Julia Spínola
No pasó inadvrtida entre los premiados de Generaciones 2013, ni tampoco con su primera exposición individual en la Galería Heinrich Ehrhardt en 2014. Julia Spínola (Madrid, 1979) llega ahora a las salas del Centro de Arte Dos de Mayo -a partir del 9 de febrero- con Lubricán.
Acompañada ahora por la comisaria Beatriz Herráez, y por muchos otros -"ésta es una exposición muy coral", nos cuenta- empieza el 2018 con su primera individual en un museo, una muestra en la que conviven obras antiguas junto a otras nuevas que funcionan como reflejo de las primeras. Así, el recorrido por las salas se plantea como un viaje de sensaciones en el que la iluminación nos marca el momento del día en el que estamos. Todo comienza cuando se pone el sol -representado en la exposición con una luz fría propia de cuando llega la noche- y con objetos pintados de naranja.
Pregunta.- ¿Cuál fue el punto de partida de esta exposición?
Respuesta.- Nos la planteamos como una ocasión de mostrar juntas una serie de piezas que he realizado en los últimos siete años. Las tres obras que tomamos como referencia fueron Uno zurdo y uno diestro, y uno zurdo y uno diestro (2014); Frase (objeto). BOCA (2013) y Figuras (2013), pero la operación de mostrar piezas antiguas se me hacía extraña, así que pensé cómo traerlas al presente, tocándolas desde fuera. La primera pieza que surgió es una réplica de uno de los módulos de Uno zurdo y uno diestro..., pero con todos los ángulos romos en vez de rectos y trabajada en bloque, no por planos, con moldes a partir de un modelo en barro, vaciada en resina y pintada del color del DM. La imagen de redondez, de pieza borrosa, fijó todo el imaginario de la exposición: el momento del día justo antes del anochecer, en el que aún hay luz, pero las cosas ya no se hacen sombra unas a otras y empiezan a fundirse entre ellas.
P.- De ahí el título, Lubricán, que además es una palabra compuesta (de lupus,‘lobo', y canis, ‘perro').
R.- Lubricán es la hora en la que no se puede distinguir al lobo del perro, la propia palabra no se acaba de decidir por un término u otro, oscila, vibra. El título lo tuve claro muy pronto, creo que la propia ambigüedad de la palabra, de su significado y de las imágenes que traía asociadas me ha dejado trabajar muy bien. Esta idea de sí-es, no-es; o de sustituir una cosa por otra, por encadenamiento de gestos, son figuras que ya estaban por ejemplo en piezas más antiguas como Frase (objeto). BOCA. Esta es una exposición muy de sensaciones, del momento que estamos viviendo; es un sentimiento que parece que compartimos muchos, de no saber si lo que estamos viviendo es día que acaba o noche que empieza.
P.- ¿Cuáles son los elementos que hilvanan las piezas antiguas con las nuevas?
R.- La estructura que sostiene todo es ese tramo temporal, desde que se pone el sol hasta que sale, situando la noche en el centro del recorrido, una noche corta, naranja, que invade muchos otros tramos de este espacio de color y luz. La iluminación es una pieza más de la exposición, he trabajado con un iluminador de teatro para recrear esa luz particular de exterior, de la calle, dentro de las salas.
P.- ¿Están ya cerradas todas las obras nuevas?
R.- Siempre hay un elemento que lo desestabiliza todo, pero que también le da sentido al trabajo; una pérdida de control dentro del sistema que te has montado hasta ese momento...en mi caso siempre suele ser al final del proceso. En esta ocasión, ha sido el encuentro con un material que por un lado me resulta muy familiar, pero que estoy trabajando de una manera nueva: el cartón prensado. Para prensarlo prácticamente lo atomizan, lo parten en cachitos, lo juntan, le quitan el aire, y toda esa materia se convierte en un pesado bloque de cartón de una tonelada. Este bloque ocupa un espacio en el que ya no cabe nada más. Pero al desgajarlo, al perder la estructura, se deshace en las manos, desaparece. Y es una conclusión, como final de todo este proceso, que tiene mucho sentido con todo lo que he estado pensando para esta exposición.
P.- Cuando habla de su obra siempre hace referencia a los ‘gestos', a la intuición de una imagen que aún no existe pero que le ronda, en este caso el gesto de ‘agitar' algo ya existente.
R.- Sí. He construido una serie de piezas en las que hay una vibración, dos imágenes que se juntan y que coinciden por un momento. Está también la idea de cáscara, de color que se cae del objeto, de materia y de imagen.
Riber, 2017
Colores sin lenguaje
P.- En algunas de sus obras hay un color que sobresale de manera clara mientras que en otras lo que predomina es una gama neutra, sin puntos cromáticos discordantes.R.-El color está todo el tiempo ahí, alrededor, pero no lo acabo de entender bien, tengo una relación rara con él. Hace poco me hicieron ver que desconfiaba del color, nunca lo había pensado así. Habitualmente trabajo mucho con colores neutros asociados a una serie de materiales afines entre sí, cartón, DM, aglomerado, etc. Esta gama de beige, marrones, de mezcla de materiales para mí no traen consigo ningún significado, son como colores sin lenguaje. Y el color, cuando aparece, lo hace trayendo consigo un objeto, las manzanas amarillas, por ejemplo. Para mí es la pérdida del control, algo que rompe toda esa estructura previa. En Lubricán es el naranja, un naranja muy invasivo presente en la iluminación y en la pintura de minio de plomo que recubre algunos objetos.
P.- ¿Y qué importancia tiene lo performativo en su trabajo?
R.- Tiene una importancia enorme. A la hora de empezar a trabajar me ronda una imagen, pero nunca está fija, siempre se mueve. En realidad, creo que son gestos, más que imágenes. Prefiguraciones de cómo voy a trabajar con el material, y las imágenes que vienen asociadas con ello. La pieza, o la imagen final, es la reconstrucción de esos gestos pero llevados a la realidad, hechos tangibles.
P.- Y con lo que gesticulamos es con las manos...
R.- Desde mis primeros trabajos la mano casi siempre ha estado allí. Es como el índice, como un instrumento de medida, y una herramienta. Para Lubricán he tenido muy presente la imagen de coger algo con la mano y agitarlo con fuerza, no sólo se deja de ver el objeto, sino que también la mano y parte del brazo se vuelven borrosos. Y esa imagen es poderosa y entra en nuestra cabeza y nos lleva a otros lugares. Aunque esa mano esté borrándose, está presente, haciendo un gesto, moviendo la materia de una manera u otra.
@LuisaEspino4