Retrato de Archer M. Huntington por José María López Mezquita

Archer M. Huntington tenía 12 años cuando leyó el libro Los gitanos de George Borrow. Se había hecho con un volumen durante un viaje a Inglaterra e inmediatamente quedó hechizado por esa España de aventuras que el escritor describía en sus páginas. Unos años más tarde, cuando este tenía 20, viajó con sus padres a México, estancia durante la que supo que quería estudiar la cultura hispánica y poner en marcha un museo español en Estados Unidos. No solo lo consiguió sino que se convirtió en uno de los mecenas más influyentes, el mismo que le abrió las puertas americanas a Sorolla. Patricia Fernández Lorenzo publica una detallada biografía del fundador de la Hispanic Society of America, a la que el Museo del Prado le dedicó una exposición en 2017, editada por Marcial Pons Historia. La vida es muy caprichosa y la de Archer M. Huntington está teñida por una suerte de azar y destino que se refleja bien este volumen. En 1867 Collis P. Huntington conoce Arabella, una joven de origen humilde, con la que mantiene una relación extramatrimonial. Tres años más tarde nace Archer M. Huntington, en 1883 muere la esposa de Collis, este se casa con Arabella y adopta a Archer de 14 años. El destino, como decíamos, es azaroso pero al futuro mecenas siempre le preocupó su legitimidad lo que "le llevó a ser sumamente discreto con su vida privada", cuenta Fernández Lorenzo. En gran parte fue su madre la responsable de contagiarle el gusto por el arte. "A pesar de sus orígenes humildes, una vez en instalada en Nueva York se formó en arte, viajó con su hijo a Londres y París y se convirtió en una coleccionista", recuerda la autora.

La gesta de su Museo Español

Huntington no fue a la universidad, se formó en casa y "rechazó las pomposidades oficiales del sistema universitario. Reconoció que lo que podía aprender gracias a sus viajes por España no lo enseñaban en ninguna universidad de su país". Fiel defensor del aprendizaje sobre el terreno, Huntington viajó por primera vez a España en 1892 "con el deseo de recorrer la ruta del Cid campeador por el norte de la península, héroe medieval que había captado su interés". Aquí descubrió la arquitectura y el arte pero también tuvo la oportunidad de conocer los tipos regionales y sus costumbres.

Fachada de la Hispanic Society of America

Este coleccionista y filántropo pertenece a una generación de jóvenes "que buscaban un sentido trascendental a su existencia que fuese más allá del espíritu mercantilista que moldeaba el país a finales del XIX". Su ideal no era pertenecer a la élite de empresarios y si bien su padre implantó líneas ferrocarriles en su país, él quería nutrirlo de infraestructuras culturales. De modo que cuando en 1904 crea la Hispanic Society of America, que en 2017 recibió el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, con un "carácter enciclopédico, con lo esencial de la cultura hispánica" y con la intención de mostrar su colección en una institución de carácter cultural accesible al público en general, la propuesta se salía de los márgenes conocidos hasta el momento. "Tras la Guerra entre España y EE. UU de 1898, la creación de esta institución -aunque fuese la iniciativa privada de un joven millonario de 34 años- sirvió para acompañar desde la esfera cultural las políticas de reconciliación de Washington con España", sostiene Fernández. En aquellos años todo lo español estaba en auge y de moda en América. Los pintores viajaban a España, los hispanistas escribían libros en los que mostraban un país alegre y Huntington tenía sus círculos de amistades aquí. Existe un tema un tanto polémico en torno a su figura y es que en 1898 Huntington declaró que compraría las obras de arte fuera de España porque "en París había una gran oferta", ciudad, junto a Nueva York, en la que adquirió las grandes piezas de su colección. No obstante, Fernández Lorenzo asegura que hay especialistas que afirman que algunas de las obras pudieron ser trasladadas a París para ofrecérselas al mecenas. Con todo, este exquisito coleccionista "se distanció de las prácticas de otros como William R. Hearst que no dudaron en esquilmar el patrimonio histórico español para su propio deleite mientras él contribuía en paralelo con su dinero a crear el Museo del Greco en Toledo, el de Cervantes en Valladolid o el Museo del Romanticismo".

El día que Huntington conoció a Sorolla

Vista de la sala donde está la serie Visione de España, de Sorolla

Hasta 1908 no conoció la obra de Sorolla. Fue en la exposición que le dedicó la Grafton Gallery de Londres. No se vieron en persona pero "inmediatamente quiso adquirir varios cuadros y le invitó a exponer su obra en Nueva York". La primera muestra que la Hispanic Society organizó en torno a la obra del maestro de la luz fue en 1909 y en un solo mes consiguió atraer a 160.000 visitantes. La venta de obras y los encargos que derivaron de aquella aventura permitieron al pintor construir la residencia con la que siempre había soñado y que ahora es la sede del actual Museo Sorolla. También "contribuyó a desatar el furor de la moda por lo español en EE. UU", asegura Fernández Lorenzo. Tan solo dos años más tarde llegó la propuesta jugosa que hizo de Sorolla un artista pudiente: Visión de España, una serie de 14 lienzos pintados en diferentes lugres de España entre 1912 y 1919 para una nueva galería que quería construir en el ala oeste del edificio. La retribución de tres millones y medio de dólares (al cambio actual) fue toda una puerta de entrada a un nivel de vida superior además de la contribución a la internacionalización de su obra en Estados Unidos y del arte español en general. Sin embargo, esta muestra de una España que estaba a punto de desaparecer no se pudo ver en la Hispanic Society hasta 1926, tres años después de su muerte.

Una representación de la cultura hispana en Nueva York

Huntington cumplió con su propósito: crear un museo español en su país natal. Sus fondos no solo se nutren de pinturas de artistas como Sorolla, Zuloaga, Velázquez o Ribera sino también de esculturas, bordados, textiles, arqueología, fotografías y libros. Aunque, como quiere hacer hincapié este libro, no solo coleccionó sino que su contribución también pasa por la edición de libros de escritores españoles, el apoyo del hispanismo en Francia y en Inglaterra o la creación la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Para la escritora, la institución actualmente "se enfrenta al reto de atraer a más público a sus instalaciones y respetar la memoria del fundador, que priorizaba el museo como lugar de estudio y reflexión y no como un lugar de ocio". @scamarzana