Luis Gordillo
En una entrevista de 2016 Luis Gordillo (Sevilla, 1934) decía que “dejar de pintar sería una primera muerte”. Algo ha debido de cambiar en estos últimos tres años. "A lo mejor pienso que la cosa se está terminando. Es como si hubiera acabado el último curso de universidad. Ahora podría irme tranquilo”. Así es como el artista sevillano se lanza a hablar sobre Escenografía corporal, una exposición en la galería Marlborough en la que muestra una veintena de obras nuevas. El artista, con más de 60 años de trayectoria a sus espaldas, rechaza la silla que se ha puesto para él en una pequeña sala. “Me hace sentir mayor”, bromea con ese humor que tanto le caracteriza.En las seis décadas que lleva en activo, Gordillo ha pasado por el informalismo, el arte geométrico y se ha visto empapado por la estética pop, cuyos colores perduran hoy. “Después desarrollé un lenguaje propio. He sido un obseso del psicoanálisis, he pasado por cuatro para situarme, ordenarme, estructurarme. Se trata de hacer un mapa de mi vida, algo que está en el fondo de los cuadros”, cuenta.
La suya es una obra compleja y lenta, realizada sin prisa y en la que entran en juego dos fases. En la primera fotografía y luego, una vez ampliada la imagen, llega el momento más importante, una segunda parte “muy laboriosa que consiste en convertirla en pintura”. Lo más complicado, asegura, es “la organización de las profundidades. Cada objeto está en un espacio diferente y cada zona de color está situada en un paisaje”, advierte. La cultura y la sociedad en la que vive, su infancia, su vida, los avatares le han ido conformando y todo eso en conjunto “es el argumento de la obra”, sostiene el artista. Pero hay que saber leerlo, ver la segunda vida que subyace en las diferentes capas de los lienzos.
En todo este proceso escoger un buen título para sus trabajos no es para Gordillo algo secundario, es la terminación de algo. De hecho, opina que un mal título puede tirar por la borda todo el trabajo. En esta ocasión presenta, por ejemplo, 'Extraterrestras'. ¿Un guiño al lenguaje inclusivo? “No, un guiño a las mujeres que se están comiendo el mundo. Si le hubiera puesto 'extrarrestres' nadie hubiera reparado en ello”. No es la única, 'Vientre paterno' sigue también esa tónica que caracteriza a Gordillo. “Quiero que en mi obra haya un chiste plástico”, asegura. En su estudio tiene papeles y papeles llenos de posibles títulos para futuras obras. “Algún día tendré que publicarlos”, reflexiona frente a sus nuevas creaciones. “Los buenos títulos -continúa- son los que aparecen mientras estás trabajando”.
Focalizando - desfocalizando, 2017
La fragmentación de las obras
Gordillo tiene la manía de coleccionar fotos y recortes de prensa que luego incorpora en sus creaciones. Ejemplo de ello es una instantánea de dos zorros que vio en la revista National Geographic y que le ha servido como fondo de una nueva pieza en la que superpone una imagen antigua. O el reverso de una careta de Zapatero le sirve para crear otra en la que combina el collage con elementos realizados a ordenador para acabar interviniéndolas con pintura.Y las fragmenta. “La fragmentación es una especie de destrucción, de huida de lo monolítico. Necesito poner una carga de dinamita y que explote. El trozo que se desprende es parte de ello”, asegura. Aunque en ocasiones, como al acabar Marilyn asciende, un lienzo en el que la actriz es convertida en un ser religioso, tuvo la sensación de haber obtenido algo demasiado denso, apretujado. Entonces, decidió “disminuir la potencia desde los laterales para darle mayor orden. Es como un partido de tenis, pongo en un lado, quito del otro. Hay toques en los laterales para equilibrar la obra”.
Sentirse vivo
“He estado muy pendiente del panorama artístico aunque ahora ya menos. Estoy organizando mi biblioteca, tengo catálogos de maestros y todo eso que tengo dentro no solo son caprichos sino necesidades. Esa riqueza de la información tiene que estar en la obra”. Por eso, sus últimas creaciones, asegura, “están henchidas de vitalidad y experiencia”. Pero no siempre fue así y recuerda la década de los 60, cuando se trasladó a Madrid y amigos como Alfredo Alcaín o Isabel Baquedano se convirtieron en su familia. “En algunas inauguraciones de esa época en la galería de Juana Mordó no conocía a nadie y a los diez minutos quería irme, asustado”, recuerda.Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces y su trabajo, que tantos premios le han valido (Nacional de Artes Plásticas, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Velázquez o el premio Catalina D'Anglade en la última edición de ARCO), es observado también por generaciones jóvenes de artistas. ¿Cómo lo vive Gordillo? “Hay creadores que estilísticamente no tienen nada que ver con mi estilo que tienen catálogos de mi obra, la ven y se emocionan. Es una alegría, te da la impresión de estar vivo”.
@scamarzana