Vista de la exposición
La relación con lo paranormal de la cultura de nuestra época es digna de reflexión. Mientras la sociedad se divide entre los que abrazan el racionalismo científico y los que se entregan a Cuarto milenio, en los ámbitos del pensamiento y del arte abundan quienes, en general guardando las distancias, buscan en lo irracional un ensanchamiento de la experiencia y del campo creativo: magia, animismo, fantasmas y médiums, astrología, alquimia, adivinación y capacidades extraordinarias de la mente... Es lo que hizo durante décadas, avanzando la tendencia, Susan Hiller (Tallahassee, 1940 - Londres, 2019). Con formación artística y antropológica, quiso dar voz y forma a los testimonios de personas que piensan haber tenido vivencias sobrenaturales o extraterrenales, sin pronunciarse sobre la verosimilitud de los hechos pero afirmando la realidad de la creencia. La comisaria Carolina Grau nos propone un mínimo (y póstumo, pues Hiller falleció mientras se preparaba la exposición) atisbo a su trabajo, en sugestivo diálogo con otra artista más joven, Anna Barriball (Plymouth, 1972), que no tiene nada que ver con lo paranormal pero sí con lo "paramaterial", con lo que está en los márgenes de la materia, con sus aspectos fantasmagóricos. Ambas "hacen visible" aquello que desatendemos o despreciamos.Son solo tres obras de Hiller las reunidas, y no de las más importantes. Brickwork (1984) es una equívoca introducción a su determinante investigación sobre la escritura automática, que perjudica por su formalización desmañada la atmósfera etérea y visionaria que genera el resto de obras. Las otras dos están relacionadas: son recopilaciones de fotografías ajenas que pretenden documentar la existencia de manifestaciones espirituales. Fantasmas (humo) en un caso y auras (destellos lumínicos) en otro. La segunda, After Duchamp, reedita en 2016 un trabajo presentado en forma de libro en 2008 que forma parte de una serie de homenajes a artistas en los que identificó algún indicio mágico como excusa para coleccionar levitaciones (Yves Klein), aguas sagradas (Joseph Beuys) o, aquí, auras. Quedan fuera las obras multimedia e instalaciones más ambiciosas, en las que Hiller subraya el papel de la tecnología en la construcción y la transmisión de lo paranormal.
De Barriball tenemos una selección más representativa de sus líneas de trabajo, que se adentra en otro tipo de misterios, los que escapan de la visión inmediata en los entornos familiares. En la obra más antigua de las presentadas, de 2004, coincide con Hiller en la transformación de fotografías ajenas, intervenidas en su caso con pompas de jabón -metáfora de lo efímero- y tinta para fingir accidentes en la superficie, la piel, de la imagen. La artista dirige nuestra atención hacia el espesor de lo epidérmico y, en conexión con las auras que hiperboliza Hiller, hacia las emanaciones luminosas o umbrosas de las cosas y de los seres. Ha mapeado mediante técnicas personales de frottage los lindes entre interior y exterior de espacios -Ventana nocturna con hojas (2015)- o incluso de su propio cuerpo, ha registrado la infinidad de líneas invisibles marcadas por el uso sobre las superficies -Scan- o ha escudriñado las señales sutiles de las sombras, las llamas y la luz de la luna, en esos temblores de lo vivo o lo animado que pasan fuera del radar.El sugestivo diálogo entre estas dos artistas "hace visible" aquello que desatendemos o despreciamos