Con el fuego extinguido, queda por delante la evaluación definitiva de los daños sufridos por la catedral de Notre Dame de París y un largo camino hacia la reconstrucción. El grave incendio iniciado en la tarde del lunes devoró gran parte del entramado de vigas de madera que sujetaba la cubierta a dos aguas y el pináculo de 93 metros de altura, también de madera y añadido al edificio original en el siglo XIX por la reforma dirigida por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc.
Por fortuna, la estructura original de piedra ha resistido el incendio, y solo una pequeña parte de las bóvedas del siglo XII y XIII se ha derrumbado. “Las bóvedas son las que han salvado la catedral”, asegura Santiago Huerta, profesor de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), ya que han actuado como “un cortafuegos entre la estructura de madera y el interior. Han soportado la techumbre de madera cayendo sobre ellas y el peso del agua durante la extinción del incendio”.
Para el arquitecto, historiador y crítico Ángel Baldellou, se trata de “un suceso a todas luces incomprensible”. “Es cierto que durante toda la historia las catedrales han sufrido incendios en sus estructuras de madera, provocados por velas, descuidos… pero que esto ocurra en pleno 2019 y que no haya medios inmediatos de respuesta parece una especie de locura”. Además se muestra muy pesimista con respecto a la evaluación definitiva de los daños: “A falta de que se verifiquen los daños reales me temo lo peor: el coro, las sillerías, las pinturas y obras de arte… Supongo que no habrá quedado prácticamente nada, que se habrán desprendido con el calor todos los adornos de piedra del techo y las partes altas de los muros”. También Huerta considera que “los daños son incalculables”.
¿Cómo reconstruirla?
Aunque es pronto para hacer cálculos exactos de lo que costará la reconstrucción, desde el mundo de la empresa ya se han prometido importantes donaciones. Las más destacadas por el momento son las del grupo empresarial Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), del empresario francés Bernard Arnault, que aportará 200 millones de euros, y la del magnate y mecenas del arte francés François-Henri Pinault, que donará 100 millones. Además, el ayuntamiento de París ha desbloqueado de manera inmediata 50 millones para las labores más urgentes y se ha abierto una cuenta para que todas las personas que quieran contribuir a la reconstrucción puedan aportar su ayuda.
“Lo primero que hay que hacer es estudiar cómo retirar los escombros y parte del agua que ha podido quedar embalsada encima de las bóvedas”, añade Fernando Inglés, profesor de Construcción de la ETSAM. Una vez retirado todo el hollín y la ceniza provocada por el incendio, será necesario evaluar el daño ocasionado en las bóvedas y diseñar una nueva cubierta. “Lo asombroso es que el andamio, construido con un acero muy fino, haya resistido el incendio”, opina Inglés.
Los tres arquitectos coinciden en que la reconstrucción será larga y muy costosa. “Al hablar de ella surge un nuevo debate. Hay muchas maneras de actuar, tenemos ejemplos de catedrales reconstruidas en época moderna de muchas formas, como la de Coventry, totalmente nueva, o la de Berlín, mixta”, señala Baldellou. “En este caso, opino que lo prudente sería volver al estado previo, pues se conocen todos los elementos a la perfección y simplemente habría que volver a hacer lo que había”.
En la misma línea, Inglés cree que lo más probable es que se opte por una réplica exacta del aspecto de la catedral antes del incendio, y que esto podría llevar entre dos y tres años durante los cuales debería permanecer cerrada al público por motivos de seguridad. “No creo que se introduzcan elementos modernos que contradigan el espíritu de la iglesia tal y como la conocíamos”, explica.
“Algunas reconstrucciones de catedrales e iglesias en Francia, sobre todo durante el XIX, se han hecho de hierro o de hierro fundido. A mí me gustaría rehacerla como estaba, manteniendo el aspecto original. Estaba muy bien documentada, así que eso no sería problema”, opina Huerta. “Las vidrieras habrán estallado en trocitos, claro, pero los expertos hacen maravillas, son como arqueólogos que a partir de un hueso reconstruyen un esqueleto”, añade Baldellou.
“Conviene recordar que la imagen de Notre Dame no era tal como se construyó en la Edad Media. En la imagen actual influyen mucho las modificaciones que introdujo el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX”, señala Inglés. “Notre Dame pertenece a la herencia del arte gótico que nació en Francia, pero su importancia se debe sobre todo a su relación con la historia de París. Hay muchos ejemplos de iglesias góticas tan buenas o mejores que Notre Dame, que no pertenece a la primera etapa del gótico sino avanzada y sufrió modificaciones a lo largo de la historia. En la lectura actual del pasado todo se confunde, pero en Europa los edificios no se construían de una vez, sino a lo largo de mucho tiempo en el que cambiaban los planteamientos arquitectónicos y artísticos”.
Otros casos similares
En la historia hay una larga lista de edificios similares destruidos por el fuego. La catedral de San Pablo de Londres ardió completamente en 1666 y fue sustituida por otra de nueva planta. En 1755, un fuerte terremoto destruyó parcialmente la de Lisboa, que fue reconstruida y se restauró a principios del siglo XX. Las dos guerras mundiales también dejaron graves daños en catedrales de toda Europa. En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, tenemos los casos de la catedral de Reims y Soissons en Francia (Huerta recomienda un artículo al respecto de Rogerio Gilman publicado en la revista Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid entre agosto y septiembre de 1920) y la de Colonia en Alemania.
Durante la segunda contienda mundial destacan el caso de la catedral de San Esteban de Viena y, aunque su construcción era mucho más reciente, en el imaginario colectivo ocupa un lugar importante la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm de Berlín, que decidió conservarse en ruinas como memorial de la destrucción bélica. También en la capital germana, y también durante una restauración, como en el caso de Notre Dame, una chispa accidental provocó en 1994 el incendio de la cúpula de una de las dos catedrales gemelas (la alemana) ubicadas en la plaza Gendarmenmarkt.
En España, la iglesia de Santa María del Mar, en Barcelona, sufrió importantes daños en un incendio provocado al principio de la Guerra Civil, en 1936; y en 1966, la techumbre de la catedral de León ardió a causa de un rayo, y en este caso se evitó echar agua para que el peso de la humedad no terminara por derrumbar todo el edificio.Entre los casos más recientes destaca el incendio de la catedral de Turín en abril de 1997. “Fue un desastre porque acababan de restaurarla”, explica Huerta. “Quedaba algún trabajo menor en el interior y habían dejado un andamio de madera. El fuego se originó allí y se quemó por dentro. Han estado 15 años restaurándola”.