Gabriel Acevedo Velarde: Parlamento II, 2019, con la exposición de fondo
Si hay una galería española que ha apostado por Perú esa es Casado Santapau. No solo porque tenga entre sus artistas representados a tres de ese origen, Ximena Garrido-Lecca, José Vera Matos y Aldo Chaparro, sino también porque suele asistir no a una de las ferias de arte limeñas, ArtLima y PArC, sino a las dos y, sobre todo, porque desde hace cinco años mantiene allí una oficina desde la que gestiona producciones o ventas y presenta obras. Participará en ARCO con dos stands, uno en la sección general y otro en la del país invitado, pero se han adelantado ya al programa expositivo peruano en la ciudad, que es oficial y extra-oficial -pronto les daré detalles de todo el desembarco-, con esta colectiva que obligadamente habrán de incluir en su itinerario para-ferial.Los comisarios son dos de los artistas citados, Garrido-Lecca y Vera Matos, que han convertido lo que en principio iba a ser un diálogo entre ellos en un "simposio". El término conviene al argumento de la muestra, Lengua madre / lengua bárbara, que celebra el habla y la escritura. Es una excusa para reunirse pero también un asunto con cierta trascendencia en el arte peruano actual, que presta gran atención a cuestiones históricas y antropológicas. En el Perú prehispánico, cuya diversidad lingüística aún pervive -disminuida y amenazada-, no había escritura alfabética pero sí diversos sistemas de registro y de comunicación, entre ellos los anudados quipu. Los colonizadores consideraron el quechua una "lengua bárbara" en contraposición al "civilizador" español, instrumento de dominación, y los artistas se rebelan retrospectivamente contra esa uniformización reivindicando el barbarismo y la cacofonía, la capacidad parlante de las imágenes, de las formas, y la simiente icónica en las palabras. Y reviven su pasado, remoto o reciente, con voces enmudecidas, silencios elocuentes, códigos enigmáticos o atípicos poemas visuales.
No hay altibajos entre los artistas convocados, que merecen ulterior detenimiento en sus trabajos (a algunos los veremos también en la feria o en otras muestras). Pero sí hay obras más periféricas que otras en cuanto al núcleo argumental, como las de la veterana Teresa Burga o la de Chaparro, mientras que dos ejes articuladores parecen los más sólidos. Uno es el que reinterpreta los sistemas de comunicación prehispánicos: las lenguas perdidas, que Pablo Hare ausculta bajo el mal inglés en el que Atahualpa (interpretado por Christopher Plummer) habla a los conquistadores españoles en la película The Royal Hunt of the Sun; las feroces figuras de la iconografía sechín y chavín que Vera Matos se "tatúa" en el cuerpo para conversar orgánicamente con ellas, y la supuesta escritura moche (comestible) con la que Garrido-Lecca transcribe fragmentos de Extirpación de la idolatría del Perú, escrito en 1621 por el padre Arriaga.Una muestra que celebra el habla y la escritura, un asunto con cierta trascendencia en el arte peruano actual
El otro eje lo integran obras que exacerban la materialidad de la literatura y el libro moderno: Ishmael Randall, deletreando Los heraldos negros de César Vallejo con groseros recortes de logos de neumáticos robados; Elena Damiani, dibujando un quimérico paisaje montañoso con los lomos ilustrados de viejos libros; y Andrés Marroquín "maquetando" abstracciones geométricas con materiales recuperados de la imprenta del mítico José Carlos Mariategui. Todos releyendo y reescribiendo la identidad peruana.
@ElenaVozmediano