La coleccionista Llilian Llanes
Más de 164 piezas entre pintura, escultura, dibujo y serigrafía de un total que suma al rededor de 300, de artistas como Tania Bruguera, León Ferri, Antonio Berni, Leandro Katz y Ofelia Rodríguez se dan cita en la exposición Experiencias del coleccionismo familiar. La Modernidad en el Sur de Casa América
Experiencias del coleccionismo familiar. La Modernidad en el Sur es el nombre bajo el que reúne más de 164 piezas entre pintura, escultura, dibujo y serigrafía de un total que suma al rededor de 300. Muchas de ellas son obras de juventud de artistas ahora reconocidos como Tania Bruguera, León Ferri, Antonio Berni, Leandro Katz y Ofelia Rodríguez. "Muchas de las piezas llevan conmigo desde los 80, nunca me deshago de las cosas que me regalan. Aunque no sé cuántas tengo me acuerdo perfectamente de cómo estaban organizadas las salas de las bienales".
A algunos de esos artistas a los que llamaba para participar en las bienales los conocía cuando iba a los museos y galerías a rastrear el terreno. Algunos, incluso, tan solo eran aprendices que aún cursaban sus estudios. Ella les dio un lugar en el que mostrar lo que surgía de sus adentros y se dio cuenta de que muchos de ellos, como José Bedía, Santiago Rodríguez Olazabal o Ricardo Brey, posaban su mirada en sus raíces africanas de distinta manera a como lo hizo Wifredo Lam. Aportaron a sus piezas "una visión más conceptual y contemporánea". Eran sus necesidades.
Obras de la exposición La Modernidad en el Sur
Al venezolano Pedro Terán, por ejemplo, lo invitó a la quinta edición que dirigió y que tituló El desafío de la colonización. Se trataba de reflexionar sobre el futuro y despojarse de la mentalidad que la isla había adquirido. "Discutía mucho con mis amigos porque pienso que nuestro problema no era que los demás nos colonizaran sino nuestra mentalidad colonizada que pensaba que todo lo de fuera era mejor. Yo me opongo a esa actitud de echar la culpa a los demás de nuestros desastres, si los tenemos es porque no hemos luchado contra ello", detalla la comisaria de la exposición.La dirección la dejó cuando su marido Regino Boti, primer ministro de Economía con Fidel Castro y quien la alentó en el mundo del arte, enfermó y entendió que no podía seguir con aquel ritmo de la vida pública. Además, "había completado una etapa", asegura. Con esas seis bienales consiguió llenar las revistas especializadas en arte de nombres de creadores de América Latina, África y Asia. Antes de los 80, arguye, "salvo a Matta, Jesús Soto y Lam no se conocía a nadie más". Por otro lado, Llanes comenzó a detectar los primeros indicios de la "comercialización del arte en Cuba" con la que "no estaba de acuerdo". Los artistas, asegura, "tienen que vender pero una cosa es comerciar y otra venderse al mercado. El arte tiene que estar por encima de todo", sostiene.
En ese sentido, para Llanes el arte le tiene que "entrar por los ojos" y no comprende "este arte de ahora que tienes que leer cuatro párrafos para entenderlo". Así, Leandro Katz y su universo precolombino, Gustavo Acosta y su mirada hacia lo urbano, José Manuel Fors y su memoria individual y familiar, la pareja artística Eduardo Ponjuán y René Francisco, la pluralidad de Nelson Villalobos, Milton Becerra y Pepe Franco ofrecen una visión del arte realizado en América Latina. También apostó por Ibrahim Miranda que "recopila los mapas de Cuba del instituto de geografía sobre los que crea historias de esclavitud o del tabaco", explica, o Ricardo Lanzarini que aparece junto a pequeñas piezas de León Ferri que pueden ser "bocetos para esculturas que hacía con filamento metálico".
Pieza de la exposición La Modernidad en el Sur
El arte sobre papel cobra una gran importancia en esta colección, una disciplina que para Llilian Llanes es "más poética incluso que la pintura" y también la gran presencia de arte realizado por mujeres, un aspecto que no ha sido premeditado pero que la coleccionista sí quiere destacar. "Hay mucha perspectiva de la mujer sobre sí misma y muchos puntos de vista de los hombres sobre la mujer". La inmigración, el corralito argentino, la lucha social y la pérdida de las raíces son algunos de los temas que se pueden observar en el recorrido que se extiende por las dos salas de la Casa de América.
Sin embargo, a pesar de denunciar momentos concretos, episodios o ser el altavoz de una generación, "el arte no puede ser obvio, tiene que sugerir y es el espectador, con sus experiencias, el que tiene que completar la obra".
@scamarzana