Public Transit Areas #46, 1979. © Anthony Hernandez

Cuando Anthony Hernandez (Los Ángeles, 1947) era pequeño no le gustaba coger el autobús. Prefería ir andando y cambiar la ruta cada día. Paseaba y miraba con ojos de niño curioso sin saber que, en el futuro, se convertiría en fotógrafo. De hecho, entonces no sabía nada sobre arte ni pensaba en ser artista, pero aquellos paseos le fueron inoculando un modo de ver diferente. Cuando cogió una cámara para capturar el día a día de su barrio, su estilo entroncó con la fotografía de calle de Robert Frank, Garry Winogrand o Lee Friedlander, de cuya existencia Hernandez nunca había oído. Su estilo ha ido cambiando pero hay ciertos aspectos que se mantienen y que se pueden advertir en la exposición que le dedica la Fundación Mapfre hasta el próximo 12 de mayo. Fecha, por otro lado, que coincide con el inicio de la Bienal de Venecia a la que hace tan solo unos días lo invitaron. Allí mostrará, de manera ampliada, lo que la Sala Bárbara de Braganza reúne: una selección de alrededor de 110 imágenes, algunas de ellas expuestas por primera vez, que permiten recorrer los 45 años de trayectoria de este fotógrafo autodidacta. La muestra, organizada junto al Museum of Modern Art of San Francisco, rastrea una obra que "no busca cosas muy recargadas sino ser accesible para todos", apunta Anthony Hernandez.

Automotive Landscapes #35, 1978. © Anthony Hernandez

Una de las grandes protagonistas de su obra es la ciudad de Los Ángeles, donde nació y se crio. Pero no retrata ese Hollywood de las grandes estrellas de cine, se centra en la clase trabajadora, en los más desfavorecidos, en las zonas desoladas de la ciudad que el cine no nos ha mostrado. "Siempre cambia su perspectiva, nunca se atasca y en muchas ocasiones sale de su zona de confort", sostiene Erin O'Toole, comisaria de la muestra. Y su estilo está, continúa, "en sintonía con la belleza desolada de los espacios abandonados de la ciudad". Esta retrospectiva se ha dividido en ocho secciones (cada una destaca un aspecto) y arranca con una serie de imágenes realizadas a finales de los años 60 en las playas urbanas de su ciudad. A estos trabajos de pequeño formato y en blanco y negro le sigue la sección La ciudad como tema, fechada a partir de 1978 cuando Hernandez "salía a la calle con una cámara de gran formato en lugar de una Leica, algo inusual para la fotografía de calle", sostiene la comisaria. Las dimensiones de su cámara hicieron que el fotógrafo tuviera que tomar distancia respecto a sus retratados, lo que propició que se "alejase de ellos y, por consiguiente, su mirada girase hacia la propia ciudad".

Fotografía en color y sin figuras humanas

"Quería cambiar al color y la primera serie que hice, Rodeo Drive, fue la primera en color y la última en la que retrato gente", explica Hernandez. En este trabajo captura a aquellos que transitan esta calle de Beverly Hills y lo hace con colores estridentes, entre los que el rojo es el más destacado. Era 1984 cuando se dio este giro que le llevó, poco después, a los paisajes de la gente sin techo. Pero no hay figuras en las instantáneas de Landscape for the Homless sino que muestra "la ausencia de la gente que se ha marchado del lugar y ha dejado su huella", sostiene O`Toole. "Ocurrió solo, Los Ángeles ha sido mi estudio", afirma el artista. "La gente camina, el espacio es duro y yo quería atravesarlo. Yo lo vi como una danza con ellos, iba cambiando la manera de fotografiar, intentaba capturar un momento, un instante. Ahora, cuando veo las fotos de aquella época revivo lo que sentí entonces", explica. Ante todo Hernandez quería ser invisible, que estas personas no se dieran cuenta de lo que estaba haciendo.

Everything #77 (2002) y, a la derecha, Landscapes for the Homeless #1 (1988). © Anthony Hernandez

Lo que sí ha marcado su carrera ha sido la búsqueda de la belleza en los lugares más inhóspitos de su ciudad. Pero no solo, ya que también ha viajado. Estuvo en Roma entre 1998 y 1999 gracias al Premio Roma. Allí, en lugar de centrarse en inmortalizar las ruinas antiguas de la ciudad, prefirió centrarse en las ruinas modernas, en las "obras contemporáneas abandonadas", matiza la comisaria. Aquí, su fotografía sufre un nuevo cambio ya que el protagonismo de los paisajes exteriores se sustituye por los interiores de esos edificios y las posesiones de quienes una vez estuvieron allí. Esas señales dejadas por el ser humano se vuelven a apreciar cuando Hernandez regresa a Los Ángeles y recorre el río de la ciudad, zona cercana a donde vivió de pequeño. Lo que allí encuentra es una pobreza mayor a cuando empezó a usar su cámara para capturar el día a día de su barrio. Entre 2007 y 2012 vuelve, de nuevo, a tratar el tema de la gente sin hogar pero en esta ocasión retrata los escenarios "desde la perspectiva de ellos", transmitiendo lo que perciben esos moradores al mirar hacia afuera. Muy al final de la exposición vuelve a aparecer una figura humana. Se trata de un hombre que el fotógrafo encontró viviendo en un autobús escolar abandonado en Salton Sea, como quien observa los restos del naufragio. @scamarzana