Orson Welles, 1937 ©The Cecil Beaton

La Fundación Canal dedica la primera exposición en España a Cecil Beaton, el fotógrafo que retrató a los mitos del siglo XX. Escritores, actores y actrices, artistas, aristócratas y modelos posaron frente al objetivo de este artista total que también fue diseñador de vestuario, escenógrafo y dibujante.

Tenía 13 años cuando Ninnie empezó a trabajar para su familia de clase media-alta. A la nueva niñera le apasionaba la fotografía y su adoración por ella se la contagió al pequeño Cecil Beaton (Hampstead, Reino Unido, 1904 - Broad Chalke, Reino Unido, 1980). Para practicar comenzó retratando a su madre y a sus hermanas con unas escenografías barrocas, creativas y románticas que se convertirían, años después, en la seña de identidad de sus retratos e instantáneas de moda. Parte de su legado, en el que inmortaliza a escritores, artistas, actores y modelos, recala en la Fundación Canal bajo el título de Cecil Beaton. Mitos del siglo XX.



En 1922 Beaton se matriculó en Arte, Historia y Arquitectura en la Universidad de Cambridge pero nunca logró acabar sus estudios. Prefirió, por supuesto, participar en grupos de teatro y "dedicarse a sacar toda su creatividad", anota Oliva María Rubio, comisaria de la muestra. Tuvo, también, la suerte de hacerlo. Beaton fue un hombre de "una gran capacidad creativa, no solo en la fotografía sino también en el dibujo, en el diseño de vestuario y en los decorados. Sobresalió en todo".



Por su objetivo pasaron artistas como Picasso, Dalí, Bacon, Hockney, Giacometti o Kokoschka, estrellas del cine como Marilyn Monroe, Audrey Hepburn, Marlon Brando o Katherine Hepburn, los escritores W.H. Auden, Arthur Miller o el recientemente fallecido Tom Wolfe y figuras de la moda como Coco Chanel, Cristóbal Balenciaga o la modelo Twiggy. En definitiva, inmortalizó a los mitos del siglo XX. Y de ahí el nombre de la exposición. Además, Beaton escribía con asiduidad y llegó a completar seis volúmenes de diarios en los cuales "habla de casi todos los fotografiados y da sus opiniones, aunque en ocasiones eran perversas. Era una lengua viperina", comenta la comisaria.



A Monroe la retrató en su suite del Hotel Ambassador de Nueva York. Como de costumbre la actriz y mito llegó una hora tarde pero Beaton le perdonó el retraso porque "su ingenio y picardía de niña" le rompieron "los esquemas". También Grace Kelly en el único día libre que Hitchcock le concedió durante la grabación de La ventana indiscreta y Katherine Hepburn, a quien dedicó las palabras más hirientes presentes en la muestra: "Es una víbora putrefacta y recalcitrante, espero no tener que volver a verla nunca más". Su enemistad tras el rodaje de Coco, en la que la actriz ganadora de cuatro premios Óscar interpreta a la diseñadora, duraría para siempre.



Audrey Hepburn, 1963 ©TheCecil Beaton Studio Archive at Sotheby's

Su relación con las estrellas de la actuación se gestó con su labor como diseñador de vestuario y escenógrafo, trabajo por el que recibió dos premios Óscar (Gigi, My Fair Lady) y tres Tony (My Fair Lady, Saratoga, Coco). A Nueva York viajó por primera vez en 1928 y visitó Hollywood un año más tarde. Durante los años 30 tuvo la ocasión de colocar su Rolleiflex frente a Tallullah Bankhead, Joan Crawford y Dolores del Río. El celofán, la purpurina y las lentejuelas que cohabitaban sus primeros retratos (Irving Berlin, Gary Cooper o Buster Keaton) dieron paso a los decorados de estudio, con los que empezó a dar protagonismo al retratado frente al fondo.



A lo largo de las seis décadas en las que estuvo activo Beaton retrató a Dalí y Gala trabajando, a Picasso de punta en blanco sentado en una esquina de la bañera de su taller, a Georgia O'Keffe y a Francis Bacon ("un pintor brillante y devastador", dijo) con algunos de sus cuadros. Este, sin embargo, destruyó una de las imágenes que Beaton le había hecho alegando que su rostro "apenas se reconocía, parecía desintegrarse antes los ojos del espectador".



Beaton era un dandi al que acomplejaba su origen de clase media alta y quería acceder a la alta sociedad para estar rodeado de la élite. "La belleza es la palabra más importante del diccionario. Es sinónimo de perfección, esfuerzo, verdad y bondad", dijo alguna vez. Así, encontró en la moda la manera de compartir sus códigos estéticos aunque siempre se adaptó a los ideales de cada época. Revistas como Vogue o Life acudieron a sus retratos para ilustrar sus portadas, convirtiendo a Beaton en el fotógrafo de moda favorito de los años 30, años en los que coqueteó con el surrealismo.



"Con él acaba una época de fotografía romántica y recargada. Tras él llegaron Irving Penn y Richard Avedon con una fotografía menos barroca, más cercana, natural y de la calle" explica Rubio. A pesar de las diferencias estilísticas entre unos y otros, la admiración era mutua. Existen retratos de Avedon y su mujer en la casa de Redding de Beaton. A pesar de la buena relación Cecil Beaton pertenecía ya a otra época aunque "se adaptó a los tiempos y fotografió a las estrellas de la música y a los modelos de los años 60".



Francis Bacon, 1960 ©The Cecil Beaton StudioArchive atSotheby's

Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial su fotografía dio giró drástico y pasó de captar la intelectualidad británica de los años 20 y 30 y a las estrellas de Nueva York en los 30 y 40 a "retratar los estragos de la posguerra". El Ministerio de Información británico le encargó registrar la vida en Londres tras los bombardeos, trabajo que le llevó a tomar más de 10.000 imágenes. Una de ellas, en la que captura a una niña agarrando su peluche en una cama de hospital, ilustró la portada de Life y se convirtió en poster americano para la captación de fondos. Todo ello le "aportó la versatilidad y el saber adaptarse a los tiempos" que acabaron en el giro definitivo de su obra: un giro hacia la sobriedad.



Estos tintes tienen los retratos de Winston Churchill, la Reina Sofía cuando aún era princesa, el torero Luis Miguel Dominguín o el álbum fotográfico de la coronación de la Reina Isabel. "A los 72 años Beaton sufrió un derrame cerebral que le paralizó medio cuerpo. Sin embargo, aprendió a fotografiar con el otro brazo y consiguió encargos para revistas. Cecil Beaton era un trabajador infatigable que se reinventó en diversas ocasiones", concluye la comisaria.



"El tiempo no solo cura sino que también reconcilia", dijo. Sin embargo, su animadversión hacia Katherine Hepburn se mantuvo intacta.



@scamarzana