Marina Núñez: Locura, 1997
El Museo Lázaro Galdiano se ha propuesto, en palabras de su directora Elena Hernando, diluir la barrera entre el arte clásico y el contemporáneo "confrontando maneras diferentes de concebir la realidad". Además de cumplir con este propósito, la nueva exposición que inaugura este jueves, Descubriendo un diálogo en el tiempo, reúne 62 obras de la colección de la Fundación Coca-Cola que se muestran por primera vez en Madrid. Con un máximo de dos obras contemporáneas por sala, Lorena Martínez de Corral, responsable del conjunto, ha seleccionado las piezas que establecen no solo diálogos sino también confrontaciones.La idea no era montar una exposición invasiva sino propiciar "la conversación entre artistas de diferentes épocas y entre el arte contemporáneo y el propio espacio del museo", asegura la comisaria. En este sentido, "se busca crear un encuentro entre dos momentos distintos pero íntimamente unidos". Abre el recorrido una gran fotografía de Bleda y Rosa que "habla del tiempo y del espacio dando la bienvenida a un lugar en el que ocurren cosas". Y lo que sucede es la celebración del 25.° aniversario de la colección, hoy depositada en el DA2 de Salamanca, que nació en 1993 para promover las artes plásticas. Un conjunto que cuenta con 384 obras de pintura, fotografía, escultura, dibujo, instalaciones y vídeo de 250 artistas como Fernando Sánchez Castillo, Helena Almeida, Ignasi Aballí, Pepe Espaliú, Juan Muñoz, Cristina Lucas, Cabello / Carceller o Daniel Canogar.
Vista de muestra con la obra Uma Figura, 2012, de Adriana Molder
"En ocasiones el diálogo ha sido fortuito pero en otras los propios espacios pedían determinadas obras", apunta la comisaria. Así, en la sala que acoge las joyas se ha instalado Pulseras de Ana Laura Aláez. También hay espacio para la música con obras de Manu Arregui y José Manuel Ballester o para hablar de los materiales usados como es el caso de Helena Almeida que se enfrenta al Cristo de Michelangelo.
Las obras de Dora García en uno de los espacios del museo
El reto que se plantea al espectador es recorrer las huellas del pasado y plantear aspectos cotidianos, culturales y sociales de nuestra actualidad. Subiendo las escaleras del museo se suceden fotografías de Carmela García y Miren Doiz o la "muerte de la pintura comida por sus propios insectos" que representa la obra Expansión IX de Jorge Perianes. No podía faltar un guiño a Goya que habla "de igual a igual" con Daniel Canogar, un homenaje a los escritores presentes en la caja de luz y libros de Alicia Martín en la sala en la que aparecen los literatos más celebrados por el coleccionista José Lázaro Galdiano o la presencia femenina, como la de Susy Gómez dispuesta junto a los bustos de mujeres del museo.A la segunda planta del museo, donde antiguamente se encontraban las habitaciones, se accede tras ver Locuras de Marina Núñez o Cataplaf de Victoria Civera. Aquí es, de hecho, donde se concentra la mayor parte de las obras realizadas por mujeres como Cristina Lucas. Ya en la última planta, junto a la vitrina de los bustos se proyecta un vídeo en 360 grados de Sergio Prego, una pequeña escultura de Juan Muñoz junto a las monedas, una tela de Teresa Lanceta en una vitrina con otras obras de época confeccionadas también con retales o un cuadro de Gonzalo Sicre que representa una taza china junto a la sala con varias piezas de vajilla.
Los paralelismos entre las diferentes épocas están ahí y ahora corresponde al público establecer esos vínculos.
@scamarzana