?

R.- Creo que la respuesta está en el fallo del jurado de este premio. Hemos elegido tres trabajos que hablan sobre la inmigración pero trabajan de manera diferente. Baudoin Mouanda trabaja en África donde los estudiantes tienen que salir fuera de sus casas en busca de luz pública para trabajar. Esta situación en su país puede ser una razón para huir a Europa en busca de trabajo. Les Fantòmes de Corniches [trabajo con el que se ha alzado ganador] es un proyecto conceptual. Alejandro Martínez Vélez [segundo premiado] lo hace desde una óptica periodística. Él se fue a Belgrado y completó Migrantes de Belgrado, una serie con una luz muy bonita. Esa luz hace que mires las imágenes una a una y te enseña la espera, la solitud, que el tiempo no pasa. Y Elizabeth Vinck [tercera en el concurso] habla en Entreabierto de quienes salieron de México para ir por el mundo, por Rusia, por Japón, por Europa, y fotografía sus nuevas casas con elementos, utensilios y recuerdos de México. El suyo es un modo más poético y demostrativo.



P.- ¿Es así como los periódicos deben pensar en sus fotografías?

R.- Sí, pienso que esa es la respuesta a la pregunta de cómo un periódico tiene que pensar la foto, no siempre como algo espectacular. Con esos tres trabajos se entiende por qué la gente se va de sus países, se ve su herida y nos enseñan que se puede volver a mirar lo que crees que ya has mirado muchas veces.



P.- Sin caer en el morbo de mostrar los momentos más crueles

R.- Exacto. Una fotografía así no necesariamente tiene por qué decir o transmitir más.



@scamarzana