Una imagen del río Yamuna a su paso por Nueva Delhi. Foto: ©Randhir Singh

Es posible que seamos muchos los que nos hemos embelasado ante las imágenes (en muchas ocasiones desde nuestro ordenador) del Taj Mahal, su mármol blanco y su majestuosidad a la orilla del río. Como muchos templos mogoles este también se construyó a lo largo del río porque era el espacio de la vida diaria de los ciudadanos. La realidad actual es, sin embargo, otra. Sus paredes e infraestructuras comienzan a estar plagadas de hongos que están acelerando su decadencia. El Yamuna, una diosa para los indios, es uno de los ríos más contaminados del planeta con un 100% de materia fecal que desde su entrada en Nueva Delhi no alberga vida. Esta situación se debe, según el arquitecto Iñaki Alday, a un sinfín de motivos que tienen un origen muy concreto: la desigualdad territorial del país.



Y es más que grave: si el proceso de crecimiento de la población y la reducción a la mitad del espacio ecológico de la ciudad continúa su avance como hasta ahora, en 2028 Nueva Delhi no tendrá un metro cuadrado verde ni agua potable. Las consecuencias las enumera Alday: isla de calor, inundaciones a consecuencia de que el terreno no absorbe y falta de agua porque el freático no se recarga. El arquitecto español dirige, junto a Pankaj Vir Gupta, The Yamuna River Project, un proyecto multidisciplinar impulsado por la Universidad de Virginia que busca "limpiar la ciudad y recuperar la equidad". Esto último viene derivado de "un problema de falta de vivienda social, de manejo de basuras, de infraestructuras, de espacio público y de ecología en la ciudad". También, admite, de falta de transparencia, de accesibilidad al río, de gobernanza de las aguas y de una pérdida histórica y cultural de los ciudadanos con el agua.







Es una tarea titánica la que se ha propuesto este proyecto que podría cambiar por completo la salubridad y habitabilidad en Nueva Delhi. Han sido cinco años de investigaciones, metodologías y diseños realizados por antropólogos, arquitectos, historiadores y entidades de salud, medioambiente y urbanismo. El proyecto, además, es de dominio público. "Nosotros investigamos y hacemos propuestas de infraestructuras, modelados de agua o sistemas de recogida de basuras, ofrecemos una lista de medidas y diferentes formas de llevarlas a cabo". El impacto que ha tenido, asegura, ha sido muy rápido y cuentan con el apoyo del gobierno indio y de varias agencias internacionales de ayuda diplomática y financiera. Por el momento el gobierno está trabajando en Yamuna River Development Authority para que sea una sola empresa (ahora son 27) la que gestione este río que no se percibe desde ningún punto de la ciudad.



Sin embargo, son muchos los que recuerdan que cuando eran niños sus padres y abuelos los llevaban a pescar y a bañarse al río. De esto hace 50 años y desde hace 20 ha dejado de ser accesible y, por tanto, invisible a los ojos. Los sacerdotes que gestionan los templos también han dejado de sumergir las efigies dentro de esta diosa enferma porque saben que corren el peligro de estropearse. ¿Cómo ocurrió este cambio? Empezó hace 150 años "cuando la colonización británica hizo dos cosas fundamentales. Por un lado industrializó el agua, que pasó de ser un elemento espiritual a ser algo que llegaba por un canal sin saber muy bien cómo, lo que supuso un corte radical de la relación de la población con ella. Por el otro, los ingleses tomaron el control de todo lo público propiciando que solo el espacio doméstico y privado se mantuviera como propiedad del ciudadano indio", cuenta Alday.



Así pues, el primer paso del proyecto fue determinar que "no es el río lo que está sucio sino la ciudad y el río es el indicador, el termómetro que marca su fiebre". El gran cambio que marca el Yamuna River Project es fijarse el objetivo de tratar los orígenes del agua y no limpiar el río, tarea en la que se han invertido billones sin conseguir ninguno de los propósitos. Y estos son orígenes culturales y políticos ya que "las aguas de Delhi están gobernadas por 27 agencias, es decir, por ninguna", critica Alday. Una de las operaciones más urgentes es, por tanto, la vivienda social (cinco millones de personas viven en slams sin agua potable ni saneamiento ni recogida de basura). "Si estos barrios no están en condiciones habitables mínimas no se puede evitar la contaminación", recalca.



Una propuesta de vivienda social para Nueva Delhi

Actualmente existen varios proyectos piloto y bancos interesados en invertir pero esto "va de la mano de la gobernanza, de la capacidad de implementación y sus tiempos. Estamos en proceso de empezar a ofrecer algunas guías y ejemplos para desarrollarlos", asegura Alday. El ciudadano, además, tiene que ser en todo momento un sujeto activo del cambio, "los drenajes tienen que ser visibles para puedan recuperar la propiedad de lo público", arguye.



Cómo la arquitectura puede ayudar al desarrollo social

Iñaki Alday sostiene que la arquitectura y el urbanismo construyen nuestro espacio físico y que las ciudades españolas y todo lo construido en los últimos 25 años son una referencia mundial. "Los españoles, junto a los holandeses, japoneses y suizos, hemos sido líderes incluso en paisajismo", afirma. Nos quejamos, opina, pero "cuando viajas fuera te das cuenta de que tenemos las mejores infraestructuras, mejores trenes que en otros países o unas instalaciones urbanas que no permiten que los cables estén a la vista".



La calidad de nuestro espacio público, continúa, no tiene precedentes y "lo hemos construido en un momento feliz que ha sido la construcción del país con la democracia. Hasta entonces éramos una nación subdesarrollada y hemos hecho un país entero a un nivel de calidad extraordinario". Por eso es de los que creen que "tenemos que valorar lo nuestro o empezaremos a perderlo como los ingleses han perdido los trenes, cuando eran los reyes de este medio de transporte".



@scamarzana