Abbie Vandivere con La joven de la perla

Parece que la joven nos mira de soslayo, girando levemente la cabeza como si reaccionara a una llamada. Sus ojos, la perla y el turbante llaman la atención de este pequeño cuadro pintado por Vermeer en 1665. La joven de la perla sigue escondiendo un gran misterio: ¿quién era? Esta cuestión seguirá acechando pase el tiempo que pase, pero no cómo la pintó, qué materiales utilizó y de dónde provienen los pigmentos. Las respuestas a todas estas preguntas están más cerca de conocerse gracias al estudio detallado que el Mauritshuis, el museo que vela por la enigmática joven, ha realizado con los mejores avances técnicos y con un grupo de más de 20 expertos trabajando en ella 24 horas durante dos semanas.



La imagen de este lienzo se ha reproducido tantas veces en tantos soportes que parece que podemos saberlo todo de ella. Incluso Banksy hizo su propia versión en graffiti en una ciudad británica. Aunque "su paleta es limitada, tan solo un intenso azul y el amarillo", comenta Lea van der Vinde, curadora de la elegante pinacoteca holandesa, nadie es ajeno a su encanto. "El turbante que lleva no era típico de la época y eso la convirtió en algo exótico". Sin embargo, la experta apunta que esta tela no es un retrato sino un tronie, es decir, un género que utilizaban los artistas para demostrar sus habilidades.



De modo que La joven de la perla, denominada así desde 1995, es un intento de Vermeer de demostrar su maestría a la hora de capturar la belleza y los gestos sin mayor ambición artística. ¿Sería, por tanto, una manera de poder conseguir futuros encargos? Quizá. Y, por esa misma razón, porque no era ni un encargo ni una obra para nadie en particular "Vermeer tuvo la libertad de idealizar la cara de la joven todo lo que quiso", admite Van der Vinde. "De hecho no tiene ni cejas ni pestañas pero no da la sensación de que falte nada. Ahí reside la maestría del pintor". Incluso la perla en sí misma, "una pieza de bisutería muy cara que no muchos se podían permitir", está realizada con muy pocas pinceladas, a modo de "reflejos".



Esta no fue la única chica a la que inmortalizó en aquella época el maestro Vermeer. Hay otras: una joven con un sombrero rojo que reside en la National Gallery of Art de Washington o la que auspicia el Metropolitan de Nueva York. "Cada una de ellas presenta una composición y probablemente se fijó en diferentes modelos". Claro que ninguna de ellas es tan conocida como esta tela de 45x39 centímetros que ha estado durante 15 días en la Golden Room del Mauritshuis a la vista del público tras unas mamparas de cristal.



La pieza más documentada

El estudio, titulado The Girl in the Spotlight que ha liderado la conservadora Abbie Vandivere, tiene como objeto conocer todos los detalles de la obra para poder evitar el deterioro futuro. No se trata de una restauración ya que fue puesta en manos de los expertos con este propósito en 1994 y actualmente se encuentra en buen estado. "Queremos saber los pasos que dio, las capas que tiene la obra, de dónde procede la chica y cómo ha cambiado la obra en estos años", explica.



En ese sentido, gracias a las tecnologías más avanzadas, han logrado determinar que el color original del fondo de la pieza no era negro, como se ve hoy, sino verde oscuro. "En 1994 fue restaurada e investigada por última vez y después de quitarle el barniz amarillento que tenía se volvió a barnizar con una película muy fina que revitalizó los colores". En aquel estudio se tomaron fragmentos de los pigmentos para analizar su procedencia. En esta ocasión han cruzado aquellos datos con los que han conseguido a través del escaneado y los infrarrojos para analizar la composición de los colores y las sustancias químicas empleadas por Vermeer.



"Los rayos X y los infrarrojos no son invasivos lo que significa que no hemos tenido que tocar la pieza", asegura Vandivere. También se han tomado fotografías en alta resolución, imágenes polarizadas y se han utilizado las técnicas Macro-XRF, que analiza la composición química de los pigmentos como el hierro y mercurio, y Macro-XRPD, que estudia cómo pueden cambiar los colores con el paso del tiempo. Así es como han averiguado que la pintura original del maestro tenía tres capas de pintura y un vidriado que resalta los colores en algunas de las zonas de la pieza.



Con todo, han descubierto que el azul que el pintor emplea en el turbante de la joven es un ultramarino que era más costoso que el oro y provenía de las montañas que hoy en día forman Afganistán. Vandivere asegura que dependiendo de la calidad del pigmento el precio podía variar pero, ¿cómo consiguió Vermeer ese producto de una procedencia tan remota? Las respuestas finales del estudio se darán a conocer dentro de un año así que toca esperar.



@scamarzana